Emitir tarjetas de crédito propias: ¿cómo se hace y por qué potencia los negocios?

Emitir tarjetas propias aporta conveniencia, accesibilidad, seguridad y flexibilidad financiera a los clientes de las empresas

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Bloomberg Línea — América Latina cuenta con 169 millones de titulares de tarjetas débito y 99 millones de titulares de tarjetas de crédito, siendo Brasil el país con mayor penetración de estas últimas en América Latina, con un equivalente al 40%, superando a México, Perú y Colombia, según las estimaciones de la consultora Americas Market Intelligence.

Y pese a la consolidación de los pagos digitales y sin contacto, estos plásticos siguen teniendo un alto protagonismo en la región, que todavía requiere de esfuerzos y estrategias para aumentar su inclusión financiera y reducir la predominancia del efectivo como principal método de pago, teniendo en cuenta los factores de informalidad asociados a este.

Es así como las tarjetas, independiente de cuál sea su formato, se consideran productos que facilitan el acceso a servicios financieros diversos y por ende, un camino a incrementar la bancarización. Tanto así, que múltiples empresas que no tienen como propósito principal los servicios financieros, están transitando a emitirlas para diversificar sus ingresos y fidelizar a los clientes.

¿Cuál es el proceso para emitir una tarjeta débito o crédito en LatAm?

“Cada vez más, las empresas, sin importar la industria o el sector, invierten para incluir productos financieros propios, como tarjetas de crédito, débito y/o prepagadas a su propuesta de valor (sin perder el foco de su core business). Este nuevo layer financiero, en empresas tradicionales, las transforma en las llamadas finanzas embebidas o integradas”, dijo Carlos Marín, country manager de Pomelo en Colombia y Perú, a Bloomberg Línea.

De acuerdo con el country manager de Pomelo, compañía que realiza soluciones financieras para fintech y empresas, lo primero a tener en cuenta a la hora de lanzar una tarjeta es definirla según el tipo de cliente y sus respectivas necesidades, que pueden ser:

  • Dar préstamos con capital propio a través de tarjetas de crédito para que los usuarios puedan hacer compras con un límite determinado disponible.
  • Distribuir los fondos propios a través de tarjetas prepagas con un fin exclusivo.
  • Brindar gift cards a fin de promover la fidelización de clientes o tarjetas regalo que ya poseen un monto fijo para gastar y no admiten recargas.
  • Unir tarjetas de crédito a billeteras cripto con las que el usuario puede acceder a cajeros automáticos y hacer compras.
  • Gestionar gastos corporativos en la organización a través de tarjetas de crédito y prepagadas.

Una de las claves destacadas por Marín es que estos productos se pueden ofrecer sin la necesidad de tramitar una licencia financiera, a menos que la finalidad del producto o su naturaleza implica la captación de fondos, para lo cual la empresa sí tendrá que solicitar autorización y licenciamiento de la autoridad financiera en el país de origen, antes de iniciar operaciones o apalancarse en la licencia financiera de un tercero.

¿Por qué emitir tarjetas de crédito, débito o prepagadas?

“El proceso de emisión de tarjetas de crédito es un viaje complejo y fascinante que involucra a múltiples jugadores e innumerables pasos”, dijo Jordan Olivas, presidente ejecutivo de QisstPay, una plataforma de préstamos para empresas.

El especialista refirió que al comprender los entresijos de la emisión de tarjetas, “podemos apreciar mejor el arduo trabajo y la dedicación de los diversos participantes que hacen posible nuestro mundo financiero moderno”.

En términos de bancarización, las tarjetas aportan conveniencia, accesibilidad, seguridad y flexibilidad financiera a las personas.

La emisión y el procesamiento de tarjetas, en visión de Marín, es un modelo que les permite a las empresas diversificar ingresos, fortalecer su vínculo con clientes existentes y/o atraer a nuevos, mayor eficiencia operativa y competitividad.

“Para ello, es importante encontrar un socio tecnológico con experiencia en el desarrollo de soluciones fintech. Sin duda, el término fintech es flexible y permitirá evolucionar la identidad de aquellas empresas que sumen productos o servicios propios de esta industria”, explicó, añadiendo que el papel de Pomelo es hacerlo en cuestión de semanas.

En caso de solicitar autorizaciones, ¿cuáles son las más comunes?

Las empresas que quieran incluir esta modalidad a sus servicios que ofrece una alternativa para personas que no pertenecen al sistema bancario tradicional, podrían verse sujetas a diferentes regulaciones, siendo tres las más comunes, aunque pueden cambiar de un país a otro:

  • Sociedad especializada en depósitos y pagos electrónicos (SEDPE): permite tener captación de recursos, abrir cuentas de depósitos electrónicos y habilitar métodos de utilización como tarjetas de débito al igual que otros electrónicos.
  • Establecimiento bancario o banco: su licencia es una de las más complejas de conseguir y su monto de capital mínimo es el más elevado. Permite intermediar recursos, es decir, captarlos y prestarlos al público.
  • Compañía de financiamiento: podría considerarse una entidad financiera vigilada intermedia entre las dos mencionadas anteriormente. Se trata de un establecimiento de crédito por el que se pueden captar recursos y colocarlos en préstamos (intermediación financiera).

Así mismo, Marín señaló que el proceso de acogerse a regulaciones puede ser demorado. Para el caso del mercado colombiano, se tendrá que contar con la construcción de un plan de funcionamiento (MVP) del producto desde cero que esté conectado con diferentes proveedores. La autorización y licenciamiento de la Superintendencia Financiera de Colombia suele demorar un año como mínimo, dijo.

Lo que sigue después de las regulaciones

Una vez definidas las especificaciones del producto y el contexto regulatorio, las empresas proceden a revisar la capacidad tecnológica de integración e implementación del negocio.

“En una etapa final del proceso de emisión, será importante alinear el diseño al branding de la marca. Además, habrá que poner foco en el proceso de integración con diferentes proveedores, como embozadores y couriers, y gestionar el uso de la licencia financiera. Una vez obtenida la aprobación del cumplimiento de todas las reglas, podremos hablar de un tiempo promedio de 3 meses o menos para la emisión de la tarjeta física, para las virtuales estamos hablando de un par de semanas”, precisó Marín.

A esto añadió que emitir tarjetas, para una startup, por ejemplo, es una manera de aprovechar la digitalización ofreciendo una mayor variedad de servicios, facilitando la operatividad de los clientes, y contribuyendo a la formalización de la economía latinoamericana.