Bloomberg Línea — WeWork Inc., la firma estadounidense de espacios de trabajo compartidos, pasó de ser una compañía valorada en US$47.000 millones en 2019 a estar asfixiada financieramente y declarar su quiebra, un movimiento que, según la organización, no incluye ni afecta su operación en Latinoamérica.
La compañía, fundada en 2010 por el israelí Adam Neumann y el estadounidense Miguel McKelvey, nació en el vibrante mercado inmobiliario de Nueva York en medio del ‘boom’ global por las nuevas modalidades de trabajo compartido y las distintas dinámicas de empleo flexible.
WeWork creció apalancada en la promesa de la transformación de los espacios globales de trabajo y la expansión de los ecosistemas de startups tecnológicas, muchas de las cuales idearon su modelo fuera de las oficinas tradicionales y encontraron un espacio ideal en estas locaciones para fomentar la colaboración.
La empresa de espacios colaborativos se expandió a un ritmo acelerado gracias al músculo financiero del conglomerado japonés SoftBank, especialmente a través de su fondo de capital de riesgo Vision Fund, fundado en el 2017. WeWork incluía 777 instalaciones en 39 países al 30 de junio.
Las fuertes inyecciones de capital permitieron expandir el modelo de negocio, pero los analistas consideran que esto ocurrió a un ritmo poco saludable y que en el camino se cometieron errores para garantizar su sostenibilidad en el largo plazo.
Estas inyecciones de dinero permitieron no solo desplegar su plan de expansión, sino también alcanzar una valoración de US$47.000 millones.
Fallida salida a bolsa
En medio de este crecimiento frenético, la compañía anunció planes de salida a bolsa, pero tuvo que irlos aplazando en medio de los ruidos crecientes de que esta pudiese ser un fracaso.
Tras un fallido intento por sacar adelante su IPO, la compañía anunció la salida de Adam Neumann como CEO de WeWork, a raíz de las discrepancias de los principales accionistas del grupo sobre el manejo que se le dio a esa situación.
La decisión se tomó en una junta directiva en la que participaron ejecutivos de SoftBank, así como de Benchmark Capital y Hony Capital.
“Si bien nuestro negocio nunca ha sido más fuerte, en las últimas semanas, el escrutinio dirigido hacia mí se ha convertido en una distracción importante, y he decidido que lo mejor para la compañía es que dimita como consejero delegado”, dijo Neumann luego de la cancelación de la salida a bolsa.
La personalidad excéntrica de Neumann y las dudas sobre su capacidad de gestión terminaron por minar la confianza de los inversores. El manejo que le dio a la compañía y su estrepitosa caída es considerado en la actualidad como un caso de estudio en Wall Street.
Para finales de 2019, y en medio de esta primera gran crisis, WeWork anunció el despido de 2.400 de sus trabajadores globalmente.
El salvamento de WeWork se dio de la mano de SoftBank, ahora su principal accionista, por medio de inyecciones de capital para tratar de estabilizar los números de la organización.
El profesor de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, Alejandro Useche, comenta en conversación con Bloomberg Línea que esta financiación fue bastante grande y el problema fue que durante la pandemia los intereses de deuda que tenía que pagar eran más bajos, pero pasada la crisis del Covid-19 estos han venido aumentando.
“El costo de la deuda de WeWork ha venido creciendo en estos últimos años a un ritmo muy grande de la mano del aumento de las tasas de interés en Estados Unidos. Eso en buena parte explica el problema de alto endeudamiento que tiene esta empresa y de grandes costos financieros que está teniendo que asumir”, apuntó.
Un nuevo intento de IPO y la pandemia
En medio de las dudas y de la incertidumbre sobre su éxito, la compañía salió a bolsa en 2021 a través de una combinación con una sociedad de adquisición de propósito especial.
Pero esta IPO fue catalogada como una salida “por la puerta de atrás”, decepcionando a inversionistas y analistas bursátiles, así como aumentando las dudas sobre la viabilidad del negocio.
La firma inmobiliaria salió al mercado bursátil por US$9.000 millones, lo que representó menos del 20% de su valoración de 2019.
Pero el golpe fatal para la organización se dio en medio de la pandemia, cuando la cuarentena llevó al cierre de las oficinas y generó un ‘boom’ del teletrabajo.
Producto de este cambio de dinámica, el número de espacios compartidos globalmente presentó una contracción de 19.421 a 19.345 entre 2020 y 2021.
Mientras esto ocurría, los aprietos económicos de WeWork aumentaban y la lenta vuelta a la presencialidad terminó por pasarle factura al negocio.
“El primer problema grande que ellos tuvieron, por supuesto, fue la llegada de la pandemia. Sabemos que la sociedad en general tiene unos hábitos de trabajo diferentes antes de la pandemia y una vez llegó el Covid-19 estos empezaron a cambiar rápidamente y hoy en día una inmensa mayoría de empresas alrededor del mundo se ha orientado así hacia modalidades de trabajo híbridas”, apuntó Alejandro Useche.
Añadió que este cambio de paradigma provocó que las organizaciones ya no requirieran tantos espacios físicos para su personal administrativo para la operación como en el pasado, lo que ha terminado por reconfigurar este mercado.
La crisis de WeWork
La crisis de la organización se refleja en que WeWork declaró US$19.000 millones en pasivos y US$15.000 millones en activos.
A principios de este año, informó sobre el plan de recortar 300 puestos de trabajo en el mundo en su intento para ser más eficiente la operación.
El antiguo unicornio, catalogado como una de las startups más poderosas del mundo en su momento, suspendió la cotización de sus acciones en días pasados y llegó a una valoración de apenas US$44,5 millones (al 6 de noviembre).
Si bien la empresa de espacios compartidos se acogió al Capítulo 11 de la ley de quiebra de Estados Unidos tras alcanzar un acuerdo provisional de reestructuración con SoftBank, podrá seguir operando y deberá resolver el pagamento a los acreedores.
“WeWork es una de las startups más representativas del mundo porque ha servido como ejemplo en lo bueno y lo malo en las empresas de alto crecimiento exponencial. WeWork inicia con una estrategia de largo plazo enfocada en generar una cobertura global fuerte a costa de quemar mucha caja por parte de los inversionistas, principalmente fondos de venture capital y private equity”, dijo el CEO de Values AAA, Investment Banking y Eexperto en banca, Jeisson Andrés Balaguera.
Detalló que la apuesta de WeWork es que con la oferta pública inicial la empresa “tomara un valor de mercado, muchas veces valor contable, pero al final la pandemia los castigó bastante porque muchos modelos de negocios sustitutos aparecieron”.
“Además, empresas tanto pequeñas como grandes se enfocaron en reducir costos y esto llevó a home offices (trabajo en casa). Sumado a lo anterior, con una deuda de US$19.000 millones, lo más recomendable fue pasar a la ley de quiebras de los EE.UU. que les permite congelar pasivos y tener algunos beneficios en los procesos de liquidación”, ahondó.
Según informó la empresa en un comunicado, la presentación de una reestructuración por medio de Capítulo 11 en Estados Unidos, no incluye ni afecta la operación en Latinoamérica.
Explicó que los negocios de la firma en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México forman parte de un joint venture en el que el SoftBank Latin American Fund mantiene una participación mayoritaria sobre WeWork LatAm.
De acuerdo a esa información, WeWork LatAm cerró la primera mitad del año con un aumento de más del 31% en sus ingresos en comparación con el mismo período del año anterior y logró un crecimiento de ingresos del 26% en el segundo trimestre en comparación con el mismo período en 2022.
“Esta decisión no afectará a nuestros miembros, su membresía, servicios o acceso a nuestros edificios en la región. Tampoco implica ningún cambio ni requiere que nuestros miembros tomen ninguna medida”, apuntó.