Bloomberg Línea — La crisis económica que desató la pandemia del Covid-19, disminuyendo el empleo y los ingresos de los hogares, impulsó las transferencias sociales desde el Estado, un método que fue transversal en todo América Latina y que tuvo incrementos exponenciales.
Este tipo de transferencias se incrementaron especialmente en 2022, representando desde un promedio de 2% hasta casi el 8% del ingreso familiar, de acuerdo con las últimas cifras del Banco Mundial. Sin embargo, el organismo señala que los porcentajes en Brasil, Perú y República Dominicana fueron “mucho mayores”, alcanzando el 18%, 10% y 12%, respectivamente.
Pero una vez pasó la peor crisis económica en los países, las transferencias sociales, que lideraron los gobiernos de turno, se redujeron paulatinamente hasta un 4%, aunque representa casi el doble de los niveles de 2019.
Este crecimiento en los montos a ser transferidos se tradujeron también en déficit fiscal de los países. América Latina, como región, llegará a un déficit del 2,7% del PIB, según proyecciones al 22 de septiembre de 2023 por parte del Banco Mundial.
“La deuda estaba aumentando incluso antes de 2020, pero la respuesta económica a la pandemia aceleró el crecimiento de esta carga. Mientras que la mayoría de los países apuntaron a la consolidación fiscal, apenas unos pocos tuvieron éxito a la hora de reducir su stock de deuda. Aunque la mayoría mejoró su balance primario, el servicio de la deuda aumentó debido a la inflación y a las tendencias en la economía mundial”, señaló el organismo en el informe Conectados: tecnologías digitales para la inclusión y el crecimiento.
Con menos transferencias, el ingreso de los hogares se resiente
El Banco Mundial encontró que con salarios reales más bajos en muchos grupos y la reducción de las transferencias sociales se generó un descenso general en el ingreso de los hogares, frente a los niveles prepandémicos.
“Este efecto se potencia a medida que se escala en los deciles de ingreso, siendo este descenso entre las clases medias y altas mayor a 10% en muchos casos”, se advirtió, al señalar que el mercado laboral evolucionó de manera desigual desde la pandemia, y de acuerdo al nivel educativo de las personas.
Aunque el empleo aumenta en América Latina, los salarios reales y el ingreso laboral individual están disminuyendo frente a la inflación y permanecen casi 5% por debajo de los niveles registrados en 2019.
Las remesas se mantienen en altos niveles
Al cierre de 2022, América Latina recibió US$146.000 millones en remesas, siendo la segunda región que más recibe este tipo de transferencias, superada únicamente por Asia Meridional en los mercados emergentes.
En la región, los flujos hacia México registraron un aumento del 12,9% hasta alcanzar los US$61.100 millones, siendo este país el segundo con mayor ingresos por este concepto a nivel global, después de India (US$111.000 millones), y por encima de China (US$51.000 millones).
Esta fortaleza, resaltada en el informe, tiene una tendencia a mantenerse en el 2023. Un informe presentado en el primer semestre del año por WorldRemit, prevé que América Latina sea la región que lidere los giros de remesas en 2023 y, además, señala que el mercado de remesas digitales llegaría a tener un valor neto de US$2.450 millones para 2027 solo en Sudamérica.
“Las proyecciones de la industria indican que América Latina y el Caribe será la región líder en la recepción de remesas en 2023, con una tasa de crecimiento estimada del 4,7%. Esta perspectiva positiva significa que las remesas continuarán brindando apoyo financiero para ayudar a las familias a superar los desafíos económicos”, dijo Jorge Godínez Reyes, director para las Américas en WorldRemit.
Las transferencias sociales son necesarias para enfrentar el cambio climático
Son diferentes los organismos internacionales que resaltan la importancia de las transferencias sociales para reducir la pobreza en los países de América Latina, así como ayudar a enfrentar los altos niveles de inflación que se están presentando desde 2021.
Es así como desde el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se estima que estos pagos desde el Estado benefician actualmente a alrededor de 105 millones de personas en toda la región y pueden asegurar pisos mínimos de bienestar y evitar estrategias de adaptación negativas frente a los impactos del cambio climático.
“La implementación de nuevos mecanismos de transferencias responsivas a choques (es decir, que se activan especialmente para la preparación y respuesta a crisis y emergencias) puede reducir el efecto de estos sobre los hogares pobres y vulnerables, evitando que muchos caigan en la pobreza. Y los mecanismos de protección social contributiva (como seguros de desempleo o pensiones) y no contributiva (como las transferencias monetarias) pueden apoyar a los trabajadores formales e informales afectados por las medidas de descarbonización”, dijo el BID en un publicación reciente.