La inflación de la Eurozona deja de ralentizarse en señal de alarma para el BCE

Los datos plantean al banco central un dilema a la hora de sopesar si las presiones son demasiado persistentes como para arriesgarse a una pausa en la subida de los tipos

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Bloomberg — La inflación de la Zona Euro dejó de ralentizarse en agosto, lo que plantea a los responsables del Banco Central Europeo (BCE) un dilema a la hora de sopesar si las presiones son demasiado persistentes como para arriesgarse a una pausa en la subida de los tipos de interés.

Impulsados pelos costes de la energía, los precios al consumidor subieron un +5,3% respecto al año anterior, situándose más de dos veces y media por encima del objetivo que persiguen los responsables de la política monetária. Los economistas habían previsto un debilitamiento. Una medida subyacente que excluye los elementos volátiles se ralentizó según lo previsto hasta alcanzar exactamente el mismo nivel que el indicador principal.

El dato subyacente es el más importante para los funcionarios del BCE, que se preparan para juzgar dentro de dos semanas si el debilitamiento del crecimiento en el bloque de 20 países enfriará suficientemente las presiones sobre los precios y, en última instancia, generará una inflación del 2%. De no ser así, podrían subir el tipo de interés por décima vez consecutiva, situando el tipo de depósito en la cifra récord del 4%.

Tras conocerse los datos, los operadores siguieron recortando las apuestas a nuevas subidas de los costes de financiación del BCE, con una probabilidad del 30% para el mes que viene. El euro amplió sus pérdidas y los bonos subieron a medida que se vislumbra el final del ciclo de endurecimiento del banco central.

Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, expuso este jueves el dilema al que se enfrentan las autoridades, en unas declaraciones que parecen coincidir con las de su colega finlandés, Tuomas Valimaki, quien afirmó a principios de semana que el resultado está “totalmente abierto”.

“En caso de que consideremos que la orientación de la política monetaria es incompatible con un retorno oportuno de la inflación a nuestro objetivo del 2%, estaría justificado un nuevo aumento de los tipos de interés”, declaró Schnabel. “En caso de que nuestra evaluación de la transmisión de la política monetaria sugiriera que el ritmo de desinflación avanza según lo deseado, podríamos permitirnos esperar hasta nuestra próxima reunión para reunir más pruebas”.

La propia presidenta Christine Lagarde ha evitado hacer una declaración de intenciones clara, mientras que algunos de sus miembros más duros ya han señalado su preferencia por otro paso de un cuarto de punto.

Joachim Nagel, de Alemania, declaró la semana pasada en una entrevista para Bloomberg TV que aún no está convencido de que la inflación esté bajo control, mientras que Martins Kazaks, de Letonia, afirmó que es mejor pecar de una política más restrictiva. Robert Holzmann, de Austria, también ha señalado que podría presionar a favor de una subida.

Los datos de la Eurozona, junto con un informe del miércoles que muestra un repunte de las expectativas, podrían respaldar sus argumentos. Las presiones sobre los precios al consumo más fuertes de lo esperado en Alemania y Francia, una vez más impulsadas por la energía, y el repunte en España, coinciden con este tema.

Un ligero indicio alentador para los responsables políticos fue la ralentización de la inflación de los servicios en las cifras regionales globales. Se sitúa ahora en el 5,5%, frente al 5,6% de julio. El crecimiento de los precios al consumo en Italia también se ralentizó más de lo previsto, hasta el 5,5%.

Es probable que los funcionarios moderados, como el portugués Mario Centeno, insistan en los riesgos para las perspectivas económicas que están empezando a materializarse.

La confianza se deteriora con rapidez, y la última encuesta de directores de compras muestra un hundimiento cada vez mayor del sector manufacturero y, por primera vez este año, de los servicios. Una encuesta de confianza de la Comisión Europea publicada el miércoles mostró un empeoramiento por cuarto mes consecutivo.

Una de las principales preocupaciones es el malestar de la economía china, que afecta a las perspectivas de exportación de todo el continente. El comercio ya lastró la producción en Alemania, motor de la zona euro, en los tres meses transcurridos hasta junio.

El puerto de Hamburgo registró un fuerte descenso de los volúmenes de transporte marítimo durante ese trimestre y prevé una “disminución significativa” de los ingresos en su subgrupo de Logística Portuaria.

Schnabel reconoció los riesgos, afirmando que los últimos acontecimientos “apuntan a que las perspectivas de crecimiento son más débiles de lo previsto en el escenario de referencia”, al tiempo que advirtió de que “hay indicios de que la economía de la Eurozona podría no estar al borde de una recesión profunda o prolongada”.

Sin embargo, la inflación también le preocupa, lo que agudiza el dilema de los responsables políticos este mes. “Las presiones subyacentes sobre los precios siguen siendo obstinadamente elevadas, y los factores internos son ahora los principales impulsores de la inflación en la Zona Euro”, afirmó.

La principal pieza final del panorama para los responsables del BCE son las proyecciones de los expertos de la institución, que estarán listas para cuando los gobernadores viajen a Fráncfort para su reunión de los días 13 y 14 de septiembre.

La última ronda de junio mostró una inflación por encima del objetivo del 2% hasta 2025, con presiones de precios subyacentes más fuertes que las que incluyen alimentos y energía.

--Con la colaboración de Joel Rinneby, Barbara Sladkowska y Constantine Courcoulas.