Secuela de Aquaman es el último suspiro de relevancia de una franquicia que se hunde

Aquaman y el Reino Perdido llega cuando el Universo Extendido DC está boqueando su última bocanada de aire antes de hundirse en el fondo del océano de las franquicias

Aquaman
Por Esther Zuckerman
21 de diciembre, 2023 | 05:00 PM

Bloomberg — Voy a decir esto sobre Aquaman y el Reino Perdido, la secuela en desarrollo de Aquaman de 2018, protagonizada por Jason Momoa en el papel principal: Me he reído bastante. ¿Importa que las partes más divertidas no tuvieran que serlo? La verdad es que no.

Es el enigma esencial de esta pieza de propiedad intelectual de DC Comics. El propio concepto es absurdo, a veces con un guiño irónico. Y es difícil no reírse cuando la ganadora del Oscar Nicole Kidman se ve obligada a soltar diálogos sin sentido (“Enviaré un cefalópodo contigo”) y a repetir la palabra “orichalcum” (el legendario metal de Atlantis, que emite gases de efecto invernadero) con una seriedad mortal.

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Aquaman y el Reino Perdido llega cuando el Universo Extendido DC está boqueando su última bocanada de aire antes de hundirse en el fondo del océano de las franquicias, para no volver a ser visto jamás. Este rincón del mercado de los superhéroes se está cerrando prácticamente mientras el relativamente nuevo CEO de DC Studios, James Gunn, reinventa el universo de nuevo, empezando por Superman: Legacy, prevista para 2025.

Dado que la última aventura de Aquaman se retrasó de 2022 a 2023, llega a los cines como una idea tardía. (Aunque la película, del talentoso director de cine de terror James Wan, no es el desastre del tamaño de una ballena que esperaban los expertos, tampoco es una gran despedida de esta versión de los personajes. Es simplemente una aventura sin sentido, independiente.

La película comienza con un prólogo absurdo en el que Momoa describe lo que ha estado haciendo en una versión del meme *Record Scratch* *Freeze Frame*. Su personaje, Arthur Curry, también conocido como Aquaman, es ahora padre de un niño con su esposa, Mera, interpretada por Amber Heard, cuya batalla legal en la vida real con su exesposo, Johnny Depp, añadió otra capa de frenesí mediático en torno a esta producción. Tiene una buena cantidad de tiempo en pantalla, por si sirve de algo, pero tanto Mera como la madre de Aquaman, Atlanna (Kidman), quedan rápidamente marginadas por la trama.

Arthur divide su tiempo entre la tierra y el mar. En este último, ejerce de rey de Atlantis, pero no está muy contento con el trabajo debido a toda la burocracia. Sólo quiere estar nadando por ahí pateando traseros, así que tenemos diálogos como éste: “Estoy tan aburrido que ni siquiera sé qué extremo del Rey Salmuera se supone que estoy mirando”. (El Rey Salmuera, para los que no lo sepan, es una especie de cangrejo gigante que, de hecho, es el rey de uno de los reinos atlantes).

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El mundo de Arthur se trastorna cuando su viejo enemigo David Kane, alias Manta Negra (Yahya Abdul-Mateen II), desentierra un tridente maligno en su afán por asesinar a Arthur en venganza por la muerte de su padre. El espíritu de un antiguo gobernante malvado, que ahora parece una especie de esqueleto espeluznante, posee a Kane, dándole fuerzas y diciéndole que recibirá la venganza que ansía si le ayuda a desatar un ejército de monstruos muertos hace mucho tiempo y atrapados en el hielo. Para ello, Kane empieza a recoger suministros del preciado oricalco, una sustancia que eleva la temperatura del mundo.

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Aquaman debe formar equipo con su hermanastro Orm (Patrick Wilson), ahora encarcelado, el villano de la primera película, para salvar el día.

El propio Momoa es un defensor de la sostenibilidad, y la trama del cambio climático está en consonancia con su activismo fuera de la pantalla. Es bienintencionado y, sin embargo, con todo su discurso sobre el gas mágico que contamina el medio ambiente (en lugar de, ya sabes, los seres humanos), también se las arregla para restar importancia a la auténtica crisis a la que se enfrenta nuestro planeta. Además, el impulso narrativo que tenía (para empezar, nunca fue precisamente propulsivo) se estanca cuando Kane y su trama ocupan el centro del escenario.

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La llegada de Wilson como Orm anima un poco las cosas, en parte porque Wilson está intensamente comprometido con el papel. Su arrogancia está bien interpretada y contrarresta la energía de macho que destila Momoa. Wilson saca partido de un pequeño momento en el que Orm no sabe cómo mover los brazos al correr porque, por supuesto, es del mar.

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Hablando del mar: Bajo el agua es donde Aquaman y el Reino Perdido da lo mejor de sí, porque es donde Wan y su equipo de producción pueden dar rienda suelta a su creatividad. Un interludio, por ejemplo, en el que Aquaman y Orm visitan a un señor del crimen inspirado en Jabba el Hutt, al que pone voz Martin Short, mientras un cantante de antorchas canturrea, es bastante divertido. Por desgracia, las idas y venidas con Manta Negra son mortíferas, pero no de forma divertida, y cuando se introducen verdaderas apuestas en forma de peligro para los seres queridos de Aquaman, se registran como un guijarro en un estanque.

En última instancia, Aquaman y el Reino Perdido parece destinada a caer en el olvido, al igual que el reino que imagina. Esos malos deberían haber permanecido enterrados.

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