Bogotá — Después de los avances logrados tras la pandemia, Latinoamérica registró una reducción de 16 puntos porcentuales en la proporción de la población con un nivel bajo de inclusión financiera, pasando del 51% en 2021 a 35% en 2023, de acuerdo con un informe privado.
El Índice de Inclusión Financiera, elaborado por Ipsos a petición del Grupo Credicorp, explica que luego de experimentar un importante crecimiento en el acceso y uso de servicios financieros el año pasado, “los resultados muestran niveles de inclusión financiera que se mantienen estables” en Latinoamérica.
Al analizar los resultados por niveles de inclusión, se observa que un 24% de los ciudadanos logra el nivel alcanzado de inclusión financiera, en comparación con el 25% en 2022 y el 16% en 2021. Esto indica que las principales mejoras se produjeron entre 2021 y 2022.
Credicorp
En esta edición, el Índice de Inclusión Financiera presenta una puntuación de 45,5 sobre 100, lo que refleja un nivel ‘medio-bajo’ para Latinoamérica, explica el Grupo Credicorp.
No obstante, el promedio obtenido por los ocho países analizados significa una mejoría de 1,3 puntos frente al informe de 2022.
Para la construcción del IIF, se consideran las dimensiones de acceso, uso y calidad percibida.
Asimismo, se definió una escala del 0 a 100, en la que un mayor puntaje significa un mayor nivel de inclusión financiera.
Entre los países evaluados, Argentina ocupa el primer puesto en inclusión financiera con una puntuación de 53 gracias a sus altos puntajes en acceso y uso. En cambio, ocupa el último puesto en cuanto a calidad percibida ante su baja evaluación en términos de confianza en el sistema financiero, costos para los usuarios y seguridad percibida.
A pesar de estos aspectos, según Grupo Credicorp, Argentina tiene una tendencia positiva en las tres dimensiones y en el puntaje global del índice.
Chile se mantiene en el segundo lugar con 52,5, pero su nivel de inclusión financiera no ha experimentado un aumento desde el inicio de la pandemia.
“Las dimensiones de acceso y calidad percibida se han mantenido relativamente estables a lo largo del tiempo, mientras que la dimensión de uso ha mostrado una ligera recuperación tras la disminución ocurrida el año anterior. A pesar de sus altos puntajes en acceso y uso, Chile presenta uno de los puntajes más bajos en calidad percibida entre los países participantes”, añade el documento.
Le siguen Panamá (52), Ecuador (49,6) y Colombia (45,6), en donde si bien se observa una mejora en el acceso a productos y servicios financieros, también se registró el mayor porcentaje de ciudadanos que tienen productos de crédito y ahorros fuera del sistema financiero.
Perú (43,3) logró una leve mejora y sube del séptimo al sexto puesto en comparación con el año anterior.
Mientras que México se situó ahora en el séptimo lugar con una calificación del 41,7, ubicándose por debajo del promedio regional en términos de acceso y uso de productos y servicios financieros.
A propósito de este resultado en México, el documento dice que “se ha observado una disminución en la tenencia de productos de ahorro y en el número de personas que ahorran dentro del sistema financiero formal en comparación con el año anterior”.
Bolivia, que ocupa el último puesto, reporta un leve avance en el puntaje y llegó a 40,4.
Los autores señalan que “estos resultados se dan en un contexto de postconfinamiento que, pese a la compleja situación actual marcada por el retroceso en la economía de la región, ha normalizado en muchos aspectos la actividad económica de los ciudadanos”.
Pese a los avances hay un largo camino por recorrer en la medida en la que 2 de cada 3 ciudadanos reportaron tener alguna barrera para acceder a productos de ahorro o crédito.
Las principales barreras de acceso incluyen, entre otras, la percepción de que no necesitan o no les interesa tener productos financieros, así como la falta de recursos económicos.
En el informe se constataron otros desafíos relacionados con la aversión a endeudarse, la percepción de intereses altos, la cantidad de trámites involucrados y las malas experiencias previas dentro del sistema que se han intensificado.
También se ven afectados los índices de inclusión financiera debido a la desconfianza de la población, en la medida en la que solo 1 de cada 3 personas confía en las instituciones financieras de su país.
“Además, se ha observado un aumento en la percepción de que el dinero no está seguro en las entidades financieras y el temor a realizar transacciones por medios digitales”, concluyó.