Buenos Aires — Dolarizar la economía argentina “puede sonar atractivo”, pero “no es la respuesta a los problemas del país”. La advertencia es del economista Mark Sobel, ex funcionario del Departamento del Tesoro y representante de Estados Unidos en el board del FMI entre 2015 y 2018, quien cree que “Milei tiene razón al pedir una consolidación fiscal” pero considera que “la dolarización sería una apuesta demasiado arriesgada”.
A través de un texto publicado en la página web del Official Monetary and Financial Institutions Forum (OMFIF), Sobel realizó un profundo análisis de la situación económica que atraviesa el país y se refirió a por qué cree que la dolarización que busca implementar Javier Milei “no es la respuesta”. En cambio, el economista, marca que “resolver los fracasos económicos de Argentina exigirá mucho trabajo”.
Para Sobel, que preside la OMFIF en Estados Unidos, “Milei tiene razón al pedir una consolidación fiscal masiva para frenar el exceso de endeudamiento y liberalizar la economía para impulsar la productividad”. Sin embargo, marcó que “no hay soluciones milagrosas para los problemas del país, sólo trabajo duro”.
En ese sentido, recordó que el país lleva mucho tiempo sufriendo ciclos de gasto excesivo en un contexto de bajo ahorro. “Este ciclo se hace evidente de nuevo en las desastrosas condiciones económicas actuales. El exceso de endeudamiento interno es financiado por el Banco Central, provocando una inflación elevada o hiperinflación. El endeudamiento externo a gran escala se hace insostenible, provocando impagos en serie. Los controles de capital y las múltiples prácticas cambiarias socavan aún más la competitividad”, repasó.
Todos ellos, consideró, son “problemas fundamentales que las políticas fiscales, monetarias y estructurales deben solucionar”.
Dolarizar la economía, una propuesta atractiva pero arriesgada
Sobel reconoce que la economía argentina ya está significativamente dolarizada, ya que “hay poca confianza en el peso”. Por eso, cree que “la plena dolarización no parece un paso demasiado lejos”.
Entre los puntos positivos de llevarla a cabo, argumentó, se encuentran que le “quitaría discrecionalidad a los funcionarios, dado su historial de fracasos”. Además, marcó que la dolarización requiere que el Gobierno se tome en serio la cuestión fiscal y se asegure de que ya no hay financiación monetaria. “En teoría, la inflación debería disminuir brusca y sosteniblemente, con la credibilidad del país ligada a la política monetaria estadounidense”, anticipa.
Sin embargo, el economista cree que “la dolarización es una estrategia sin salida” y “potencialmente peligrosa”. ¿Por qué? Porque podría generar una “enorme contracción y caída” de la economía, además de “desviar la atención del duro trabajo de arreglar la economía”.
La experiencia de Argentina en la década de 1990 y principios de la de 2000, recuerda Sobel, invita a ser “extremadamente cauteloso”. Con el plan de convertibilidad, recordó, “se lograron avances impresionantes para acabar con la hiperinflación y restablecer el crecimiento”, pero “a lo largo de la década, los déficits fiscales y la deuda no se controlaron”. Y eso, sumado a las crisis mexicana y asiática, y luego de la brasileña de 1999, así como de la fortaleza del dólar y la caída en picada de los precios de las materias primas, generó que Argentina perdiera competitividad exterior. “El crecimiento se desplomó y el desempleo y el déficit por cuenta corriente se dispararon”, repasó.
“Argentina fue incapaz de financiar sus déficits exteriores y perdió el acceso a los mercados. Debido a los elevados pasivos externos denominados en dólares, los inversores vendieron los papeles argentinos, los tipos de interés subieron de forma insostenible, se impusieron fuertes controles de capital y el plan de convertibilidad se vino abajo en medio de enormes trastornos económicos, sociales y políticos”, explicó el ex miembro del board del FMI.
Y si bien recordó que “el plan de convertibilidad era una caja de conversión, no una dolarización total”, cree que “la dolarización se enfrentaría a los mismos retos y riesgos”.
Problemas técnicos detrás de la dolarización
A la hora de señalar las principales dificultades técnicas que enfrentaría Argentina para dolarizar su economía, Sobel primero marcó que “se necesitan dólares para respaldar la dolarización, pero las reservas netas argentinas son actualmente negativas”. Además, recordó que las autoridades financieras pierden toda capacidad de actuar como prestamista de última instancia, lo que sólo puede aumentar la vulnerabilidad del sistema financiero. Además, expresó que “los vínculos entre las economías argentina y estadounidense son pequeños”.
Por todo ello, el economista cree que lo que Argentina necesita es “una consolidación fiscal radical para detener el ciclo perpetuo de endeudamiento excesivo, hiperinflación, morosidad e inestabilidad”.
“Tiene que frenar en seco la creación de reservas monetarias. Por doloroso que sea, es necesario para lograr la sostenibilidad y la transición a un futuro mejor. Argentina también necesita una liberalización amplia y secuenciada: no le sirven los tipos de cambio múltiples, los controles de capital y otras restricciones. Es imprescindible contar con bancos fuertes”, señaló.
Por último, Sobel concluyó que si bien una estabilización basada en la dolarización podría reducir más rápidamente la inflación, dijo que “la estabilidad macroeconómica y monetaria no se logrará simplemente introduciendo un nuevo régimen monetario”. La estabilidad, en cambio, “sólo puede lograrse haciendo realmente el trabajo duro”, expresó.
Más críticas a la dolarización
La de Sobel no fue la única crítica hacia el plan de dolarizar la economía argentina que llegó desde Estados Unidos. También el economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), Robin Brooks, consideró que “la dolarización es una idea terrible” para el país.
En ese sentido, el también ex economista de Goldman Sachs y del FMI recordó que “la última vez que se intentó esto acabó en una enorme devaluación que lo descarta para siempre como objetivo político”. Por otra parte, indicó que incluso después de la reciente devaluación, el peso está “muy sobrevalorado”, y que basta ver su nivel frente a Brasil y Turquía para comprobarlo.