Bloomberg — Tras unas semanas digiriendo la sorprendente entrada de Antofagasta Plc en su registro de accionistas, Buenaventura ve al nuevo inversor como un aliado en sus planes de crecimiento del cobre, más que como un rival que ambiciona el control de la empresa peruana.
Las acciones de Buenaventura han subido un 50% desde mediados de diciembre, cuando Antofagasta reveló una participación del 19%. Esto convierte a Antofagasta en el mayor accionista después de las participaciones combinadas de los miembros del clan Benavides, fundador de la minera peruana. Algunos inversores han especulado con la posibilidad de que la empresa controlada por la familia más rica de Chile intente hacerse con Buenaventura en algún momento.
“En la poca conversación que ha habido, hay amabilidad”, dijo el presidente Roque Benavides, añadiendo que tiene una relación personal con su homólogo en la empresa chilena, Jean-Paul Luksic. “Participan como accionistas cualificados. Nada más que eso”.
Antofagasta ha indicado que el principal motivo de su inversión es ganar exposición a los activos de cobre de Buenaventura, dijo. La participación también abre la puerta a ganar presencia en el consejo de administración, una propuesta que se estudiará en la junta de accionistas de marzo.
Aunque la empresa con sede en Lima es conocida principalmente por sus minas de metales preciosos, también posee el 20% de la gigantesca mina de cobre de Cerro Verde, explotada por Freeport-McMoRan Inc. y entre sus proyectos en cartera figura el yacimiento de cobre de Trapiche, para el que podría buscar un socio capitalista. Ese socio podría ser Antofagasta, aunque un acuerdo de este tipo significaría que la empresa, que cotiza en Londres, tendría que abstenerse en las votaciones del consejo de administración, dijo Benavides.
Antofagasta ha tropezado en sus anteriores intentos de estar presente fuera de Chile, concretamente en Pakistán y Estados Unidos. Está estudiando Perú para aumentar su perfil de producción en un momento en que se prevé que el mercado del cobre se estreche, con minas cada vez más difíciles de construir y una demanda que se acelera en la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles.
“El cobre brilla tanto como el oro en estos tiempos”, dijo Benavides.
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