La paradoja de los bonos de carbono en LatAm: “No se puede compensar hasta el infinito”

En entrevista con Bloomberg Línea, el director de campañas para la región Andina de Greenpeace planteó la necesidad de repensar el desarrollo en América Latina

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Bogotá — Si bien los bonos de carbono incentivan la conservación ambiental, con el tiempo pueden perder su carácter estabilizador y seguir el camino de otras herramientas como las certificaciones forestales, resultando insuficientes para abordar los problemas subyacentes, advirtió en entrevista con Bloomberg Línea el director de campañas para la región Andina de la organización ambientalista Greenpeace, el chileno Matías Asun.

“En ciertos momentos, la lógica de producción de bonos resulta en un incentivo para evidentemente producir mayores iniciativas de conservación y poner en valor los servicios ecosistémicos de compensación ecológica; sin embargo, en la medida en que el sistema se va rodando, se va haciendo cada vez más parte del establecimiento, pierde cierto carácter de estabilización y finalmente terminamos compensando lo incompensado, porque el planeta es finito, es limitado, y no se puede compensar hasta el infinito”, señaló.

Los bonos de carbono son un tipo de certificado que documenta la disminución de emisiones de CO2 y se negocian en los mercados de carbono globalmente. Asimismo, existen otros instrumentos de compensación como los bonos verdes, que son un tipo de instrumento financiero de deuda para financiar iniciativas medioambientales.

De acuerdo con cifras de la Cepal, Latinoamérica y el Caribe emitió el año pasado US$20.500 millones de bonos internacionales GSSS (bonos verdes, sociales, de sostenibilidad y vinculados a la sostenibilidad), lo que significó un 56% menos frente al 2021: “Aun así se trató del segundo mayor volumen anual GSSS jamás emitido en los mercados internacionales”, según un informe de la entidad.

De acuerdo con el informe, el año pasado se registró un descenso del 81% en las emisiones internacionales de bonos GSSS por parte del sector privado.

Este retroceso “fue casi el doble que el del sector soberano (42%), mientras que se produjo un aumento del 124% en la proporción de emisiones de entidades cuasisoberanas y supranacionales”.

Asun advirtió que este tipo de bonos debe estar asociado a una política de conservación real para ser efectivos. “Si no están asociados a poner valor el servicio ecosistémico y no hay una política de conservación a largo plazo (…) terminan siendo insuficientes para mitigar el problema de fondo para el cual fueron diseñados”, aseguró.

Por lo anterior, propuso alianzas público-privadas que garanticen efectivamente la protección de estos ecosistemas y de estas variables, sino “probablemente va a pasar un poco lo que ocurre con las certificaciones forestales o con las certificaciones acuícolas”.

En esta perspectiva, advirtió que los bonos verdes y de carbono actualmente son insuficientes.

“En América Latina tenemos un doble desafío, no solo hay que generar un modo de vida que no produzca más emisiones, sino también que ponga en valor el respeto del medioambiente que nos rodea y que nos ha permitido llegar a este nivel de desarrollo”, dijo Matías Asun.

Múltiples crisis climáticas: ¿qué rol tiene Latinoamérica?

Para Asun, el mundo está viviendo múltiples crisis que están interconectadas, refiriéndose a la climática, de contaminación y de biodiversidad, por lo que argumentó que abordar una sin considerar las otras es irresponsable.

El vocero de Greenpeace manifestó que, en este marco, la reducción de emisiones debe ser una prioridad para Latinoamérica.

“Consideramos nuestro continente como en vías de desarrollo, pero llegar al desarrollo con las mismas emisiones con las que llegaron los países desarrollados es una pésima receta”, apuntó.

¿Hacer compatible el medioambiente y el desarrollo económico? Esa es una pregunta que tiene una falacia inherente en la forma en la que suele darse ese debate en América Latina. Es como si hubiese que compatibilizar desarrollo con cuidado del medioambiente y la verdad es que no es desarrollo si no es compatible con el medioambiente

Director de campañas para la región Andina de Greenpeace, Matías Asun.

Por consiguiente, opinó que Latinoamérica debe alinearse con unos mecanismos de desarrollo que permitan desacoplar emisiones de crecimiento económico, fomentando industrias que tengan una potencialidad mucho más ecológica y compatible con el planeta.

En todo caso, destacó que la lucha climática en América Latina está recién empezando y que hay una tendencia creciente hacia una mayor sensibilidad en esta problemática, particularmente del público joven, pero también en esferas empresariales.

“No hemos visto tendencias que permitan establecer si estamos o no estamos ganando (la batalla contra la crisis climática en Latinoamérica), pero yo creo que la lucha climática, especialmente en la dimensión de biodiversidad, está recién empezando”, dijo.

Soluciones a escala local y desafíos climáticos

Criticó la adopción de tecnologías sin considerar también las soluciones a escala local que valoren los recursos y hábitats de cada territorio: “Uno suele identificar los paneles solares o los aerogeneradores con buenas soluciones; sin embargo, si no ponemos en valor el territorio, difícilmente podríamos llamarle verde a eso”.

“Estamos transformando a nuestros países en verdaderas zonas del sacrificio, justamente de esta lógica global, y no pensar en soluciones a escala que pongan en valor nuestra calidad de vida, nuestras condiciones de hábito, es un problema. ¿Cuáles son las alternativas que tenemos? Fundamentalmente, pensar en la riqueza y en el bienestar local de nuestras economías, no puede ser que todo nuestro desarrollo se base en sacrificar y externalizar las consecuencias para generar divisas, eso no es crecimiento. Eso es colonización. Es una forma muy mediocre de pensar la economía”, recalcó.

Empoderar a los consumidores ante malas prácticas

Asun identificó el greenwashing o ecolavado como uno de los principales obstáculos para abordar la crisis climática.

Señaló la necesidad de fomentar regulaciones más estrictas y políticas públicas transparentes para contrarrestar las prácticas engañosas de las empresas.

Subrayó la importancia de que las empresas incorporen variables ecológicas y climáticas en sus gestiones, ya que esto también afecta su rentabilidad a largo plazo.

“Esa es la paradoja. Los principales productores de plástico del mundo son los que más limpian playas para que te hagas una idea de que el problema está bajo control y justamente comprometerse a no cambiar. (…) Los límites planetarios nos están diciendo que no podemos aumentar la producción de plástico de un solo uso. El ecolavado, por tanto, tiene un sentido extremadamente perverso. Esto se combate con lógicas de responsabilidad política”, reflexionó.

En consecuencia, instó a combatir las economías dependientes del sacrificio ecológico y abogó por información clara para empoderar a los ciudadanos. Alertó sobre el riesgo de un colapso ecológico global y la urgencia de actuar para revertir las tendencias actuales.

“Cada vez necesitamos más tiempo para recuperar la capacidad de nuestros recursos naturales, de sostener nuestras sociedades y nuestras economías. Por lo tanto, es urgente en este sentido el combate a economías dependientes del sacrificio ecológico y en segundo lugar la falta de información disponible por parte de los usuarios. La voluntad de las personas suele ser mucho mayor que la información y los modos de acción disponibles”, finalizó.