Bogotá — Con la excepción de Argentina y Venezuela, la inflación latinoamericana ya está en un ciclo decreciente, lo que se refleja en que la mayoría de las grandes economías de la región alcanzaron tasas de un solo dígito, demostrando que la política monetaria restrictiva “está produciendo un efecto positivo” en esa batalla, concluyó un reporte de la agencia Moody’s.
El informe destaca que los logros en la batalla contra la inflación en Latinoamérica responden, entre otros factores, a la implementación de sistemas de tipo de cambio flotante por parte de los bancos centrales de la región, que les permitió tener una política monetaria independiente.
Según Moody’s, esta estrategia ha proporcionado una doble efectividad en la lucha contra la inflación, que se ha manifestado tanto en la restricción monetaria como en la apreciación competitiva de las monedas locales.
La restricción monetaria fue “instrumentada tanto por el lado del precio como de la cantidad de dinero, lo cual actuó sobre las presiones de demanda generadas por la expansión y prolongación de la liquidez durante la pandemia”.
Esta no solo encareció el costo del crédito, “sino también limitó su disponibilidad, consecuentemente actuando sobre las decisiones de consumo e inversión”.
El proceso desinflacionario en la región es mayormente el resultado de condiciones monetarias restrictivas y de la moderación en los precios internacionales a medida que las cadenas de suministro global han regresado a una mayor normalidad.
Asimismo, la apreciación competitiva de las monedas latinoamericanas ha desempeñado un papel esencial en la lucha contra la inflación.
“A pesar de que no son producto de una política deliberada para afectar el tipo de cambio, estas apreciaciones cambiarias son competitivas porque son el resultado de una política específica que genera un beneficio indirecto al inducir presiones a la baja en los precios”, subrayó Moody’s.
Esta apreciación fue provocada por el creciente diferencial de tasas de interés locales en comparación con las de Estados Unidos y Europa.
Al aumentar las tasas de interés a un ritmo más rápido que sus contrapartes extranjeras, los bancos centrales latinoamericanos lograron atraer inversiones hacia los mercados de bonos locales, fortaleciendo así las monedas locales y generando presiones a la baja en los precios internos.
Y dado que la mayoría de los países de Latinoamérica cuentan con sistemas cambiarios flexibles, esto les ha brindado esa independencia en sus políticas monetarias.
Es así que “mientras la restricción monetaria actuó directamente sobre las presiones de demanda interna, la apreciación cambiaria produjo presiones a la baja en los precios internos a través de abaratar el precio de los productos importados. Esto en conjunto ha llevado a una aceleración de la velocidad de descenso de la inflación en la mayoría de los países latinoamericanos”, apuntó.
El período postpandemia en Latinoamérica estuvo marcado por un aumento en los índices de inflación, que se extendió desde finales de 2020 y hasta mediados de 2022, cuando alcanzaron su punto máximo en la mayoría de los países.
Sin embargo, la rectificación de las políticas monetarias por parte de los bancos centrales permitió revertir esta tendencia inflacionaria y establecer un proceso de desinflación en la región, según el informe.
Las inflaciones comenzaron a retroceder hacia sus objetivos previamente establecidos.
La consolidación de esta convergencia inflacionaria implica que los bancos centrales de América Latina deben mantener un diferencial de tasas atractivo durante un período suficiente de tiempo.
Moody’s señala que salvo Argentina y Venezuela, en donde la inflación ha alcanzado tasas de hasta tres dígitos, cuatro de las mayores economías de la región llegaron a tener tasas máximas de doble dígito y en las otras dos se mantuvo en un dígito.
Dentro de estas seis economías, el pico inflacionario más alto se alcanzó en Chile con una tasa anual de 14,1%, seguido por Colombia con 13,3%, Brasil con 12,1%, Uruguay con 10%, Perú con 8,8% y México con 8,7%.
Recordó además que en 2022 algunos Gobiernos tomaron medidas para mitigar el alza de costos, “ya sea otorgando transferencias monetarias o bien regulando algunos precios clave como el de los combustibles y alimentos básicos”.
Moody’s considera que la región debe evitar ahora una reversión brusca de los flujos de capital que “generen presiones cambiarias depreciatorias y obstaculice la convergencia y permanencia de la inflación alrededor de su objetivo”, lo que implicará un ciclo de relajamiento monetario gradual.