Los más recientes datos de la economía estadounidense son mejores de lo que la mayoría se permitía prever hace un año. Su inflación ha descendido mucho más aprisa de lo que preveía la Fed, y de momento sin la abrupta ralentización de la actividad económica y el incremento del desempleo que muchos economistas veían como probables. Ahora que los precios están de nuevo bajo control, los inversionistas están convencidos de que el próximo movimiento de las tasas de interés se producirá hacia abajo. Las únicas interrogantes son cuándo y cuánto.
Lo prudente sería ser cautos. El ansiado aterrizaje suave resulta cada vez más probable, pero no por ello el trabajo de la Fed será más fácil. Durante su reunión de esta semana, los responsables políticos de la banca central deberán evaluar los riesgos y las incógnitas que todavía podrían frustrar las expectativas.
Los nuevos datos de inflación corroboran los avances logrados hasta la fecha. El indicador favorito de la Fed, el índice de precios de los llamados gastos básicos de consumo personal, registró en diciembre un aumento del 2,9% con respecto al 2022, frente al 3,2% registrado hasta el mes de noviembre. En cualquier caso, estos datos infravaloran el reciente ritmo de desinflación. Para el segundo semestre de 2023, los precios del PCE básicos aumentaron solo un 1,9% en tasa anual, situando ese indicador de nuevo en el objetivo del 2% de la Fed.
No obstante, es prematuro proclamar el triunfo. En efecto, la combinación de una política monetaria restrictiva y una demanda de consumo estable, junto con un desempleo muy bajo y una inflación a la baja, es bienvenida, pero al mismo tiempo enigmática. Las proyecciones del 2023 fueron refutadas por todos lados, lo que obliga a ser humildes a la hora de predecir el futuro.
A primera vista, una economía que está creciendo, con un mercado laboral fuerte y salarios en aumento, no necesita demanda adicional ni tasas de interés más bajas. El sentimiento del mercado se basa en parte en el supuesto de que el firme ajuste monetario de la Reserva Federal que comenzará en la primavera de 2022 puede y debe revertirse tan pronto como la inflación más baja lo permita: en otras palabras, con la inflación contenida, la política monetaria debería volver a la normalidad. Este razonamiento es cuestionable. En primer lugar, la Reserva Federal todavía no ha alcanzado el objetivo de inflación. En segundo lugar, como lo atestigua la serie de errores de pronóstico recientes, es posible que lo que era normal antes de la pandemia ya no funcione. La agitación en el mercado laboral, por ejemplo, ha distorsionado la relación entre renuncias y vacantes, haciendo más difícil juzgar qué tan estrictas son las condiciones y, por ende, dónde deberían estar las tasas de interés.
En cualquier caso, los argumentos a favor de tasas más bajas deberían depender de las perspectivas de la demanda, no sólo del progreso hasta la fecha para frenar el aumento de los precios. De hecho, es probable que la demanda disminuya en los próximos meses, gracias a los altos costos de endeudamiento, el crecimiento moderado del ingreso real disponible y la disminución del ahorro. La Reserva Federal es consciente de esta perspectiva y, dado el retraso antes de que los cambios en las tasas de interés afecten a la economía, deseará relajar su política con anticipación. Desafortunadamente, si anticipa con demasiado entusiasmo y la demanda no disminuye como se esperaba, una economía sobreestimulada podría, incluso ahora, anular la aparente victoria del banco central sobre la inflación.
Siempre fue así: la política monetaria no es fácil. Aún así, con la economía en su trayectoria actual, el dilema de la Reserva Federal es un buen problema. Ya no se trata de luchar con la necesidad de tasas de interés más altas, sólo con el ritmo de una futura flexibilización. En este momento, puede permitirse el lujo de ser paciente, ya que la mayoría de los inversores no esperan ningún recorte de tipos antes de marzo. Para entonces, los datos habrán arrojado más luz sobre hacia dónde podría dirigirse esta desconcertante economía.
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