Cambio climático: ¿qué sectores contaminan más y cómo actúan las empresas en LatAm?

De acuerdo con un informe de BCG, solo un 10% de las empresas consultadas globalmente midieron sus emisiones de forma exhaustiva en 2022, frente al 9% en 2021

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Bogotá — Ocho sectores de la economía son responsables de más del 50% de las emisiones globales de Co2, que pasaron de unas 1.000 millones de toneladas en el año 1850 a más de 50.000 millones de toneladas en la actualidad, lo que ha aumentado la preocupación por la crisis climática y el rol de las empresas ante este panorama, especialmente hoy, en el Día Internacional contra el Cambio Climático.

De acuerdo con cifras del Foro Económico Mundial, recogidas por la firma de consultoría Sectorial, los sectores que más aportan Co2 a la atmósfera globalmente son:

  • Alimentos (25%)
  • Construcción (10%)
  • Moda (5%)
  • Consumo masivo (5%)
  • Transporte (5%)
  • Electrodomésticos (2%)
  • Servicios profesionales (2%)
  • Automotor (2%)

Sectorial, empresa colombiana de análisis, monitoreo y evaluación de sectores, resalta que para poder tener una ruta de acción y atacar la afectación climática se requiere de información más clara por parte de las empresas sobre su responsabilidad frente a la crisis climática.

De acuerdo con un informe de Boston Consulting Group (BCG), solo un 10% de las empresas consultadas globalmente midieron sus emisiones de forma exhaustiva (Scope 1, 2 y 3) en el 2022 frente al 9% en 2021. Atado a lo anterior, los encuestados estiman un error promedio del 25% al 30% en sus mediciones de emisiones.

En el mundo, más del 70% de los encuestados prevén al menos US$1 millón anuales en beneficios financieros por la reducción de emisiones, y el 37% proyecta que estos sean de hasta US$100 millones o más.

En el marco de este informe, BCG consultó a más de 1.600 organizaciones con 1.000 empleados o más en 14 grandes sectores de 18 países.

Latinoamérica obtuvo 5/10 en el puntaje de madurez en la Encuesta de Emisiones de Carbono 2022 CO2 AI de BCG, que tiene en cuenta el nivel de adopción de soluciones digitales automatizadas para la medición de emisiones.

De acuerdo a BCG, solo un 9% de las empresas en la región reduce sus emisiones de carbono según sus objetivos, por debajo del promedio global de 17%.

La firma de consultoría estratégica BCG señala que, “cuanto mejor mide una empresa sus emisiones de carbono, más puede reducirlas, y la reducción conlleva importantes beneficios financieros”.

Para contrarrestar la crisis climática, el Foro Económico Mundial propone unas palancas de abatimiento relacionadas con la eficiencia de procesos y materiales, soluciones basadas con productos de la naturaleza, captura de carbono, nuevos procesos, energías renovables, circularidad y cambio de combustibles, añadió Sectorial.

“En realidad, los compromisos actuales de reducción de emisiones que la industria y las empresas están llevando a cabo no son suficientes para limitar el calentamiento global. Existe un límite natural y son los límites planetarios, por lo que no es viable el nivel de extracción, producción y consumo en el que vivimos y mucho menos en un planeta con recursos finitos”, respondió a una consulta de Bloomberg Línea la ONG ambientalista Greenpeace Colombia.

Para la entidad, las soluciones corporativas que ponen en el centro a la naturaleza y el clima son las que están abanderando el tema, ya que son oportunidades costo-efectivas de mitigación que pueden reducir significativamente las emisiones y así mismo proveer beneficios adicionales, como aire y agua totalmente limpios, salud mejorada de los suelos y aumentos en biodiversidad.

Indica que la restauración y protección de los bosques, la siembra de árboles en tierras agropecuarias y silvopastoriles; así como la conversión evitada de bosques, son algunas de las más viables en Latinoamérica: “Estas soluciones son una gran oportunidad para llegar a la etapa de carbono neutralidad y poder cumplir con las metas de reducción de emisiones”, afirmaron voceros de Greenpeace.

Otra alternativa propuesta desde las inversiones tiene que ver con los llamados bonos verdes, que permiten financiar proyectos sostenibles. Chile emitió el primer bono verde soberano de la región con miras a desarrollar iniciativas como el transporte público electrificado, energía renovable y proyectos de construcción ecológica, según el Banco Mundial.

De acuerdo con cifras de la Cepal, Latinoamérica y el Caribe emitió el año pasado US$20.500 millones de bonos internacionales GSSS (bonos verdes, sociales, de sostenibilidad y vinculados a la sostenibilidad) en 2022, lo que significó un 56% menos frente al 2021: “Aun así se trató del segundo mayor volumen anual GSSS jamás emitido en los mercados internacionales”.

También destacan los bonos de carbono, que son un tipo de certificado que documenta la disminución de emisiones de CO2 y que se negocian en los mercados de carbono globalmente.

En entrevista con Bloomberg Línea, el director de campañas para la región Andina de la organización ambientalista Greenpeace, el chileno Matías Asun, resaltó que, si bien los bonos de carbono incentivan la conservación ambiental, con el tiempo pueden perder su carácter estabilizador y seguir el camino de otras herramientas como las certificaciones forestales, resultando insuficientes para abordar los problemas subyacentes.

“En ciertos momentos, la lógica de producción de bonos resulta en un incentivo para evidentemente producir mayores iniciativas de conservación y poner en valor los servicios ecosistémicos de compensación ecológica; sin embargo, en la medida en que el sistema se va rodando, se va haciendo cada vez más parte del establecimiento, pierde cierto carácter de estabilización y finalmente terminamos compensando lo incompensado, porque el planeta es finito, es limitado, y no se puede compensar hasta el infinito”, advirtió.

Cambio climático: ¿qué sectores están menos comprometidos con la lucha?

Las industrias dependientes totalmente de los combustibles fósiles, como la petroquímica, metalúrgica, extracción petrolera, minería, entre otras, están entre las más señaladas por las organizaciones ambientalistas como las menos comprometidas en la lucha climática.

En Colombia, la discusión planteada por el presidente Gustavo Petro de frenar con la nueva exploración petrolera ha significado un amplio debate en la opinión pública y ha sido considerado como uno de los factores que provocó la marcada depreciación del peso a finales del año pasado.

La aceleración de la transición energética en LatAm traerá la implementación masiva de energías renovables, y por ende grandes desafíos para el segmento de transmisión. La transición energética solo puede tener éxito si la infraestructura eléctrica es sólida y bien preparada para garantizar la seguridad energética. La seguridad energética va más allá de garantizar el suministro, se necesita encontrar el balance entre la asequibilidad, la confiabilidad y la sostenibilidad. Este es el trilema energético, que supone siempre el gran reto.

Vicepresidente Sénior para América Latina de Siemens Energy, André Clark

Greenpeace opina en Colombia que la extracción, el transporte, la quema y la exportación de carbón para generar energía son una causa importante de la crisis climática y de violaciones sistemáticas a los derechos humanos.

“El carbón colombiano es empleado como fuente fósil de energía en otros rincones del mundo, pero esas emisiones no son tenidas en cuenta en ninguno de los inventarios o informes nacionales en materia de cambio climático”, dice.

En el marco de esta problemática se refirió también a estrategias corporativas como el greenwashing, una práctica de mercadotecnia que consiste en exhibir públicamente un supuesto compromiso con el medioambiente para ofertar un producto o servicio, cuando en realidad este mensaje no está acompañado de unas acciones concretas y coherentes.

“Se trata de un desafío que tienen las empresas para no caer en esta táctica de negocio, sino realmente pasar de lo anunciado a la práctica, básicamente cumpliendo con el objetivo de sostenibilidad que se han trazado”, afirmaron los especialistas de Greenpeace.

A propósito de este tema, el director general y socio de BCG, Ángel Martínez, manifestó a este medio que “el nivel de madurez es un determinante para realizar una medición del impacto medioambiental que se deriva del producto y/o servicio”.

“En este sentido, industrias como el sector público, de seguros y la industria energética presentan una menor atención hacia la lucha contra el cambio climático debido a que no existe una regulación específica para definir los lineamientos con los cuales se podrá obtener el cero neto”.

La visión empresarial de cara al cambio climático

En cuanto al sector de crudo y gas, la estatal petrolera colombiana Ecopetrol dijo a Bloomberg Línea que las principales empresas del sector han venido anunciando metas de mediano y largo plazo, con un objetivo de lograr cero emisiones netas de carbono al año 2050.

Resaltó que este objetivo es compartido por 150 países -incluido Colombia- que representan el 88% de las emisiones globales y el 92% del Producto Interno Bruto.

Desde Ecopetrol detallaron a este medio que las compañías del sector cuentan con planes y estrategias en transición energética y descarbonización, con diferentes niveles de ambición, pero con coincidencia en cuanto al crecimiento de la participación del gas, aumento de la participación en el negocio de energías renovables, hidrógeno, bicombustibles, y captura, uso y secuestro de carbono.

En visión del vicepresidente sénior para América Latina de Siemens Energy, André Clark, la transición energética requiere un cambio estructural en la matriz, transformar un modelo basado en energías fósiles en uno basado mayoritariamente en renovables y en ese sentido “el gas natural puede ayudar a reducir considerablemente las emisiones de CO2 de forma inmediata”, respondió a Bloomberg Línea.

Opina que en el caso de Latinoamérica, “la mayoría de los países disfrutan de una ventaja competitiva por sus abundantes fuentes de energía eólica y solar de alta calidad, lo que permite unos costos de generación renovable muy competitivos. Aunque el 60% de la capacidad instalada en LatAm ya es renovable, el ~40% es hidráulica, lo cual supone muchos desafíos justamente por los efectos de cambio climático. Por esta razón, una de las principales prioridades es lograr avanzar aceleradamente con la implementación e integración de las energías renovables”.

Nos estamos quedando sin superlativos para transmitir la urgencia del cambio climático. El mundo está en un punto de inflexión. Afrontar la transición energética implica abordar múltiples sectores que causan las emisiones globales de gases de efecto invernadero en paralelo, por lo cual no existe una solución única, inmediata, ni sencilla. Se necesita desarrollar energías renovables lo más rápido posible, reforzar las redes eléctricas, desarrollar hidrógeno verde para sectores difíciles de descarbonizar e impulsar la eficiencia energética”, advirtió Clark.

Nos encontramos en un contexto en el que se conoce que existen aumentos en los precios de la energía, crisis en el suministro y aceleración del cambio climático. Además, de considerar que el sector eléctrico o energético es uno de los más convencionales y contaminantes, en donde más del 80% de las emisiones globales de dióxido de carbono son causadas por la producción y consumo de energía, siendo el 60% de esa energía desperdiciada o utilizada de manera ineficiente.

Presidente para el Clúster del norte en Schneider Electric, Javier Ortiz

Desde la orilla de la industria de los productos de belleza y cuidado personal, la gerente general de Avon y Natura en Colombia, María Andrea Vargas, señala que el desarrollo de una bioeconomía y la descarbonización representan una gran oportunidad para América Latina, que tiene las condiciones para liderar las agendas de agricultura baja en carbono, conservación de bosques (REDD+), reforestación, regeneración y servicios ambientales, con inclusión social y beneficios para los pueblos y comunidades tradicionales.

En este sentido, consideró que la compensación voluntaria de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) es un componente importante de la lucha contra el cambio climático: “A través de ella se generan nuevos flujos financieros para proyectos e iniciativas que promuevan la transición hacia una economía baja en carbono”.

La de belleza y cuidado personal es “una industria que experimentó un crecimiento significativo a nivel mundial en las últimas décadas y se espera que se expanda a una tasa de crecimiento anual del 4,2% de 2023 a 2030, por esto es fundamental que todas las empresas del sector, grandes o pequeñas, se unan en la lucha contra la crisis climática y tomen medidas concretas para reducir su huella de carbono”, indicó.

Existe una desconexión entre la ambición y el impacto

Las ONG ambientalistas advierten que si bien las organizaciones en regiones como LatAm luchan por implementar acciones que demuestren que han integrado las consideraciones climáticas en su cultura y que tienen la aceptación y la influencia de liderazgo para lograr una transformación significativa, existe una desconexión entre la ambición y el impacto que realmente generan.

Por lo anterior analizan que el factor diferenciador de una empresa para ser ambientalmente sostenible no debe ser simplemente cumplir con las leyes, sino ir más allá. Pero advierten que desafortunadamente no existe una ambición por realmente proteger el medioambiente más allá de lo que exige la ley.

Greenpeace, por ejemplo, dijo que lo más ambicioso sería poder cambiar la visión, misión, planeación y estrategia con foco en la protección del medioambiente.

Y a su vez que en la cotidianidad se tenga en cuenta el factor innovador de reducción de emisiones, bajando el impacto al medioambiente e incluir y promover procesos de reciclaje de materiales.

Ángel Martínez, director general y socio de BCG, recalca que si bien el cambio climático es una de las mayores preocupaciones que tienen las empresas, evidentemente existen deficiencias en la medición de emisiones.

Precisamente, un 76% de las compañías afirman no haber realizado un monitoreo de su huella de carbono sobre los productos y/o servicios ofertados en el mercado y tan solo el 11% ha realizado acciones para reducir las emisiones de dióxido de carbono significativamente, afirmó el directivo con base en las encuestas realizadas por esa compañía.

“Si las organizaciones buscan reducir a la mitad sus emisiones para 2030 y eventualmente alcanzar el cero neto, deben tener la capacidad de medir de manera exhaustiva, precisa y frecuente las difusiones de gases de efecto invernadero. Entender el alcance y la composición de sus emisiones internas y externas permitirá centrar los esfuerzos hacia la reducción de emisiones”, explicaron.

Javier Ortiz, presidente para el Clúster del norte en Schneider Electric, dice a este medio que uno de los puntos clave frente a la mitigación del cambio climático es que los 197 países que hacen parte del Acuerdo de París tienen al menos una ley o política que apunta a atender esta problemática.

Existen más de 1.500 leyes y políticas climáticas en todo el mundo actualmente, lo que supone un importante avance frente a 1997 cuando tan solo se contaban con 60 aproximadamente, contó.

En el caso de Latinoamérica, solo países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Paraguay y Perú han presentado una Ley Marco de Cambio Climático (LMCC), que sirve como base integral y unificada para las políticas al abordar múltiples aspectos y esferas que también interesan a los demás mercados.

Por lo anterior, aún son pocos los países de la región que están abarcando la temática, lamentó.

“Hay un desajuste entre las metas y las acciones. Esto está ligado de alguna manera con la dependencia económica de cada país, puesto que por año se necesitaría una inversión del 7% al 11% del PIB. El panorama expone algunos avances frente al contexto normativo general; sin embargo, aún creemos, como lo hemos venido reiterando, que se necesitan más esfuerzos”, añadió.