Bloomberg — La exitosa oferta pública de adquisición de Toshiba por parte del fondo de capital riesgo Japan Industrial Partners allana el camino para una adquisición de 2 billones de yenes (US$13.500 millones) que pondría fin a los 74 años del grupo de electrónica como entidad cotizada.
Toshiba, cuyos orígenes se remontan a 1875, declaró el jueves que el consorcio liderado por JIP posee ahora el 78,65% de todas sus acciones. Esto allana el camino para que el fondo nacional presione al resto de accionistas y se haga con el control total de la empresa, en lo que se espera que sea la mayor operación de Japón este año.
La salida de la sociedad de la Bolsa de Tokio pondría fin a una década problemática para la empresa, marcada por escándalos, pérdidas devastadoras y enfrentamientos con accionistas activistas que redujeron la capacidad de innovación de la empresa.
Sin embargo, es posible que persistan los problemas de gobernanza. Los acreedores de Toshiba exigen que el destituido director de operaciones, Goro Yanase, asuma un papel de liderazgo en la gestión, según afirman personas familiarizadas con el asunto. Yanase dimitió a principios de año para responsabilizarse de las demandas de indemnización por gastos de representación inapropiados. Sin embargo, Yanase desempeñó un papel decisivo a la hora de allanar el camino para el acuerdo de privatización y cuenta con experiencia en el negocio de energía nuclear de Toshiba, clave para cualquier cambio de rumbo, según estas personas.
Sumitomo Mitsui Banking y otros bancos que financian la adquisición a través de préstamos por valor de 1,2 billones de yenes también están presionando para que sus propios representantes ocupen altos cargos, dijeron las fuentes, que pidieron no ser identificadas porque el asunto es privado. Dentro de la empresa hay oposición al regreso de Yanase, y es posible que el nombramiento no se produzca.
Un representante de Toshiba declaró que por el momento no hay nada decidido, y añadió que JIP y Toshiba discutirán la estructura de gestión de la empresa tras la privatización.
Un largo proceso de subasta ha mantenido en el limbo al inventor del primer ordenador portátil del mundo y de la memoria flash durante un año de cambios en toda la industria provocados por el creciente interés en la inteligencia artificial. Mientras tanto, Kioxia Holdings, la filial de chips de Toshiba, se ha quedado aún más rezagada respecto a los líderes del mercado, Samsung Electronics y SK Hynix, a medida que se dilataban las negociaciones para fusionarse con el negocio de memoria flash de Western Digital.
Los ejecutivos de Toshiba y sus acreedores afirmaron que la privatización permitiría a Toshiba centrarse en una estrategia a largo plazo. La empresa, cuyos negocios incluyen centrales nucleares, semiconductores de potencia, baterías y discos duros, ha pasado por tres presidentes en otros tantos años.
Antaño célebre por sus avances tecnológicos, en 2015 Toshiba pagó la mayor multa jamás impuesta en Japón por manipular sus estados financieros. Luego sufrió una desastrosa incursión en el negocio nuclear que le obligó a depreciar US$6.300 millones y a vender su joya de la corona, el negocio de chips de memoria, reorganizado como Kioxia. También se deshizo de sus actividades médicas, de electrodomésticos y de televisión.
Los activistas empezaron a rodear a la empresa en apuros y en 2021 anunció planes para dividirse en tres unidades, sólo para revisar este plan a favor de una división en dos en 2022. El entonces consejero delegado dimitió para asumir la responsabilidad del caos, tras lo cual el consejo comenzó a solicitar propuestas para privatizar la empresa.
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