Muchos de los alumnos tienen un profesor preferido. ¿Puede que en el futuro ese profesor sea... un chatbot? En parte, esta respuesta puede depender de si la inteligencia artificial (IA) consigue convertirse en la última gran innovación tecnológica en educación o se une a la extensa lista de desilusiones en este campo.
Es previsible que surjan dos clases de educación impulsada por la inteligencia artificial, y sus efectos serán muy distintos. Los dos enfoques son verdaderamente esperanzadores, aunque ninguno de los dos complacerá a todo el mundo.
El primer grupo se asemejará a plataformas de enseñanza como Khan Academy, Duolingo, GPT-4 y otros muchos servicios. A medida que pase el tiempo, estos recursos se harán más multimedia, con respuestas más veloces, más detalladas y más efectivas en la creación de cuestionarios, ejercicios y demás información. La inteligencia artificial se adaptará a las necesidades de quienes tengan un estilo educativo muy personalizado, por ejemplo, quienes prefieran los videos a la lectura de textos, o aquellos que deseen lecciones más pausadas o más ágiles. Su precio será razonablemente asequible: Khan Academy es gratuita y GPT-4 cuesta US$20 dólares mensuales, y la competencia en estos mercados irá en aumento.
Aquellos que quieran, podrían acceder a algo así como un tutor universal, conforme a la visión de Neal Stephenson en su obra The Diamond Age (La era del diamante). Ahora bien, ¿realmente cuántos querrán optar por esta vía? Mi estimación indica que se tratará de una evidente minoría entre la población, muy inferior al 50%, tanto en los grupos de menos edad como en los de mayor edad.
Para ver por qué, considere otras opciones actuales, como ver YouTube para dominar conocimientos científicos o matemáticos (normalmente gratis), leer ediciones antiguas de libros de texto (barato en Amazon) o contratar a un tutor experto (más caro). Ninguno de esos enfoques es muy popular actualmente. Las personas pueden recurrir a estos servicios si su educación lo requiere, pero de lo contrario no aprovechan estas oportunidades incluso cuando son gratuitas. Irán a la tumba sin saber acerca de los problemas de entrelazamiento en la mecánica cuántica .
Los chatbots probablemente harán que la educación sea más divertida, pero para la mayoría de las personas existe un límite en lo divertida que puede ser la instrucción. Este tipo de IA atraerán a los infóvoros, pero la mayoría de la gente seguirá prefiriendo interactuar con amigos y familiares, una fuente de diversión conocida y generalmente barata, similar a escuchar música o soñar despierto. Los chatbots educativos no serán más divertidos y gratificantes que lo que usted elegiría hacer con ese tiempo por su cuenta.
La experiencia con YouTube, que utiliza la mayoría de la gente, es la mejor razón para ser optimista sobre el futuro de los robots de tutoría de IA. Sin embargo, mucha gente usa YouTube para propósitos bastante específicos: para responder preguntas prácticas (reiniciar su iPad, arreglar una llanta pinchada, etc.), para mirar y escuchar música, o simplemente para escuchar a la gente hablar por diversión (PewDiePie). .
Todo lo cual quiere decir: este tipo de chatbots de IA podrían reemplazar a los profesores hasta cierto punto y brindar retroalimentación más individualizada. Pero no aumentarán significativamente el tiempo total dedicado al aprendizaje.
Sin embargo, existe otro camino por el que podría avanzar la educación en IA, y puede terminar siendo mucho más generalizado, incluso si inquieta a algunas personas. Imagine un chatbot programado para ser amigo de su hijo. Sería exactamente el tipo de amigo que su hijo quiere, incluso (eso espera usted) el tipo de amigo que su hijo necesita. Su hijo podría hablar con este chatbot durante horas cada día.
Con el tiempo, estos chatbots enseñarían a los niños cosas valiosas, incluso sobre matemáticas y ciencias. Pero sucedería lenta y sutilmente. Cuando estaba en la escuela secundaria, tenía dos amigos (humanos) cercanos con quienes hablaba a menudo de economía. Aprendimos mucho el uno del otro, pero ante todo éramos amigos, y las conversaciones surgieron de eso. Resulta que los tres terminamos convirtiéndonos en economistas profesionales.
Este podría ser el camino que siguen los chatbots de IA más populares y eficaces: el modelo de “la amistad primero”. En ese escenario, un chatbot con IA no tiene por qué ser más divertido que pasar tiempo con amigos, porque es en sí mismo una especie de amigo. A través de una especie de ósmosis, el niño podría interesarse en algunos temas planteados por el chatbot de IA, y el chatbot podría brindarle más información e inspiración en esas áreas. Pero la amistad seguiría siendo lo primero.
Sin duda, a muchos padres les resultará extraño que sus hijos estén tan cerca de los chatbots. Algunos incluso pueden prohibir cualquier relación, como lo hacen ahora con un ser humano que consideran una mala influencia. Sin embargo, el modelo que prioriza la amistad es la fórmula más prometedora para la educación impulsada por la IA. Y la pregunta más importante quizá no sea si funcionará, sino qué tan cómodos se sienten los padres con ello.
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