La inteligencia artificial podría ayudar a rastrear la recuperación de un bosque

La salud de los bosques tropicales está adquiriendo una nueva urgencia debido al cambio climático

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Bloomberg — Los sonidos de un bosque (desde el croar gutural de las ranas hasta los trinos chirriantes del canto de los pájaros) pueden utilizarse para rastrear la recuperación de la biodiversidad, según un estudio publicado hoy en la revista Nature Communications. Junto con la inteligencia artificial, los paisajes sonoros pueden proporcionar una forma barata de medir la salud de un ecosistema.

Los investigadores observaron proyectos de reforestación en una zona de Ecuador donde el 90% de la selva tropical se había perdido a causa de la tala. “Solo podíamos describir que los árboles [estaban] rebrotando”, dice Jörg Müller, catedrático de Ecología Animal de la Universidad de Würzburg (Alemania) y autor principal del estudio. “Pero, ¿qué les ocurre a los animales?”.

Para responder a esa pregunta, el estudio utilizó la bioacústica, una rama de la acústica que cuantifica todos los sonidos naturales que pueden percibir los seres humanos. Los investigadores grabaron los paisajes sonoros de varias parcelas de Ecuador en distintas fases de recuperación tras la tala, incluidos tanto pastos agrícolas activos como bosques en vías de recuperación. A continuación, se utilizó un modelo de IA entrenado para reconocer los cantos de más de 100 tipos de fauna para identificar las especies presentes en las grabaciones, con el respaldo posterior de expertos humanos.

Descubrieron que cuanto más se había recuperado una parcela de la tala, más viva estaba su bioacústica con los gorjeos, zumbidos y murmullos de su fauna. “Vemos comunidades que ya están muy próximas a las de los bosques antiguos”, afirma Müller.

La salud de los bosques tropicales está adquiriendo una nueva urgencia debido al cambio climático. Los bosques desempeñan un papel fundamental en el almacenamiento de carbono, y los proyectos de conservación y restauración forestal se utilizan cada vez más para respaldar los créditos de carbono destinados a compensar las emisiones, así como los créditos de biodiversidad destinados a compensar los efectos del desarrollo en las especies vegetales y animales.

Estos proyectos, que a menudo se orientan a la reconstrucción de ecosistemas forestales en espacios agrícolas abandonados, pueden utilizarse teóricamente para mitigar las emisiones de carbono y la pérdida de biodiversidad. Pero ambos casos de uso han sido objeto de escrutinio en los últimos años debido a una supervisión deficiente y un seguimiento limitado. Los paisajes sonoros podrían permitir a los gestores de la conservación hacer un seguimiento más eficaz de cómo se recupera un ecosistema, según el estudio.

“Queremos estas métricas rápidas de la biodiversidad para asegurarnos de que la gente cumple lo que dice que hace y evitar cosas como el lavado verde”, afirma Rachel Buxton, investigadora de bioacústica que no participó en el estudio. Buxton es profesora adjunta del Instituto de Ciencias Medioambientales e Interdisciplinarias de la Universidad de Carleton.

Los métodos tradicionales de seguimiento de la biodiversidad incluyen la metabarcodificación, un tipo de análisis que examina breves fragmentos de ADN para identificar poblaciones específicas de especies. Los investigadores descubrieron que el seguimiento bioacústico conducía a hallazgos similares a los de este método más directo, pero puede realizarse a un costo menor y con menos intrusión en el medio ambiente.

“Se trata de un método totalmente pasivo de espiar un ecosistema sin tener que atrapar nada ni capturar nada, simplemente escuchando”, afirma Buxton. “La idea de que algo más rentable como la monitorización acústica pueda reflejar una métrica similar de la biodiversidad es realmente emocionante”.

En principio, dice Müller, la monitorización bioacústica podría utilizarse en cualquier parte. No requiere un experto sobre el terreno, sólo alguien que coloque los dispositivos de grabación. Pero existen algunas limitaciones, como el entrenamiento de los modelos de IA. “No tenemos suficientes expertos ni dinero para identificar todos los sonidos globalmente”, afirma Müller. “La gente tiene que hacer este esfuerzo para entrenar estos modelos y conseguir estos datos de etiquetado”.

Otro inconveniente es que la bioacústica también capta el ruido de la fauna que puede estar sólo de paso, incluidas las aves o los mamíferos migratorios. Eso podría sesgar las conclusiones sobre qué especies son miembros permanentes de un ecosistema en recuperación.

Aun así, la bioacústica podría ser una herramienta útil para comprender en qué punto del camino hacia la recuperación se encuentra un bosque, e incluso podría captar la actividad humana en una zona, incluida la caza furtiva o la tala ilegal. Estas necesidades aumentarán a medida que más países traten de hacer frente al declive de la biodiversidad.

“Estamos en la época de la restauración global de los hábitats”, afirma Müller. “Con estos datos, podemos presentar muy bien cómo se recuperan las comunidades de especies amenazadas”.

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