Bloomberg — Brasil pide a las naciones ricas que sufraguen la transición mundial hacia una energía sostenible, ya que estos países necesitan compromisos más audaces para compensar su dependencia de fuentes de energía contaminantes.
Los países en desarrollo “no pueden financiar una transición energética al estilo de Europa y Estados Unidos” y necesitan ayuda del mundo desarrollado, declaró el Ministro de Minas y Energía de Brasil, Alexandre Silveira, en una entrevista en Nueva York. Las naciones industrializadas deben asumir retos mayores, ya que “obtienen su energía de fuentes mucho menos limpias que las del Sur Global”.
Es probable que la petición de que los países ricos inviertan más para ayudar al mundo a transitar lejos de los combustibles fósiles vuelva a ser mencionada por el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, cuando se dirija a otros líderes mundiales en la reunión de la Asamblea General de la ONU la próxima semana. Desde que regresó al poder en enero, este izquierdista de 77 años ha pedido más apoyo internacional para salvar la selva amazónica y crear soluciones de financiación para el clima.
El gobierno de Brasil ha sido un firme defensor de que los países desarrollados cumplan sus promesas de financiación de la lucha contra el cambio climático, que no alcanzan los billones de dólares necesarios para evitar que la temperatura mundial aumente más de 1,5 grados centígrados.
Las naciones en desarrollo del Hemisferio Sur alimentarán al mundo desarrollado con energía limpia, lo que impulsará la posición de estos países en el comercio mundial, según Silveira. El ministro espera que Brasil atraiga 400.000 millones de dólares en inversiones durante la próxima década para la producción de biocombustibles, incluido el combustible de aviación sostenible y el gasóleo ecológico. Silveira considera la producción de biocombustibles en Brasil como su “liberación del cártel de la OPEP”.
Brasil puede “exigir respeto a los países industrializados”, que dependerán cada vez más de la mayor economía de América Latina para la producción de biocombustibles e hidrógeno verde, afirmó. “Está claro para todos que el hidrógeno verde, como fuente de energía descarbonizada en las naciones desarrolladas, vendrá de los países del Sur Global. Brasil lleva la delantera en esta agenda”.
Silveira quiere que los gigantes brasileños de las materias primas, Petroleo Brasileiro SA y Vale SA, encabecen la transición energética a nivel nacional, incluida la producción y el uso de hidrógeno verde.
Aunque el gobierno brasileño ha impulsado la agenda climática a escala mundial, también pretende aumentar la producción de petróleo en su país. Petrobras, la empresa petrolera controlada por el Estado, seguirá aumentando la producción de combustibles fósiles durante las próximas décadas. La producción del país alcanzará un récord este año y seguirá creciendo hasta 2030.
Petrobras también quiere abrir nuevas cuencas en otras partes de Brasil, como el llamado Margen Ecuatorial, una región marina ecológicamente sensible en el extremo norte del país. El impulso a la prospección de la zona ha provocado protestas de activistas medioambientales y tensiones entre los aliados de Lula.
Silveira rebatió las críticas que tachaban el planteamiento de contradicción, argumentando que Brasil necesita encontrar formas de financiar la transición energética. El gobierno reconoce que la transición “necesita exposición, potencial de desarrollo y financiación”.
-- Con la colaboración de Andrew Rosati.
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