Fenómeno de El Niño: así golpea a los cultivos, los precios y la alimentación en LatAm

En la mayor parte de los casos, las pérdidas de producción aumentan los costes del transporte, el suministro, la disponibilidad y, por lo tanto, el precio de alimentos para los consumidores finales

Maíz
14 de febrero, 2024 | 03:00 AM

Bloomberg Línea — El fenómeno de El Niño, que se ha manifestado con sequías y una ola de calor en varios países de la región, está golpeando también al campo y a los cultivos en un momento en el que Latinoamérica intenta contener la inflación y combatir el hambre, que afecta a un total de 43,2 millones de latinoamericanos y caribeños, de acuerdo con cifras de Naciones Unidas.

El fenómeno climático conocido como El Niño ha intensificado su presencia en América Latina y el Caribe, generando sucesos climáticos extremos que van desde sequías hasta inundaciones y alteraciones en los patrones de temperaturas, explicó a Bloomberg Línea la FAO.

La agricultura, que incluye los cultivos, la ganadería, los bosques, la pesca y la acuicultura, absorbe el 26% del total de los daños y pérdidas directas ocasionadas por este tipo de eventos, y hasta el 82% en el caso de las sequías.

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Esto es relevante en una región en la que más del 85% de la agricultura es de secano, es decir, que se sustenta en el agua de lluvia y no en la intervención del riego artificial.

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El golpe del fenómeno de El Niño en precios y cultivos en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela

El calor extremo encendió alarmas para la cosecha del campo argentino en el 2024, a medida que la falta de lluvias impacta a los cultivos de soja con lotes de inferior calidad y merma las esperanzas de niveles récord, mientras que en Brasil también hay alertas por el desempeño de este grano, pero también por el de trigo y el de maíz.

Entre tanto, la ola de calor y las sequías en Colombia y Chile se asocian como una de las causas de los graves incendios registrados en los últimos días en esos países, impactando la biodiversidad de ambos territorios.

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Además, en el caso de Colombia, los efectos derivados de El Niño se asocian a un deterioro de la calidad de productos como la acelga, apio, coliflor y cilantro, principalmente. La FAO anticipa un impacto potencial en la segunda temporada del maíz de agosto a noviembre, que representa el 40% de la producción anual. También se contemplan impactos en otros cultivos esenciales para los pequeños productores como el café.

En Perú se esperan lluvias por debajo del promedio en varias regiones y la sequía podría afectar la producción de cultivos de pancoger, cebolla, papa, maíz y café.

Y en el caso de Ecuador se prevé que haya una afectación en los ciclos agrícolas principales del maíz y el arroz entre enero y julio, los cuales representan entre un 65% y un 85% del total de la producción anual.

La escasez acumulada de precipitaciones en Venezuela podría tener un impacto en la segunda temporada de verano (va hasta mayo) y sus consecuencias se podrían reflejar en el maíz, la producción de arroz, frijol y café.

En Centroamérica, añadió la FAO, “las lluvias por debajo de la media podrían perturbar las operaciones de siembra y afectar al desarrollo de las principales cosechas de maíz y frijol de ‘primera’, que normalmente se siembran en mayo y junio y se cosechan a partir de agosto.

En ese escenario, dijo que los precios de estos dos productos podrían aumentar, lo que limitaría aún más el acceso a alimentos de los hogares vulnerables: “Si los pronósticos se mantienen, el impacto durante la temporada de postrera, que va de agosto a diciembre, también podría ser importante”.

Impacto en materias primas e inflación

El precio de los alimentos se ve presionado por el fenómeno de El Niño.

El economista y profesor de Relaciones Internacionales de ESPM en Brasil, Georg Uebel, recuerda que estos fenómenos climáticos por lo general traen impactos en las materias primas, por lo que las economías que son altamente dependientes a ellas, especialmente aquellas con un foco agroexportador como las del Cono Sur, tienen una afectación mayor en comparación a otras que tienen su matriz diversificada.

En la mayor parte de los casos, las pérdidas de producción aumentan los costes del transporte, el suministro, la disponibilidad y, por lo tanto, el precio de alimentos para los consumidores finales.

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Moody’s Investors Service ya había advertido el año pasado que “el predominio de América Latina en los mercados agrícolas y mineros globales significa que cualquier perturbación de la oferta interna influirá inevitablemente en los precios mundiales de las materias primas”.

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Felipe Hernández, economista de América Latina en Bloomberg Economics, señala que los precios de los alimentos, principalmente de productos frescos, aumentaron en México, Chile y Perú, en medio de la amenaza inflacionaria por El Niño.

La inflación interanual en Brasil se ubicó en el 4,51% en enero, mientras que en Chile llegó al 3,8%, con el impulso de los alimentos en ambos casos y superando las expectativas del mercado. Entre tanto, en México la inflación se aceleró por tercera vez consecutiva al 4,88% anual.

Consecuencias en la agricultura familiar

El vicepresidente de la Confederación Nacional de Trabajadores Rurales y Agricultores Familiares (Contag) en Brasil, Alberto Broch, complementa que el impacto de El Niño en América Latina cambia el ritmo de la producción y su impacto suele ser heterogéneo dependiendo de la subregión.

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“El Niño tiende a amplificar los efectos negativos del cambio climático y su impacto en la agricultura – especialmente en la agricultura familiar y campesina – suele resultar en una serie de pérdidas para los agricultores y para los consumidores”, dijo a Bloomberg Línea el también presidente de la Confederación de Organizaciones de Productores Familiares del Mercosur Ampliado (Coprofam).

En todo caso, “para la agricultura familiar su impacto resultó en pérdida de producción, de ingresos y, en algunos casos, de vivienda, afectando drásticamente su seguridad alimentaria y hogar”, dijo Broch.

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Cosechas afectadas por el fenómeno de El Niño

Un trabajador examina las plantas de soja en una granja afectada por la sequía en San José de la Esquina, Argentina, el 6 de abril de 2023.Fotógrafo: Natalia Favre/Bloomberg

Las principales cosechas afectadas hasta el momento fueron las de granos en términos de valor económico por haber cambiado el ritmo de las exportaciones, detalla Broch.

Por ejemplo, se estima que la actual cosecha de granos en Brasil llegue a los 306,4 millones de toneladas, lo que supondría una caída del 4,2% frente a la anterior, ante los ya evidentes efectos de El Niño, según la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab).

Según la FAO, en América Latina y el Caribe el principal cereal afectado, aunque no el único, será el maíz, ya que indica que el déficit de precipitaciones podría reducir los periodos de siembra y cosecha, con impactos negativos en la producción final.

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“En el caso de El Niño tenemos la incidencia de ondas de calor y ondas de lluvia que son irregulares y afectan la producción, especialmente de los commodities como trigo, como maíz. En el caso de Brasil, la producción de soja, que depende de una regularidad tanto en las temperaturas como de las lluvias”, detalló el académico Georg Uebel.

En su opinión, esta situación sí puede tener incidencia en los precios, que evidentemente serán más altos “si la oferta de estos commodities fuera reducida por causa de estos impactos climáticos”, dijo.

En el caso de estados productores como Rio Grande do Sul, en el sur de Brasil, los eventos climáticos extremos producidos por las lluvias de final de año tuvieron impactos directos en las producciones de tomate, cebolla, lechuga, así como de lácteos.

Un golpe para la alimentación por El Niño

La FAO indicó a Bloomberg Línea que fenómenos como El Niño afectan de manera desproporcionada a los grupos más vulnerables y aumentan la presión sobre los sistemas agroalimentarios, por lo que una “potencial disminución de la producción agrícola, ganadera y piscícola, puede conducir a una menor disponibilidad de alimentos y reducir los ingresos de los hogares vulnerables”.

“Esto se sumaría a otros desafíos, como el limitado crecimiento económico y las altas tasas de inflación que han repercutido en un aumento considerable en el precio de los alimentos en los países y de los insumos productivos. Este aumento o la menor disponibilidad pueden llevar a las personas a optar por alimentos más baratos, pero menos preferidos y nutritivos”, indicó la FAO.

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Este escenario, conllevaría para las familias en Latinoamérica reducir tanto la calidad como la diversidad de la dieta, lo que generará deficiencias de micronutrientes y a la malnutrición, especialmente en los países en desarrollo.

Por lo anterior, la entidad insta a reforzar las acciones para reducir potenciales crisis humanitarias; así como proteger la agricultura y la seguridad alimentaria de la población. D

Desde la FAO, están impulsando un programa para abordar el impacto del fenómeno de El Niño, con la participación de los gobiernos y varios actores humanitarios y del desarrollo, con el fin de superar el paradigma reactivo y promover la prevención y la reducción del riesgo.

Las olas de calor en Latinoamérica

Tatiana Céspedes, coordinadora de campañas para Greenpeace Colombia, explica a Bloomberg Línea que las olas de calor son cada vez más frecuentes y con mucha más intensidad, dando poco margen de respuesta, poniendo en riesgo la salud de las personas, animales y plantas.

En este sentido, advierte que “implementar estrategias de adaptación se hace vital, especialmente cuando se generan desplazamientos forzados a causa de esta misma crisis climática”.

En términos generales, dijo que las olas de calor hacen que el monte tenga estrés hídrico y sea más vulnerable a los incendios. El resultado es un paisaje seco, continuado e inflamable: “Un incendio en este paisaje, al tener vegetación continuada, será rápido y devastador”.

Según indicó, los impactos del cambio climático ya son perceptibles y se evidencian en el hecho de que la temperatura media mundial ha aumentado ya 1,11 (± 0,13) °C desde la época preindustrial, mientras que las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global siguen aumentando cada año, alcanzando el máximo de 59 GT CO2 eq. en 2019.