Bloomberg — La inflación anual de Brasil se redujo en una desaceleración mucho mayor de lo esperado, manteniendo al banco central en el camino de seguir relajando su estricta política monetaria.
Los datos oficiales publicados el viernes mostraron que los precios al consumo aumentaron un 4,47% con respecto al año anterior, por debajo de todas las estimaciones de una encuesta de Bloomberg entre analistas, cuya previsión media era del 4,63%. La inflación mensual se situó en el 0,31%.
Los tipos swap de los contratos con vencimiento en enero de 2025, que indican la opinión del mercado sobre la política monetaria a finales de este año, cayeron cinco puntos básicos en las operaciones matinales tras la inflación más lenta de lo previsto.
Las autoridades planean bajar la Selic de referencia al 11,25% la próxima semana y aplicar otro recorte de medio punto en marzo, tras revertir el repunte de los precios que siguió a la pandemia. Pero los brasileños aún no están tranquilos. Los hogares se han visto presionados por los elevados costes de bienes como los alimentos, y el presidente Luiz Inácio Lula da Silva está cada vez más preocupado por una desaceleración económica.
En las dos primeras semanas de enero, el precio de los alimentos y las bebidas subió un 1,53%, mientras que los artículos de salud y cuidado personal subieron un 0,56%, lo que representa los mayores impulsores de la inflación del periodo, según la agencia de estadística. Por su parte, los costes del transporte cayeron un 1,13%, gracias a la bajada de los precios de los billetes de avión y el combustible.
El descenso sitúa ahora la inflación anual dentro de la banda objetivo del banco central para 2024 del 3%, más o menos 1,5 puntos porcentuales. Para algunos analistas, los avances en la lucha contra la subida de los precios al consumo abren la puerta a una relajación monetaria aún más agresiva.
“Esperamos un recorte de tipos de 50 puntos básicos la próxima semana, pero no podemos descartar una acción más audaz, ya que unos tipos reales más altos son una amenaza para la recuperación”, escribió el viernes Andrés Abadía, economista jefe para América Latina de Pantheon Macroeconomics.
Los costes de endeudamiento de dos dígitos que redujeron la inflación anual desde su máximo de 2022 de más del 12% están ejerciendo ahora un importante lastre sobre el crecimiento. Con poco espacio en el presupuesto nacional para nuevos desembolsos, los halcones fiscales y los inversores temen que Lula intente impulsar la economía mediante estímulos estatales.
Esta semana, el gobierno de izquierdas anunció planes para invertir miles de millones de dólares en la modernización de sectores económicos clave. Lula afirma que el impulso a la reindustrialización es necesario para ayudar a Brasil a competir en la escena mundial, pero los mercados se desplomaron ante la noticia.
La mayoría de los economistas siguen pronosticando que la inflación anual se mantendrá por encima del objetivo del 3% fijado por el banco central para este año y el próximo, en gran medida por las dudas sobre el compromiso del Gobierno de sanear las cuentas públicas.
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