Bloomberg — Las frutas y legumbres que se cultivan en huertos urbanos europeos y estadounidenses producen una huella de carbono de promedio seis veces superior a la de los mismos alimentos cultivados en granjas tradicionales, según indican los investigadores.
En la investigación, liderada por científicos de la Universidad de Michigan y divulgada este lunes en Nature Cities, participaron como ciudadanos jardineros y agricultores de setenta y tres zonas de agricultura urbana situadas en Francia, Alemania, Polonia, Reino Unido y Estados Unidos. Se trata del mayor estudio jamás realizado para contrastar los niveles de emisiones de la agricultura urbana y la convencional.
Los responsables de la investigación hicieron un seguimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la infraestructura agrícola, los insumos y del agua de irrigación mediante registros diarios efectuados durante la temporada de 2019. Encontraron que, como promedio, los productos cultivados en huertos urbanos emitían 0,42 kilogramos (0,9 libras) de CO2 equivalentes por porción, frente a los 0,07 kilogramos de CO2 equivalentes por porción de los alimentos provenientes de granjas convencionales.
No obstante, se comprobó que ciertos cultivos son menos intensivos en carbono cuando se producen en ciudades que en fincas tradicionales. El tomate urbano a menudo supera al convencional, principalmente a causa de la intensidad de energía de los invernaderos con fines comerciales. Las hortalizas convencionales más perecederas, por ejemplo los espárragos, que con frecuencia se despachan en avión, también presentan una huella de carbono equivalente o superior a la de los mismos cultivos en la ciudad.
Alrededor del 20% al 30% de los habitantes de las ciudades del mundo participan en alguna forma de agricultura urbana, la mayor parte de la cual se realiza en terrenos al aire libre. Cultivar alimentos en las ciudades tiene beneficios como mitigar las temperaturas más altas causadas por el asfalto y el hormigón que atrapan el calor, conocido como efecto isla de calor urbano . También proporciona beneficios sociales y de salud clave a las personas involucradas: mejora su salud mental, mejora sus dietas y fortalece las redes sociales locales.
Las investigaciones sobre los cultivos que los agricultores urbanos eligen cultivar sugieren que su motivación para elegir una verdura u otra varía sustancialmente y depende de prioridades como tener una dieta equilibrada o preferencias culturales. Las personas pueden optar por cultivar alimentos que no están ampliamente disponibles en la ciudad en la que viven. Pero la motivación más común entre los científicos encuestados para esta investigación fue la sostenibilidad ambiental.
“La agricultura urbana ofrece una variedad de beneficios sociales, nutricionales y ambientales basados en el lugar, que la convierten en una característica atractiva de las futuras ciudades sostenibles”, dijo Jason Hawes, coautor principal del artículo, en un comunicado. “Los profesionales de la agricultura urbana pueden reducir sus impactos climáticos cultivando cultivos que normalmente se cultivan en invernaderos o se transportan por vía aérea, además de realizar cambios en el diseño y la gestión del sitio”.
Los autores encontraron que cambiar de cultivos no es la única forma de hacer que la agricultura urbana sea más respetuosa con el clima. “La mayoría de los impactos climáticos en las granjas urbanas se deben a los materiales utilizados para construirlas: la infraestructura”, dijo el coautor principal Benjamin Goldstein. “Estas granjas normalmente sólo funcionan durante unos pocos años o una década, por lo que los gases de efecto invernadero utilizados para producir esos materiales no se utilizan de manera efectiva”.
Ampliar la vida útil de materiales y estructuras como canteros elevados, contenedores de compostaje y cobertizos puede ayudar a reducir la huella de un jardín urbano. Los investigadores también sugieren reutilizar residuos urbanos, como escombros de construcción y demolición, para construir estructuras, y utilizar agua de lluvia y agua reciclada para riego.
Los investigadores concluyeron que los beneficios sociales de la agricultura urbana son tan altos que, cuando se consideran junto con el impacto ambiental y de carbono, aún superan a la agricultura convencional.
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