Semana de cuatro días: cultura y leyes son los principales obstáculos para LatAm

En algunos países de América Latina, cuatro de cada diez empleados prefiere reducir la semana laboral, aún si esto implica más horas de trabajo o menor salario, según un estudio

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Bloomberg Línea — La búsqueda de una mayor productividad de los trabajadores y la ola de digitalización empresarial que se impulsó tras la pandemia del Covid-19 se decantó en nuevos experimentos a nivel global, siendo uno de los más sonados la reducción de la semana laboral, o mejor conocida como semana de cuatro días.

En las diferentes empresas europeas, asiáticas y estadounidenses que lo han hecho, se consiguió reducir la semana laboral media de los empleados de 38 horas a menos de 33 horas, de acuerdo con un estudio de la organización sin ánimo de lucro ‘4 Day Week Global’, que siguió de cerca a 41 empresas en esta transición.

El estudio sugiere que los beneficios de pasar a una semana de cuatro días pueden durar y fortalecerse con el tiempo, en lugar de disiparse.

¿Qué está pasando en América Latina con la semana de cuatro días?

“Países como Colombia ya han comenzado pilotos en empresas del sector de consumo, donde han tenido resultados favorables. Brasil, como potencia de la región, también se perfila como uno de los países que arrancará el piloto este mismo año. Los resultados de las empresas que han participado en el piloto en Estados Unidos y Canadá indican que no regresarán a una jornada de cinco días tras adaptarse a una de cuatro días”, explicó Juan Felipe Velasco, co-fundador y COO de Remoti, en entrevista con Bloomberg Línea.

Velasco precisó que pese a los buenos resultados internacionales, aún es “muy temprano” para determinar el comportamiento en nuestra región y si será una medida definitiva. Los ejemplos a los que se refiere Velasco son el Grupo Empresarial Hada en Colombia, que lo está implementando desde 2022, y el piloto que realizará la consultora Reconnect Happiness y la organización 4 Day Week Global en Brasil.

Los desafíos de LatAm

Son diferentes las visiones sobre los obstáculos que puede enfrentar América Latina para reducir la semana laboral, entre los cuales Velasco suma:

  • Normas culturales: las culturas laborales tradicionales a menudo priorizan el sacrificio y el esfuerzo excesivo, lo que se traduce en preferir largas jornadas laborales. Esto, sin duda dificulta el cambio hacia una semana laboral más corta.
  • Leyes laborales: adaptar las leyes laborales para acomodar semanas de trabajo más cortas puede requerir reformas legales, mucha burocracia y negociaciones, lo cual puede ralentizar el proceso considerablemente.
  • Variación por industria: diferentes sectores pueden experimentar diferentes grados de éxito y resistencia en la adopción de este modelo.
  • Factores socioeconómicos: las diferencias económicas en la región pueden afectar la viabilidad de semanas laborales más cortas para todos los empleados.

“Es una proyección que requiere una alta colaboración entre las empresas y los empleados, para encontrar la dinámica de hacer más en menos tiempo, simplificar los procesos y concentrar los esfuerzos en lo que realmente genera valor. Ahí se basa el éxito y la perpetuidad de estas políticas en América Latina”, añadió.

Los trabajadores de LatAm quieren una semana laboral más corta

Cuatro de cada diez trabajadores que respondió a un estudio de Quiddity realizado en Argentina, Brasil, Colombia y México, señalaron que prefieren “achicar” la semana laboral, aún si esto implica “alargar la jornada o una reducción del salario”.

Pero el porcentaje es bajo, pues un 60% de los encuestados señaló que “prefiere mantener su trabajo como está”.

A nivel regional, el 34% coincide en señalar que el balance entre vida personal y profesional es una de las bondades del trabajo híbrido, mientras que el 38% advierte una falta de equilibrio entre ambas esferas de la vida al trabajar desde casa.

Por último, el estudio encontró que los brasileños son los “más descontentos” con relación a su trabajo, manifestando mayor exigencia laboral.

¿Qué implica transitar a una semana laboral de cuatro días?

Consultado por Bloomberg Línea, Velasco destacó que entre los efectos positivos se cuenta que se puede llevar a un mayor bienestar de los empleados, aumentando la moral y la productividad. Al tiempo que puede fomentar un mayor gasto en ocio y tiempo libre para invertir en proyectos personales.

Por el contrario, se puede presentar una “producción reducida en industrias que dependen de la producción continua. Los empleadores pueden necesitar ajustar salarios y beneficios para adaptarse a semanas laborales más cortas. Me parece que el seniority de los empleados también debe ser considerado, ya que si son muy jóvenes o es su primera experiencia laboral puede generar una costumbre de que el empleado cada vez trabaje menos”, apuntó.

Los sectores que más ‘fácil’ podrían migrar a esta modalidad son aquellos que no dependen de la producción continua, como tecnología, servicios y algunas áreas de la administración pública.