Latinoamérica terminaría el 2024 con un crecimiento mediocre, dado que las potencias mundiales verán una desaceleración en sus economías, lo que impactará en países productores de materias primas. Al menos, eso es lo que proyectó la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su informe “Situación y perspectivas de la economía mundial” (WESP, por sus siglas en inglés) 2024.
“Las perspectivas para América Latina y el Caribe siguen siendo difíciles, con una previsión de desaceleración del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del 2,2% en 2023 al 1,6% en 2024″, señala el documento.
Los analistas de la ONU señalan que el crecimiento de la región superó las expectativas en 2023 gracias a la resiliencia del consumo y la inversión, las fuertes entradas de capital y la solidez de la demanda externa.
Y aclaran que, si bien la inflación ha venido retrocediendo, se mantiene en niveles elevados y “persisten los retos estructurales y de política macroeconómica”.
“En 2024, el endurecimiento de las condiciones financieras socavará la demanda interna, y el menor crecimiento de China y de los Estados Unidos limitará las exportaciones”, destaca el informe.
Qué se espera para Estados Unidos y China
Como se menciona en el último párrafo, la desaceleración de los dos gigantes de la economía mundial traccionará a la baja a la región. En relación a Estados Unidos, el WESP destaca que el país tuvo unos resultados muy positivos el año pasado, pero se prevé que el crecimiento se desacelere, pasando de un 2,5% estimado en 2023 a un 1,4% en 2024.
Más allá de Estados Unidos, la ONU espera una ralentización de las economías desarrolladas, que incluye a Japón (creció 1,7% en 2023 y crecería 1,2% en 2024). En tanto, Europa crecería 1,2% en 2024, lo que implica una mejora respecto del 0,5%, pero un número insuficiente para empujar.
Respecto de China, gran demandante de materias primas, la ONU señala: “Dio un giro en el segundo semestre de 2023, con una tasa anual de crecimiento del 5,3%, lo que supone un aumento en comparación con el 3% en 2022 (...) el crecimiento descenderá moderadamente hasta el 4,7 % en 2024″.
Incertidumbre mundial
Los autores del WESP resaltan que las condiciones financieras “restrictivas”, junto con un “creciente riesgo” de fragmentación geopolítica, plantean riesgos cada vez mayores para el comercio mundial y la producción industrial.
“En este contexto de riesgos e incertidumbres persistentes, se prevé que el crecimiento del PIB mundial se ralentice, pasando del 2% estimado para 2023 al 2,4% en 2024″, advierte el estudio. Por otro lado, prevé que el crecimiento mejore moderadamente hasta el 2,7% en 2025, pero manteniéndose por debajo de la tasa de crecimiento tendencial prepandémica del 3%.
Aunque la economía mundial evitó el peor escenario posible de recesión en 2023, se avecina un período prolongado de bajo crecimiento, según el organismo internacional.
Problema de largo plazo
“Latinoamérica tiene una serie de retos estructurales que limitan su crecimiento y la alejan de la tendencia de las demás regiones”, por lo que el mediocre desempeño esperado en este 2023 debería abordarse no como algo pasajero sino como “un problema de largo plazo”, había mencionado en una entrevista con Bloomberg Línea el economista jefe del Banco Mundial (BM) para la región, William Maloney, en octubre de 2023.
En línea con lo antes mencionado, el funcionario del BM subrayó: “La pregunta de por qué el continente va mediocre es clave. En el corto plazo tiene algo que ver con el desempeño de las economías avanzadas, el desempeño de China, las tasas de interés en los países avanzados y con el precio de materias primas, pero es un problema de largo plazo”.
En aquella oportunidad, Maloney expresó que el crecimiento actual es más o menos el mismo ritmo que experimentó la región en la década de 2010, cuando crecía un 2,2% y el resto del mundo crecía un 3,1%.