Bogotá — Los residuos generados en la producción de papel moneda y los billetes que han salido de circulación se convierten en materiales aprovechables en Latinoamérica y en una oportunidad de emprendimiento en medio de la preocupación global por las metas medioambientales y la mitigación de los efectos del cambio climático.
A pesar de la digitalización de los servicios financieros, el uso de papel moneda aún tiene un importante protagonismo en regiones como Latinoamérica, en donde la inclusión al sistema aún se enfrenta a diversos retos.
Pero detrás de la producción de billetes también hay una huella medioambiental que trata de ser mitigada.
Se calcula que en un país con 30 millones de habitantes la actividad detrás de la producción de papel moneda puede generar desechos de 280 toneladas.
Recientes pruebas en mercados como Perú mostraron que es posible aprovechar el papel moneda que ha salido de circulación y con este se produjeron de 5,9 toneladas de briquetas, que equivaldrían a la siembra de 259 árboles y la reducción de 15,64 toneladas de CO2.
Si estas 5,9 toneladas de papel se fueran al relleno sanitario, las emisiones de CO2 serían de 18.05 toneladas.
Aunque la pandemia impulsó los pagos digitales, los medios físicos aún son el medio predilecto en Latinoamérica y un 43% apela al dinero en efectivo para pagar la mitad o más de sus gastos, según un informe de Mastercard y Americas Market Intelligence (AMI).
Aun así, constataron reducciones significativas en mercados como Argentina, en donde el uso de efectivo cayó un 20%, en tanto que en Brasil y México fue del 17%, según el informe.
En este contexto, el aprovechamiento de los residuos de papel moneda y de aquellos billetes que han salido de circulación ha encontrado espacio como modelo de negocio en la región.
El papel moneda que se puede aprovechar en este tipo de soluciones sostenibles es el sustrato compuesto 100% de algodón, algunas fibras de origen orgánico, explicaron a Bloomberg Línea voceros de la firma colombiana Biobanknote, que utiliza este material para desarrollar un elemento protector de árboles jóvenes recién sembrados.
Los anillos permiten generar un mecanismo de protección contra la competencia de la yerba circundante al árbol.
Asimismo, propicia una acumulación de humedad en la zona de contacto con el suelo, aportando y manteniendo un ambiente beneficioso a las raíces de la planta.
Además, facilita la concentración controlada de hongos (micorrizas), bacterias benéficas y otras pequeñas especies que aportan al crecimiento del árbol.
Existen otros sustratos en los billetes que tienen una baja concentración de fibras plásticas y polímero bidireccional que puede ser reciclado.
De acuerdo a sus cálculos, en mercados como Colombia unas 1.000 toneladas de billetes quedan fuera de circulación por año, lo que podría equivaler a 1,4 millones de anillos de protección para los árboles.
En Latinoamérica la mayoría de países tiene billetes impresos en algodón, mientras que en otros circulan ambos sustratos (algodón y polímero) y en Costa Rica, por ejemplo, todas las denominaciones son impresas en plástico, expusieron.
“Uno de los problemas ambientales puede ser la generación de los residuos de la impresión de alta seguridad presente en todos los billetes en el mundo. En algunos países se llevan estos residuos a rellenos sanitarios, ocasionando graves efectos sobre el medioambiente”, indicó el gerente de esa organización, Rafael Eduardo Cruz
Cruz manifestó en entrevista con este medio que algunos países como Colombia, Pakistán y en algunas Tesorerías de la Reserva Federal de Estados Unidos realizan, por ejemplo, procesos de compostaje orgánico y su resultado es una enmienda que ayuda en la mejora de suelos.
En otros países se utiliza este material en la fabricación de tejas, ladrillos y en otros países para producir un tipo de láminas que simulan ser madera.
“Los billetes aún permanecen en muchos países, incluso en Europa, como la alternativa de pago más utilizada por las personas. Los estudios de factibilidad que requiere cada país son el comienzo de una estructura de negocio, basada en soluciones sostenibles para el manejo de desechos, hasta la construcción y puesta en marcha de miniplantas de compostaje hasta plantas robustas y automatizadas para producir enmiendas de suelo y anillos protectores”, señaló.
Reflexiona que dados los desafíos en el acceso al sistema financiero para millones de personas en la región, “los billetes impresos son una necesidad imperante en el mundo” ante aspectos como la economía informal.
Pero “lo anterior obliga a que se fabriquen billetes cada día más amigables con el ambiente, sus desechos sean tratados de manera más sostenible y a nivel de los usuarios cuidar y proteger los billetes que llegan a sus manos”, indicó.
Desde las organizaciones que apelan a este modelo de economía colaborativa instan a crear políticas a nivel regional para el uso y el cuidado adecuado de los billetes y que se fijen pautas más sostenibles para el manejo de estos residuos.
Consideran que una alternativa importante es la siembra de árboles para la compensación de las huellas de carbono producidas por el manejo, distribución, destrucción y disposición final de los residuos de billetes retirados de la circulación en cada país.
Para los especialistas, un ejemplo de este modelo es el banco central colombiano, que recientemente ha sido certificado por Bureau Veritas como carbono neutro.
El principal foco de las organizaciones que reaprovechan el papel moneda son los bancos centrales y las imprentas de billetes de capitales privados.
Aun así, los bancos centrales prefieren no divulgar sus actividades o procesos, pero por el momento se vienen realizando proyectos y estudios en mercados como Perú y Argentina en la región.