Bloomberg Línea — EE.UU. y China buscan reparar su tensa y fracturada relación en medio del pulso por su influencia en Latinoamérica, una región clave en el ámbito de la exportación de materias primas y que en medio de las transiciones políticas en varias de las mayores economías regionales se juega su propio ajedrez geopolítico.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo chino, Xi Jinping, se reunieron por primera vez en un año en California para darle un segundo aire a su relación bilateral en el marco de las tensiones geopolíticas y económicas.
Latinoamérica y el Caribe juegan un papel clave ante el aumento de la influencia del gigante asiático en la región, al punto de que el intercambio comercial se multiplicó 35 veces su valor en este siglo, al pasar de los US$14.000 millones en el año 2000 a los US$500.000 millones en 2022, según un reciente informe de Cepal.
Muestra del impacto de este flujo comercial es que “1 de cada 5 dólares de valor agregado generado en América Latina y el Caribe se exporta a China en los sectores de la agricultura, ganadería y pesca, y en el caso de los productos mineros”, dice Cepal.
“Este acercamiento debe ser observado con atención, pero también con cautela. A pesar de que ambos líderes parecen haber hecho esfuerzos por limar asperezas, las condiciones estructurales de su rivalidad permanecen”, manifestó a Bloomberg Línea en Colombia el profesor del Departamento de Ciencia Política y Estudios Globales de la Universidad de los Andes, Víctor Mijares.
Sin embargo, apuntó, “parece que buscan gestionar esta rivalidad y convertirla en una relación constructiva que no afecte la interdependencia económica ni la cooperación mínima necesaria en materia de transparencia para la seguridad internacional”.
EE.UU. y China han acordado reforzar el diálogo en aspectos como la lucha contra los estupefacientes, el restablecimiento de los intercambios militares de alto nivel o la creación de un grupo de trabajo sobre inteligencia artificial, pero también han marcado sus diferencias, en especial sobre las ambiciones territoriales chinas en Taiwán.
En todo caso, el presidente chino, Xi Jinping, destacó el vínculo de su país con EE.UU. como “la relación bilateral más importante del mundo”. De acuerdo con cifras de Bloomberg News, el comercio bilateral entre Estados Unidos y China ascendió a casi US$760.000 millones el año pasado.
“Puede que nuestras naciones compitan, pero eso no significa que no podamos hacerlo de forma responsable”, escribió Biden en sus redes sociales tras el encuentro.
¿Deterioro de la relación China-EE.UU. puede impactar a Latinoamérica?
Víctor Mijares, de la Universidad de los Andes, reflexionó que América Latina, “que ha mantenido en su mayoría una postura que podría describirse como de equidistancia estratégica -es decir, que a pesar de sus dependencias hacia un lado o hacia el otro, intenta mantener relaciones no demasiado tensas con ninguna de las dos grandes potencias-, podría beneficiarse de este acercamiento”.
“Esto permitiría una reducción en las tensiones de polarización internacional, otorgando un mayor margen de maniobra a su política de equilibrios. Esto es una buena noticia para la región, ya que a medida que estas dos potencias se acerquen, habrá más oportunidades de negocio y menores tensiones”, opinó.
Asimismo, consideró que en un escenario de relajamiento de las tensiones, América Latina no se verá obligada a “tomar partido de forma abierta por ninguna de las dos”.
“Por el contrario, si esta relación se deteriora, el escenario no sería el más conveniente para la mayoría de los países de la región, ya que tendrían que tomar decisiones que implicarían siempre un sacrificio de oportunidades y un aumento de riesgos”, consideró.
Consultado por Bloomberg Línea, el vicepresidente Global de Negocios para Values AAA-Banca de Inversión, Álvaro Humberto Ojeda, expuso que, según cómo se desarrollen las relaciones bilaterales de las dos naciones, podría haber choques en “las dinámicas comerciales de la región, generando oportunidades, pero también desafíos”.
Desde su punto de vista, el giro que tome ese vínculo entre las dos potencias “impactará en la toma de decisiones políticas y económicas de los países latinoamericanos, considerando la importancia de ambos gigantes en la escena internacional”.
“Como banco de inversión, sabemos que todo lo que orbita en los intereses económicos y políticos de las potencias China y Estados Unidos, trae consecuencias para el mundo, donde Latinoamérica no es la excepción. El acercamiento entre EE.UU. y China (a nivel de jefes de Estado) podría tener variadas y diversas implicaciones para nuestra región, en su mayoría económicamente emergente”, complementó.
El pulso por la influencia en LatAm
Latinoamérica sigue de cerca los posibles efectos de una mejora en la tensa relación entre las dos mayores potencias económicas mundiales, ante la alta dependencia que tiene de ambos mercados.
A principios de mes, el presidente estadounidense advirtió sobre la “trampa de la deuda” china en el marco de la primera cumbre de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP) en la que participaron los líderes de once países de Latinoamérica.
“Estados Unidos ya es, con diferencia, la mayor fuente de inversión en América Latina y el Caribe, y vamos a asegurarnos de que nuestros vecinos más próximos sepan que pueden elegir entre la diplomacia de la trampa de la deuda y enfoques transparentes de alta calidad para las infraestructuras y el desarrollo”, dijo Biden en su momento.
En este sentido, también se pronunció este mes la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, quien abogó en el Foro de Inversión Responsable del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por una mayor colaboración entre Estados Unidos y Latinoamérica para fortalecer las cadenas de suministro y cortar la dependencia de China.
Según datos del Banco Mundial, en el año 2000 el mercado chino representaba menos del 2% del comercio total de Latinoamérica y el Caribe, mientras que en el 2022 creció al 17%.
Y, de acuerdo a cifras de la Universidad de Boston, a pesar de que la pandemia de coronavirus impactó la inyección financiera del gigante asiático en Latinoamérica, con la reapertura de la economía se registró la emisión de por lo menos US$813 millones en nuevos préstamos en 2022.
“Biden asumió una postura demandante, fue una forma de mostrar músculo diplomático y firmeza frente a China. La reunión no redujo la disputa de base, es decir, mientras que China busca ser tratada como potencia, Estados Unidos se resiste a reconocer paridad de poder”, analizó en conversación con Bloomberg Línea el académico, investigador y especialista en política exterior en la región de Asia Pacífico, Camilo Defelipe Villa.
Defelipe Villa comentó que “la reunión solo agregó promesas de cooperación en áreas como la AI, pero dejó de lado cualquier iniciativa que implique facilitar el desarrollo tecnológico chino”.
Destacó además que si bien América Latina no fue parte de la agenda, en la medida que persiste la desconfianza por parte de EE.UU. “se lee entre líneas que Washington seguirá vigilante de la presencia de Pekín en la región”.
Ya en materia de seguridad, dijo que “probablemente, las repercusiones para América Latina implican una menor disponibilidad de fentanilo para los carteles de la droga y que el acuerdo de retomar la comunicación militar podría trasladarse a la cooperación militar de China con la región, aunque queda por ver qué asuntos se cubrirían”.
“Por último, es posible que Pekín y Washington no se bloqueen mutuamente en discusiones multilaterales referentes a cambio climático, lo cual podría favorecer la cooperación con América Latina en ese tema. El impacto en Latinoamérica de la reunión dependerá en buena de medida de la continuidad de los acuerdos y de las acciones específicas que se emprendan”, remató.