Los tentáculos del fentanilo o ‘droga zombi’, un tipo de opioide sintético que se utiliza para aliviar el dolor y cuya adicción en EE.UU. ha provocado efectos devastadores, se extienden por Latinoamérica con México como principal puerto de entrada, en tanto que otros mercados como Colombia y Ecuador ya estarían participando en la producción o tráfico a medida que la alerta camina hacia otros países.
Latinoamérica está en alerta máxima tras múltiples operativos policiales que han terminado en la incautación de fentanilo en diferentes presentaciones y la advertencia del jefe antinarcóticos del Departamento de Estado de EE.UU., Todd Robinson, sobre la presunta participación de mercados andinos, como Colombia y Ecuador, en la cadena de suministro.
La implicación de los cárteles mexicanos como el de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación en la producción ilegal de fentanilo y de comprimidos con base en esta sustancia dirigidos al mercado estadounidense, estarían incidiendo en el aumento de envíos hacia Norteamérica y la expansión del negocio al resto de Latinoamérica.
Julián Quintero, sociólogo, investigador en temas de drogas y director en Colombia de la Corporación Acción Técnica Social (ATS), explicó a Bloomberg Línea que el fentanilo está presente en Latinoamérica desde hace treinta años de manera legal, usándose en los quirófanos. Y que las ventas en el mercado negro de fentanilo de uso farmacéutico de fabricación legal, de baja concentración, en ampolletas y líquido, se empezaron a registrar hace por lo menos una década.
Pero ante la masificación de los casos y las incautaciones en LatAm, puede decirse que el mercado ilegal del fentanilo se ha instalado oficialmente en Latinoamérica, advirtió en entrevista con este medio la representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) para la Región Andina y el Cono Sur, Candice Welsch.
“El fentanilo farmacéutico con fines medicinales ha estado en la región durante mucho tiempo, pero es verdad que vemos ahora incautaciones de fentanilo desviado y de venta en el mercado ilegal recientemente. Sabemos que el fentanilo es una droga altamente peligrosa, y también altamente adictiva. Hemos visto la crisis que hay en Norteamérica, en EE.UU. y en Canadá, entonces creo que hay mucha tensión para tratar de prevenir que este mismo desafío se presente en la región”, manifestó en entrevista con Bloomberg Línea.
Como opioide sintético que es, la sobredosis por fentanilo produce una depresión respiratoria y disminución del estado de conciencia de la persona, lo que hace que corra el riesgo de presentar un paro respiratorio, que es la causa de muerte en sobredosis.
Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (Acemi)
Welsch afirma que en Sudamérica hasta ahora se habían presentado incautaciones de fentanilo médico desviado del sistema de salud, pero asegura que no hay evidencia de la producción ilícita clandestina en laboratorios en la región.
Lo que más le preocupa son las combinaciones que están apareciendo con desenlaces fatales para los consumidores, por lo que considera que esta es una señal importante para la región sobre la cual hay que tomar acciones para prevenir una crisis.
“Hay mercados más grandes de drogas sintéticas en general en el Cono Sur. En Argentina, en Chile, en Uruguay en Brasil. Entonces, creo que estos países están preocupados para ver lo que va a pasar y están tratando de ver exactamente el consumo actual, de reforzar los conocimientos, reforzar la capacidad del sistema médico. También tenemos en toda la región la necesidad de reforzar sus capacidades de los sistemas de alerta temprana para saber exactamente lo que está pasando en los países”, anotó Welsch.
Quintero detalla que la diferencia entre Sudamérica y la crisis en Norteamérica radica en que la epidemia del consumo de opioides en EE.UU. está relacionada principalmente con los análogos sintéticos del fentanilo que se fabrican en la clandestinidad en países como México, China, entre otros mercados, para intentar suplantar otras drogas.
El mercado ilegal se ha encargado justamente de masificar estos compuestos introduciendo cambios en las estructuras químicas del producto, que hacen más difícil rastrear y controlar a los opioides globalmente.
Justamente, la atención de las autoridades en Latinoamérica se concentra ahora en estas redes que desde México estarían pretendiendo aumentar su influencia en el mercado ilegal y al uso del fentanilo como potencializador de drogas sintéticas.
Quintero, quien tiene más de 15 años experiencia en la investigación de la problemática de las drogas, explica que hasta el momento en Latinoamérica se han registrado casos “pequeños y aislados” con los análogos sintéticos del fentanilo, pero de cualquier forma advierte que la amenaza es real para la salud pública en la región ante la dependencia que generan los opioides en un mercado negro.
Detalló que el negocio ilegal de los análogos sintéticos del fentanilo ha encontrado tierra fértil en la frontera en México y EE.UU. ante el alto flujo migratorio en esa zona y la extensión de las redes criminales que se dedican a la fabricación de estos productos.
Pero para que se concrete la llegada de los análogos sintéticos del fentanilo, opina que hay ciertos condicionantes, como el hecho de que en determinado país haya un alto consumo de opioides y se haya generado una tolerancia alta: “Y eso solo está en EE.UU., nadie en Latinoamérica tiene ese contexto”.
Olga Melo, presidenta de la Asociación de Toxicología Clínica Colombiana (ATCC), cuenta que en países como Colombia el uso médico probado del fentanilo es como analgésico e inductor de la anestesia, por lo que su uso es exclusivo en UCI y salas de cirugía.
Es decir, no es un medicamento que se utilice como analgésico con pacientes a nivel ambulatorio o de manejo general en piso. “Los casos que hemos visto de dependencia al fentanilo a lo largo de toda la vida que yo he atendido pacientes son generalmente trabajadores de la salud. Anestesiólogos, médicos, que han tenido dependencia al fentanilo, que de alguna manera llegan a acceder a él y hacen una dependencia”, relató.
Y ahondó que en el país andino no se ha producido muertes por fentanilo ilegal todavía, citando reportes de entidades como el Ministerio de Salud, el Instituto Nacional de Salud (INS) y Medicina Legal, que son las que recopilan la información. “Lo que se ha encontrado es el desvío de fentanilo de uso farmacéutico que está en las UCI y en las salas de cirugía, porque algún trabajador de la salud se lo roba y se lo inyecta”.
En todo caso, afirmó que no debe satanizarse el fentanilo de uso farmacéutico por estos casos, pero sí hay que estar atentos. En este sentido, relató que una de las propuestas que surgieron desde el 2017 es que los consumidores tanto de productos legales como ilegales, así como sus familiares y sus cuidadores, pudieran acceder a la naloxona, que es el antídoto en casos de intoxicación, que ya se está usando en EE.UU. Pero el camino de su adopción en Latinoamérica aún está incompleto y no ha sido efectivo por la falta de disponibilidad de estos productos.
Comienza una batalla contra los opioides en Latinoamérica
Con la divulgación de alertas sobre la presencia del fentanilo en la región y la extensión de las redes criminales que negocian con esta droga se ha iniciado oficialmente una lucha en Latinoamérica contra los temidos efectos de los opioides.
México es hoy considerada la principal puerta de entrada del fentanilo en Latinoamérica y existen reportes por lo menos desde el 2018 de operaciones policiales en contra de esta droga, puesto que en ese año se desmanteló en la capital del país un laboratorio clandestino que producía ese opioide sintético.
A este caso le siguieron varios otros ese mismo año con la incautación de comprimidos de fentanilo en cantidades que variaban entre cientos y varios miles. Además, en 2019 el estado de Baja California realizó la incautación de 1.000 comprimidos de fentanilo que fueron ocultados en un reproductor de DVD, según un documento de UNODC. Ya en 2021 se incautaron 118 kg de pasta que contenía fentanilo y se desmanteló un laboratorio clandestino de drogas sintéticas en México.
Según cifras del Gobierno mexicano, se han decomisado más de 1.4 millones de toneladas de precursores, 7.6 toneladas de fentanilo y han sido destruidos casi 2.000 laboratorios clandestinos en lo que va del sexenio.
En Sudamérica, los registros relacionados con este opioide sintético son más recientes y en Brasil, por ejemplo, la Policía realizó la primera incautación de fentanilo en febrero pasado en el estado de Espíritu Santo (31 viales de fentanilo).
Precisamente, en Argentina ha generado alerta principalmente la mezcla entre el fentanilo y la cocaína, una práctica que fue asociada a la muerte de 24 personas y a la intoxicación de más de 80 en enero de 2022 en Buenos Aires.
No se puede descartar un aumento en consumo de estas sustancias por ser un fenómeno global. Las tendencias apuntan a que el consumo de opioides no solo en Norteamérica, sino en todo el mundo está incrementando. No somos ajenos a esto.
Magíster en química de la Universidad Nacional de Colombia, Dennis Ocampo.
En el país se contabilizaron un total de 24 muertes por sobredosis de cocaína adulterada con fentanilo entre 2017 y 2019, de acuerdo con cifras del Observatorio Argentino de Drogas, citados por Ámbito. Esto a pesar de que en Argentina la venta está controlada con receta médica por parte de la Administración Nacional de Medicamentos Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT).
Los tentáculos del fentanilo se extienden también a Venezuela, en donde se realizó el primer decomiso de esta droga (45 dosis) en septiembre en el estado Táchira, según lo confirmó el gobernador Freddy Bernal. “Somos el muro de contención de la frontera”, dijo el funcionario al referirse a la necesidad de fortalecer las acciones para evitar que esta droga se siga expandiendo en Sudamérica.
En Chile, también fue detectado este opioide sintético en estado sólido durante un operativo antidrogas en noviembre del 2022 en el que fue detectado un polvo elaborado a partir de la mezcla de fentanilo con otras sustancias como morfina, heroína, entre varias otras, por lo que ya ha sido activado el Sistema de Alerta Temprana (SAT) de Drogas de ese país.
En Centroamérica también están encendidas las alertas tras reportes de adicciones a esta sustancia en Costa Rica o la incautación de 120 toneles de fentanilo en un puerto guatemalteco.
El hondureño Federico Moncada, integrante de la Red de Toxicología de América Latina y el Caribe, advierte a Bloomberg Línea que países como Guatemala, El Salvador y Honduras deben pensar en acciones de prevención al estar en el paso del tráfico de drogas: “Eventualmente, si está en una región del mundo, pues va a llegar acá”.
“En el caso de Honduras, tenemos un Consejo Nacional de Defensa, donde hay una dirección de inteligencia que ya tiene un comité para la investigación de casos por fentanilo y no necesariamente porque hayamos encontrado personas intoxicadas con fentanilo, sino porque ya se han encontrado ciertos indicios de que hay precursores de los diferentes fentanilos en estos laboratorios que se han hecho, que se han cerrado. Entonces, son cosas que tenemos que prever eventualmente si está pasando por nuestros países o si se está produciendo en estos países”, opinó.
El llamado de México y Colombia
Ante la alerta mundial, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, advirtió que su país tiene “la obligación moral y por humanismo de participar en el combate al consumo del fentanilo en EE.UU.”.
“Tenemos que actuar con humanismo y entender que independientemente de nuestras diferencias (…) están los derechos humanos”, recalcó el mandatario mexicano durante la Conferencia de Latinoamérica y el Caribe sobre Drogas que se realizó a principios de mes en la ciudad colombiana de Cali.
Para López Obrador, si hay consumo de fentanilo “es que algo anda mal en esa sociedad, porque puede desaparecer pero va a surgir otra sustancia igual de dañina o peor”.
El Gobierno colombiano ya ha reconocido su preocupación frente al consumo del fentanilo en el país e incluso el ministro de Justicia, Néstor Ozuna, aseguró en entrevista con medios locales que es el “capítulo más peligroso en la lucha contra las drogas”; no obstante, desde la Administración han defendido que no hay indicios de que esta droga se esté produciendo a nivel local.
“No podemos pasar por alto que el consumo de fentanilo en Colombia ha aumentado, y sobre todo que es una droga con un riesgo de mortalidad muy grande, una sobredosis puede llevar a la muerte, casi que de inmediato, estamos por ahora haciendo grandes esfuerzos de capacitación a funcionarios del aparato sanitario, hospitales, farmacias, a operadores judiciales, para que aprendan a distinguir a ese tipo de personas que han consumido esta sustancia para prestarle ayuda de manera inmediata”, aseguró en agosto el ministro Ozuna.
Colombia es un enclave estratégico para las redes criminales que trafican con drogas y mantiene un pulso desde hace décadas contra este histórico flagelo.
En este marco, el país andino ya presentó una estrategia para la lucha contra este flagelo basada en la cooperación internacional, la prevención y el conocimiento, la corresponsabilidad, la integración e inteligencia, investigación, entre otros, adelantó el director de la Policía colombiana, el general William Salamanca.
Después de presentar esta estrategia, la Policía informó sobre el primer colombiano extraditado a EE.UU. por distribuir fentanilo en los estados de Pensilvania y Nueva York en el período comprendido entre 2017 y 2019.
Dabinsson Niño Meyer, de 39 años, fue capturado en Acacías (Meta) y deberá responder por los delitos de tráfico de drogas, distribución y posesión de fentanilo.
Lo que vemos en Norteamérica, EE.UU. y Canadá, es que es verdad que el fentanilo está reemplazando o se está mezclando con heroína u otro opioides. Es diferente que pensar en cocaína, porque es otro tipo de droga.
Representante de la UNODC para la región andina y el cono sur, Candice Welsch.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, manifestó en el marco de la 78 sesión de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York que “el fentanilo, que ya no mata a 4.000 sino a 100.000 jóvenes al año, es el gran resultado de la prohibición de las drogas”.
Petro reconoció que “puede haber intentos” de producir fentanilo en Colombia y que por lo tanto el país debe tener una política de prevención en salud para consumidores, “que incluso ni saben qué es lo que están consumiendo”.
Su hipótesis es que los opioides estarían desplazando a la cocaína, pero aclaró que “eso hay que examinarlo todavía dentro de un tiempo”.
“La realidad es que es altamente probable que estos procesos industriales se hagan en los mismos Estados Unidos, quizás en la frontera de México, aprovechando un menor valor de la fuerza de trabajo. Colombia no va a tener una posición privilegiada ahí, y eso nos da la oportunidad de la paz, de quitarle la gasolina violenta a la base de nuestra sociedad”, afirmó.
Los riesgos son los mismos que para otros opioides como la heroína
Especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijeron a Bloomberg Línea que los riesgos para la salud pública para Latinoamérica están relacionados con el poder del fentanilo, un opiáceo sintético mucho más potente que la heroína o la morfina.
Por un lado, un uso médico adecuado del fentanilo en preparados farmacéuticos constituye una importante opción terapéutica en el tratamiento del dolor (intenso).
La Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (Acemi) complementó en respuesta a una consulta escrita que el principal uso del fentanilo farmacéutico o de uso médico es como anestésico en cirugías prolongadas, así como en el tratamiento del dolor crónico de difícil manejo (en su presentación de parche de acción rápida).
Entre tanto, el fentanilo ilegal se produce en fábricas de drogas ilícitas y se distribuye en el mercado de drogas ilegales. Es el fentanilo que se asocia a sobredosis y con más de 150 muertes por día en Estados Unidos, ahondó.
En este sentido, la OMS advirtió que su uso no médico está asociado a graves riesgos causados por la alta potencia del fentanilo, incluida una posible sobredosis mortal debido a la depresión respiratoria.
“El fentanilo es un medicamento de control especial que desde hace mucho tiempo ha sido utilizado con fines terapéuticos legales en Latinoamérica. Sin embargo, lo que observamos es ese uso indebido que se le está dando, referente a la potencialización de drogas sintéticas en la región, como un espejo de lo que ocurre en EE.UU., donde hay una crisis indudablemente del consumo de opioides como es el caso del fentanilo y los derivados de esta sustancia”, comentó en entrevista con Bloomberg Línea el magíster en química de la Universidad Nacional de Colombia, Dennis Ocampo.
Coindice en que el fenómeno de los opioides en Latinoamérica es muy diferente al que ocurre en Norteamérica, pues en esos países parte de este problema se explica en la forma en la que el sistema de salud hace el manejo del dolor de sus ciudadanos y, por tanto, el consumo con fines terapéuticos es bastante alto.
“Es diferente a Latinoamérica, en donde no está tan arraigado ese consumo de opioides con fines terapéuticos. Acá es mucho más reservado y cauteloso ese consumo desde los mismos profesionales y el sistema de salud. Por eso, la dinámica que observamos en Latinoamérica es un poco diferente a la de EE.UU. Por lo mismo, como el fentanilo acá es utilizado principalmente como un potencializador de drogas sintéticas y específicamente del famoso “tusibí”, la población más vulnerable son los jóvenes que están experimentando con estas nuevas drogas psicoactivas”, apuntó.
Precisamente, para la OMS otro factor importante que influye en los riesgos para la salud pública del fentanilo es su contaminación en el proceso de producción ilícita con otras sustancias altamente potentes y peligrosas, como otros opioides sintéticos (por ejemplo, los nitazenos) u otras sustancias (por ejemplo, la xilacina). También suele mezclarse con heroína o cocaína a menudo sin conocimiento del consumidor.
En general, los hombres, las personas de edad avanzada y las personas con un nivel socioeconómico bajo corren un mayor riesgo de sufrir sobredosis de opiáceos. Y existe una serie de factores de riesgo de sobredosis de opiáceos que incluyen padecer un trastorno por consumo de estos, consumirlos a través de inyectables, la reanudación del consumo tras un largo periodo de abstinencia (por ejemplo, tras una desintoxicación, la salida de la cárcel o el abandono del tratamiento), padecer afecciones médicas concurrentes como VIH, enfermedades hepáticas o pulmonares o trastornos mentales, entre otros.
La crisis del consumo de drogas
En Norteamérica, el flagelo de los opiáceos es el responsable de “un número sin precedentes de muertes por sobredosis”, que se atribuyen principalmente al consumo de fentanilo, de acuerdo con el informe World Drug Report 2023, publicado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
Según sus cálculos, EE.UU. contabilizó 80.000 muertes por sobredosis de opioides en 2021, con lo que mantuvo la tendencia de aumento interanual. La UNODC explica que unas 70.000 de estas muertes están asociadas al consumo de opioides sintéticos (principalmente fentanilos) y que las mujeres fueron cerca del 30% de todos los fallecidos por sobredosis atribuidos a esta droga en ese país.
En términos generales, el consumo de drogas mantiene en alerta a las autoridades sanitarias en el planeta luego de que reportara un incremento del 23% en la década comprendida entre 2011 y 2021, de acuerdo con cifras de UNODC. Es así como el número estimado de consumidores pasó de 240 millones en 2011 a 296 millones en 2021, lo que equivale al 5,8% de la población mundial de 15 a 64 años.
Y aunque el cannabis sigue siendo la droga más popular, el crecimiento vertiginoso de consumidores de opioides en Norteamérica genera alerta entre las autoridades sanitarias ante los efectos del fentanilo, conocida como “la droga zombi” en la salud pública, a medida que sus tentáculos se extienden en la región.
Solo en 2021 unas 60 millones de personas en el mundo consumieron opioides y en ese mismo período 39,5 millones presentaron trastornos debidos al consumo de droga, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“El fentanilo es hasta 100 veces más potente que la morfina, tiene además un inicio de acción rápido. Entre sus efectos se pueden enumerar: confusión, estreñimiento, sedación, problemas para respirar, pérdida del conocimiento y puede ocasionar la muerte. Su consumo sin supervisión médica puede causar dependencia, por su alta potencia”, dijo a Bloomberg Línea la académica y química farmacéutica Egdda P. Vanegas Escamilla.
La también docente del Departamento de Química de la Pontificia Universidad Javeriana explica que en muchos países de Latinoamérica aún es emergente el consumo de estas sustancias y por ende es complicado medir la magnitud de lo que puede estar sucediendo.
“La preocupación se ha generado por lo sucedido en Estados Unidos y Canadá, debido al alto número de muertes relacionadas. Como todas las sustancias de uso ilícito, la población más afectada son los jóvenes”, advirtió.
De hecho, UNODC advierte que más del 50% de los jóvenes sudamericanos en rehabilitación tiene menos de 25 años, mientras que en África el 70% tiene menos de 35 años.
Las advertencias frente a la amenaza del fentanilo
Aunque los especialistas consideran que es apresurado hablar de una crisis por causa del fentanilo en la región, sí ven importante tomar medidas desde ahora para evitar mayores impactos en el futuro.
De acuerdo con un informe publicado en la revista científica The Lancet por los especialistas Francisco Bastos y Noa Krawczyk, Brasil debería tomar medidas preventivas y analizar los patrones de consumo frente a la presencia de opioides sintéticos como el fentanilo. No obstante, señalan que una limitante para la expansión de los opiáceos en el gigante sudamericano sería el alto costo de estas drogas, en comparación a EE.UU. en donde el kilo resulta ser más barato que la cocaína.
En EE.UU., un kilo de opiáceos puede costar cerca de US$1.800, mientras que un kilo de cocaína puede comercializarse en US$35.000 en las grandes urbes de ese país, según lo expresó el analista de la Administración de Control de Drogas (DEA), Richard Candelaria, durante el Primer Consejo de Seguridad Interior, organizado por el Ministerio de Seguridad argentino.
En visión Julián Quintero, de la Corporación Acción Técnica Social (ATS), en Colombia no habría un riesgo tan significativo con la entrada del fentanilo porque la heroína que se consume localmente puede ser de “las más baratas y de más alta pureza del mundo”.
“En Colombia, así traigan fentanilo, análogo o sintético, la heroína va ser más barata. Esa va a ser una de las situaciones que va a ser una barrera de acceso para la entrada del fentanilo”, apuntó.
Dennis Ocampo, magíster en Química, opinó que se debe mantener una postura de cautela frente al uso de opioides con fines terapéuticos en Latinoamérica, especialmente a la hora de recetar estos productos, para disminuir ese riesgo de abuso.
La sobreexposición mediática y política ha hecho que aumente la demanda de fentanilo. Nosotros sí tenemos registrado que hay un aumento de consultas a nuestros proyectos de cómo se usa el fentanilo y cuáles son los riesgos. Ese volumen de preguntas no lo teníamos antes. También vemos que hay un aumento en el precio de las ampolletas, que antes se conseguían entre $40.000 (US$9,4) y $60.000 (US$14,1) el año pasado y ahora cuestan entre $150.000 (US$35,4) hasta $300.000 (US$70,9). Y hay un aumento en la incautación de ampolletas, están circulando más. Eso nos preocupa mucho
Julián Quintero, sociólogo e investigador en temas de drogas
Desde la parte del consumo ilícito y su masificación como adulterante de las drogas sintéticas, explicó que es importante trabajar en reforzar la información y prevención para concientizar alrededor de esta problemática, sobre todo de la peligrosidad de estas sustancias.
Y del lado de las autoridades, ve clave que estas puedan contar con los medios técnicos para que puedan identificar esta sustancia en campo ante las limitaciones que actualmente existen en esta materia de la detección de las drogas sintéticas.
Los entes internacionales también instan a aumentar la ayuda a los países para estudiar las tendencias que sigue el consumo de drogas y los daños que causa a fin de comprender mejor la magnitud de la dependencia y de las sobredosis de opioides, complementó la química farmacéutica Egdda P. Vanegas Escamilla.
También piden velar por el uso racional de los opioides y por su disponibilidad óptima para fines terapéuticos, así como a reducir al mínimo su consumo indebido y sin fines terapéuticos y su fiscalización rigurosa. Además, de promover la supervisión al consumo de fentanilo y sus análogos de forma ilícita, con el fin de colectar datos y comprender mejor el problema.
Al mismo tiempo, piden establecer tratamientos eficaces, rentables, de calidad y de amplia cobertura para la dependencia, así como promover el uso adecuado de opioides empleados en el manejo del dolor y cuidados paliativos, entre otras.
Desde la OMS expusieron a Bloomberg Línea que se requiere aumentar la disponibilidad del tratamiento de la dependencia de opiáceos, incluso para los dependientes de opiáceos con receta.
La lucha también pasa por reducir y prevenir la prescripción irracional o inadecuada de opioides, vigilar la prescripción y dispensación, limitar la venta libre inadecuada, así como ampliar la distribución y el uso de naloxona y la educación para la prevención de sobredosis.
¿Por qué debería preocuparnos la llegada del fentanilo a Latinoamérica y qué hacer?
De acuerdo con los datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en ingles), citados por Acemi, el problema del fentanilo ilegal es la variabilidad del contenido de esta droga en las presentaciones que se distribuyen.
En los mercados ilegales de droga el contenido puede variar de manera importante y una pequeña dosis puede resultar en la muerte, ya que, además, estas presentaciones líquidas o en polvo no tienen sabor ni olor.
“Como opioide sintético que es, la sobredosis por fentanilo produce una depresión respiratoria y disminución del estado de conciencia de la persona, lo que hace que corra el riesgo de presentar un paro respiratorio, que es la causa de muerte en sobredosis”, advirtió Acemi desde el campo médico.
De acuerdo con la información disponible de UNODC sobre sustancias psicoactivas reportadas en 2022, en Sudamérica solo el 6% estuvieron relacionadas con análisis de fentanilo. El principal problema está con las drogas del grupo de fenetilaminas (como el éxtasis o mescalina) que corresponden al 28% de los reportes.
Esta situación contrasta con Norteamérica, en donde los análogos de fentanilo ocupan la segunda causa de mayor reporte (el primer lugar lo ocupa las catinonas sintéticas o “sales de baño”) con el 15% del total.
Con este panorama, en visión de la OMS, “todas las estrategias e intervenciones eficaces para la prevención del consumo no médico de opiáceos y otras drogas psicoactivas son pertinentes en este contexto”.
Pero las siguientes son más específicas para los riesgos del fentanilo:
• Evaluación y seguimiento de la situación con respecto a la disponibilidad y los efectos del fentanilo en la salud. En el sector se debe prestar especial atención al papel del fentanilo en los casos de sobredosis de drogas mortales y no mortales.
• Fortalecimiento de la capacidad de los proveedores de primeros auxilios para ayudar en situaciones de sobredosis de drogas con opioides altamente potentes, que incluyen la disponibilidad de naloxona en diferentes formulaciones, la revisión de las directrices clínicas con respecto a las dosis de naloxona en el manejo de sobredosis de drogas, la preparación de los servicios de salud para lidiar con una sobredosis de drogas que involucran fentanilos. La OMS recomienda que la naloxona esté disponible sin receta para las personas que puedan presenciar una sobredosis. También debería ofrecerse formación en el tratamiento de las sobredosis de opioides.
• Ampliar la accesibilidad y la cobertura del tratamiento para las personas con trastornos por consumo de drogas y, en particular, el tratamiento asistido de la dependencia de opioides con medicamentos como la metadona o la buprenorfina.
• Eliminación de barreras legales y de otro tipo que impiden la prestación de primeros auxilios en situaciones de sobredosis de drogas.
• Ampliar los servicios comunitarios de reducción de daños de bajo umbral con suministro de información, educación, jeringas/agujas y, cuando sea apropiado y factible, servicios supervisados de consumo y pruebas de drogas que ayuden a prevenir muertes por sobredosis entre los segmentos más vulnerables de consumidores de drogas.
• Uso racional de opioides en el manejo de diferentes condiciones de salud y eliminación segura de opioides no utilizados.