Convertir alimentos en dinero: así es el negocio de evitar el desperdicio en LatAm

Grandes superficies aliadas a startups que trabajan con la venta de alimentos próximos a llegar a un vertedero logran ingresos de hasta siete dígitos con ventas de ‘último momento’

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20 de febrero, 2024 | 02:00 AM

Bloomberg Línea — En América Latina y el Caribe hay 43,2 millones de personas que sufren de subalimentación, mientras en la región se pierde el 11,6% de los alimentos, lo que equivale a 220 millones de toneladas al año, uno 330 kilogramos per cápita, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Este organismo calcula que la pérdida de alimentos equivale a US$150.000 millones al año, presentándose el desperdicio en todas las fases de la cadena de suministro, desde la postcosecha hasta los hogares, servicios de alimentos, restaurantes y el comercio minorista.

El desperdicio de alimentos, al menos a nivel del consumidor, también es un problema de comportamiento, porque las personas no pueden tolerar el desperdicio de alimentos en sus hogares, así que lo envían a vertederos en lugar de convertirlo en compost o alimento para animales”, dijo a Bloomberg Línea Vineet Shahani, consejero general de Política y Desarrollo Corporativo de Mill, una empresa que creó un contenedor de cocina para residuos de alimentos en casa, que pueden convertirse en compostaje o en ingrediente para alimentar animales.

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Los negocios alrededor de los alimentos en LatAm

El crecimiento de las foodtech en América Latina se hizo más notorio desde 2020, momento clímax de la pandemia del Covid-19 que impulsó la demanda de alimentos, y uno de los desafíos ha sido reducir el desperdicio de alimentos, llevándolo al punto de ser una oportunidad de negocio en toda la región.

Cifras compartidas por KPMG a Bloomberg Línea señalan que en la región hay, por lo menos, 153 empresas en la categoría de Agrifoodtech. “Estas startups lograron en los últimos cinco años inversiones por US$8.000 millones, de los cuales US$1.700 millones corresponden únicamente a 2022. Este monto representa el 20% de toda la actividad de venture capital en la región, representando también un 5% de la inversión total en agri-foodtech a nivel global”, detalló María Paula Peñaranda, gerente de Innovación y Emerging Giants de KPMG Colombia.

Durante el 2022, las foodtech de la región cerraron 28 tratos, con un total de US$454 millones, añadió Peñaranda.

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Las iniciativas de negocios para evitar desperdicios se ha extendido en toda la región. Los ejemplos son diversos: Planet Oliver (Colombia), Nilus (Argentina), Sigu (Perú), entre otras, con un objetivo común: conectar a restaurantes y supermercados con el consumidor, y ofrecer en descuentos productos en perfecto estado que no se alcanzaron a vender y tienen una fecha de expiración o vencimiento cercana.

Es el caso de la mexicana Cheaf, que señala que en sus tres años de operación ha logrado que más del 80% de los excedentes disponibles se rescaten cada día en sus comercios aliados, contabilizando un millón de transacciones y 2 millones de kilogramos de alimentos rescatados.

Mill Kitchen Bin es un dispositivo doméstico de medio metro de altura que deshidrata los restos de comida y los convierte en una especie de mantillo. Por una cuota mensual, la empresa recogerá el compost de las casas y lo entregará como pienso para las granjas.

Cheaf ha recibido US$3,5 millones de Venture Capital (VCs). Al ser un negocio completamente marketplace (que no posee ningún inventario ni lleva ningún tipo de logística), el margen en porcentaje es alto. Cheaf es un negocio de volumen: entre más comida rescata, más viable es la empresa financieramente”, explicó Kim Durand, CEO y fundador de la startup a Bloomberg Línea.

De acuerdo con Durand, este tipo de ventas de ‘último momento’ impactan en la rentabilidad de los negocios. Mientras que el porcentaje de pérdida por alimentos que podrían terminar en el vertedero puede variar del 1% al 15% de las ventas, hay establecimientos de la industria de alimentos en México y otros países de Latinoamérica que tienen la oportunidad de recuperar más de MXN$30.000 netos al mes, unos US$1.760, especialmente en negocios individuales con márgenes bajos.

Pero a nivel de grandes superficies, y aunque la empresa no puede publicar los ingresos exactos de sus aliados, el CEO de Cheaf reconoció que “varios de ellos generan ventas de hasta 7 dígitos mensualmente (en conjunto de sus diversas sucursales de una misma marca)”, lo que Durand destaca como un “ingreso nuevo” generado a partir del mismo volumen de producción que tenían antes, “lo cual representa dinero que, de otra manera, habría ido a parar a un vertedero”.

En México, Cheaf trabaja con cadenas como Maison Kayser, El Globo, Montparnasse, Tierra Garat, Hotel Ibis, Fiesta Inn, Sanborns, entre otros. Mientras que en Chile, en donde opera desde octubre de 2023, está afiliada a Cencosud.

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Evitar el desperdicio libera presión a los consumidores de América Latina

Shahani, de Mill, señala que en Estados Unidos más del 25% de desechos promedio son residuos de alimentos, y de ese 25%, el 60% proviene de residencias y no de granjas o restaurantes.

Una de las razones para reducir el desperdicio de alimentos, más allá de los indicadores de responsabilidad social, es también la inflación, que estuvo en altos niveles en los últimos dos años en la región, y también en Estados Unidos.

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“En Estados Unidos, los consumidores pagan por la gestión de residuos directamente a la ciudad en la que viven o a través de sus impuestos locales. Se estimó que la industria de residuos en EE.UU. valía US$91.000 millones en 2022. Los costos de disposición están aumentando significativamente cada año debido al aumento de los costos laborales, la reducción de la capacidad de los vertederos y la creciente regulación”, precisó Shahani, quien será speaker en la quinta versión de StartCo en 2024, en Bogotá.

Es así como defiende que si los desperdicios de alimentos pueden ser reutilizados como alimento para animales o compostaje, se puede reducir el costo de los servicios de gestión de residuos para los consumidores, aumentar la eficiencia operativa de la industria de residuos y reducir la cantidad de emisiones de metano.

El contenedor desarrollado por Mill seca y muele los restos, convirtiéndolos en alimentos deshidratados limpios y secos. Una vez se llena, en un proceso que puede tardar hasta cuatro semanas, los usuarios pueden elegir si usarlo como compostaje en casa o en el vecindario, así como enviarlos de vuelta a la empresa para que se conviertan en ingrediente de alimentos para pollos, o en programas que devuelven estos nutrientes a una granja comunitaria. Mill, fundada en 2020, logró un recaudo de más de US$100 millones hasta agosto de 2023 para el desarrollo de su contenedor y modelo de negocio, según datos de Bloomberg.

“Es un hecho que la economía personal (poder adquisitivo) tiene, sin duda, una influencia sobre las familias para que, constantemente, estén buscando más y mejores alternativas para consumir productos de calidad a un menor precio”, dijo Durand, CEO de Cheaf, al señalar que los usuarios que buscan ahorro también les interesa consumir los productos de una marca que lleva a cabo acciones de sostenibilidad.

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La FAO señala que los niveles más altos de pérdidas ocurren en alimentos ricos en nutrientes, como frutas y verduras (32%), carne y pescado (12,4%).

Los datos de la startup mexicana demuestran que en México, los productos más demandados y rescatados son los de repostería y pastelería, mientras que en Chile la tendencia se inclina por frutas, verduras y lácteos.