¿Puede Guyana, el milagro sudamericano, evitar la ‘enfermedad holandesa’?

A finales de la década, Guyana podría producir más barriles de petróleo al día que el número de su población total. Diversificar la economía e incentivar la inversión extranjera son procesos urgentes

Los compradores pasan junto a los vendedores en el mercado Stabroek en Georgetown, Guyana, el lunes 21 de noviembre de 2022.
29 de agosto, 2023 | 02:00 AM

Bloomberg Línea — El ‘último petroestado del mundo’ o el ‘milagro sudamericano’, así ha sido llamada la República de Guyana, una de las naciones que tenía los índices económicos más deteriorados de América Latina en los últimos años y que, después de poner a andar todo un plan de exploración y explotación petrolera en 2015, se convirtió en el país de más rápido crecimiento en el mundo.

Ubicada entre Venezuela y Brasil, esta economía de casi 800.000 ciudadanos produjo un promedio de 360.000 barriles por día de petróleo en 2022 y se espera que esta cifra sea de 580.000 barriles en 2023, según las estimaciones de Exxon Mobil Corp. (XOM), la empresa que se encargó hace ocho años de iniciar la extracción de crudo mar adentro en el país.

Las cifras hablan por sí solas. El crecimiento del PIB de Guyana fue de 43,5% en 2020, 20,1% en 2021, 57,8% en 2022 y, según estimaciones del FMI, podría alcanzar el 37,2% en 2023, un fenómeno de crecimiento que estaría lejos de detenerse, pero que podría ‘castigar’ al país en un futuro, si no se emplean las acciones necesarias.

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¿Guyana enfrentará la ‘enfermedad holandesa’?

La ‘enfermedad holandesa’, el nombre que The Economist otorgó a la recesión económica que pasó Holanda (ahora Países Bajos) a finales de la década de los 60, hace referencia a los impactos negativos que tiene para un país un aumento sorpresivo y abrupto del ingresos de divisas, especialmente por la explotación de materias primas.

“Encontrar este producto repentino genera toda la dedicación de quienes diseñan toda la política pública y la gobernanza a un solo sector, en este caso el de petróleo”, indicó el profesor de Hacienda Pública de la Universidad del Rosario de Colombia, Henry Amorocho, en entrevista con Bloomberg Línea.

Para el experto, en economía “no hay almuerzo gratis”, y los beneficios que se generan por la explotación de petróleo, benefician solo a ese sector. La pregunta es: ¿qué pasa con los demás sectores?

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“Estos países de baja productividad son los más afectados con la enfermedad holandesa. Se beneficia el sector y el país se ve con un efecto positivo por la exportación de petróleo y se genera una balanza comercial positiva. (Pero) nos encontramos ante la circunstancia de que elevándose el tipo de cambio, se pueden estar afectando a otros sectores como el manufacturero y agrícola, que requieren de recursos importados”, añadió.

La tendencia es también el punto de partida de la ‘maldición de los recursos’, una tendencia en la que un país sin políticas efectivas a largo plazo, y con abundancia en recursos naturales, tiende a tener un menor desarrollo económico y social, frente a aquellos que tienen menos recursos.

Pese a la discusión alrededor de este fenómeno que se ha dado desde 2019 de la mano de expertos y la academia, en abril de 2022, el vicepresidente de Guyana, Bharrat Jagdeo, dijo que en el gobierno estaban decididos a “no seguir ese camino”, es decir, no caer en la ‘enfermedad holandesa’, haciendo énfasis en la necesidad de diversificar la economía.

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Las cifras petroleras de Guyana

Este pequeño país sudamericano, que terminaría 2023 con una media de 580.000 barriles de petróleo diarios, llegaría a 1 millón de barriles para 2027. Y para 2030, la producción podría ser de 1,6 millones de barriles diarios, de acuerdo con un informe de Goldman Sachs Group.

Es decir, Guyana alcanzaría una marca histórica, al ser el primer país en el mundo en producir cada día más barriles de crudo que la cantidad de población que posee.

A inicios de agosto, el gobierno de Estados Unidos pronosticó que la producción del país, así como la del mundo, presentaría un aumento en 2024, llegando a 103 millones de barriles por día y esperando que poco más de 70% de este crecimiento provenga de países fuera de la OPEP, entre los que está incluido Guyana.

Orientar las políticas públicas, una acción urgente

Para Amorocho, trabajar en otros renglones económicos para no alimentar la ‘enfermedad’ es una necesidad, pues con una política enfocada solo en el petróleo los demás sectores se quedarán sin producir.

“A medida de que el recurso natural se haga no renovable, con el paso del tiempo se quedan en una situación dificultosa, en la que recuperar la economía es complicado. Cuando no se está produciendo vienen problemas de desigualdad y de pobreza, y desde luego, las políticas de crecimiento y diversificación, de atracción de Inversión Extranjera Directa (IED), toca hacerlas de manera paralela al momento que se produce la expansión del descubrimiento de este tipo de recursos repentinos, como el petróleo o el gas”, puntualizó.

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A su vez, señaló que el problema no es la bonanza petrolera, sino la administración y la pericia para manejar los recursos y la “variable tiempo”, con la que se debe “pelear y administrar”.

En la administración y la inversión por parte del gobierno central coincide Álex Sandoval, cofundador y CEO de Allie Systems, quien dijo a Bloomberg Línea que tanto Guyana, como otros países de América Latina que dependen del petróleo o de la minería metálica, deben “invertir más allá de la extracción”, sumando variables como las asociaciones público privadas, entrar en la refinación y transformación del producto, y estando “más cerca del producto final que llega al consumidor”.

Como ejemplo ubicó a Chile, que podría tener un ‘boom’ minero por cuenta del litio, destacando que el país podría invertir en industrias que lo transformen y entreguen las baterías de vehículos eléctricos para la región.

¿Cómo combatir la enfermedad holandesa?

De manera inesperada, la respuesta de Amorocho es una y contundente: mirar hacia Holanda (Países Bajos). “No por la enfermedad que no supo manejar, sino por cómo la transformó”, dijo.

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Este país ocupa en la actualidad el segundo lugar de productividad agrícola en el mundo, después de EE.UU. El profesor de la Universidad del Rosario defiende que para Guyana es importante un modelo de producción agrícola, teniendo en cuenta el mercado de commodities y el apetito que tiene China por demandar estas materias primas.

En el ‘milagro sudamericano’ el petróleo ya es el 60% del PIB, desplazando al azúcar y al arroz, según datos oficiales.

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“Buscaría un modelo de industrialización del agro y diversificaría, tomando el buen émulo de lo que es hoy en día la economía holandesa, que basa su desarrollo, además de industria manufacturera, en bienes de consumo (cerveza y quesos)”, dijo.

El edificio del Parlamento en Georgetown, Guyana.

Para Sandoval, otro modelo económico a aplicar es Noruega, que después de tener éxito con la producción de petróleo, destinó la mayor parte de los recursos a un fondo soberano, potenciando los sectores de tecnología y reinvirtiendo las rentabilidades en el fortalecimiento de las empresas, las cadenas productivas y servicios públicos como salud y educación.

Amorocho también insiste en que no vería como una sorpresa “que resulte otro país o una ínsula con estas condiciones y con grandes necesidades, que aprovechara la oportunidad de producir petróleo”, señalando que el mundo aún tiene más de 30 años de reservas y que la dinámica mundial todavía se mueve en la parte energética y la parte productiva.

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Talento humano calificado local y extranjero, otra salida

El CEO de Allie Systems, compañía que trabaja en el monitoreo y gestión para la producción de alta calidad en empresas del sector minero y agrícola, señaló a Bloomberg Línea que el gobierno de Guyana debe incentivar la educación de la industria 4.0 y entrenar las habilidades que se van a demandar en 10 años.

De acuerdo con el Banco Mundial, en Guyana un adulto promedio, hasta 2022, tuvo seis años de educación, y de los que pueden obtener un título universitario, casi el 90% abandona el país para trabajar en su área.

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“Si es una persona que quiere operar una máquina en una mina, porque no quiere pasar por una universidad, puede tener un sector educativo de programas técnicos y especializados, que da flexibilidad al trabajador que no necesariamente tiene cómo soportar 4 años de carrera profesional, pero sí puede dedicarse a una profesión específica de la industria, estudiando un año”, indicó Sandoval.

A esto sumó que la pandemia ‘eliminó' las fronteras para el talento calificado, por lo que los países deberían transitar hacia una flexibilización migratoria, que reduzca trámites y tiempos para que se de una importación de talento adecuada, especialmente cuando la región está hablando con mayor insistencia del nearshoring, la tendencia de relocalización de empresas.

Y agregó: “Es labor de los gobiernos locales vender su zona, según las ventajas comparativas que tenga esa ubicación. Hay una competencia de talento, y para esto los países tienen que aumentar su oferta, trámites, incentivos fiscales, infraestructura, entre otros”.