Bloomberg Línea — La autonomía económica es definida como la capacidad que tienen hombres y mujeres para generar ingresos y recursos propios a partir de su participación en actividades o trabajos remunerados, de acuerdo con el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la Cepal.
Sin embargo, las brechas de género siguen permeando las economías de Sudamérica y la autonomía económica de las mujeres aún es limitada y baja, de acuerdo con una auditoría de Déborah Itriago realizada para el Departamento de Países del Grupo Andino, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
“Aunque la autonomía económica de las mujeres es en sí misma un fin deseable, es fundamental que para que sea de calidad (es decir, instrumental para el desarrollo de las mujeres y de los países de la subregión), esta se logre mediante un trabajo decente, asociado a tareas de mayor productividad y ejecutado en un entorno saludable y libre de violencia y coerción”, escribió Itriago, al dar cuenta de la baja autonomía económica de las mujeres de la región Andina.
Para 2019, por ejemplo, en países como Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú -en los que se centra el estudio-, el porcentaje de mujeres que no percibía ingresos y no estudiaba exclusivamente superaba el 20%, mientras que la falta de ingresos afectaba a alrededor de un 10% entre los hombres.
Los resultados reafirman lo encontrado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su Índice de Normas Sociales de Género, en el que se evidenció que el mundo consiguió pocos avances en la superación de los prejuicios contra las mujeres en la última década, informe que señala que aproximadamente 9 de cada 10 hombres y mujeres siguen manteniendo en la actualidad un sesgo contra este género.
¿Cuál es el panorama en la región Andina?
La auditoría presentada por el BID también encontró que al menos siete de cada diez mujeres ocupadas se dedicaban a actividades de productividad baja, mientras que en el caso de los hombres esto sucede en cinco de cada diez.
Uno de los focos de la autora es la ‘Población sin ingresos’, definida como la proporción de la población femenina (masculina) de 15 años y más que no es perceptora de ingresos monetarios individuales y que no estudia exclusivamente (según su condición de actividad) en relación con el total de la población femenina (masculina) de 15 años y más que no estudia exclusivamente.
Estos son los resultados principales de este componente:
- En Ecuador, Bolivia, Colombia y Perú al menos 1 de cada 5 mujeres no percibe ingresos ni estudian exclusivamente. El porcentaje de mujeres en esta condición a nivel nacional es mayor a 30% en Ecuador y Bolivia, mientras que Colombia y Perú registran un 29% y 23%, respectivamente.
- La falta de ingresos es más común entre mujeres que entre hombres. Mientras en los cuatro países analizados el porcentaje de mujeres sin ingresos (entre la población total de mujeres) supera el 20%, entre los hombres la falta de ingresos afecta a alrededor de un 10%.
- El porcentaje de mujeres sin ingresos es mayor en el área rural en Colombia y Bolivia. La brecha entre área rural y área urbana es especialmente amplia en Colombia (12%) y Bolivia (11%), por cuanto casi 4 de cada 10 mujeres en el área rural no disponen de ingresos, mientras que en el área urbana la falta de ingresos afecta a menos de 3 de cada 10 mujeres. En Ecuador y Perú, el porcentaje de mujeres sin ingresos es similar por área geográfica.
A esta población sin ingresos se suman las condiciones de pobreza extrema, que de acuerdo con Itriago afecta en mayor grado a las mujeres que a los hombres.
“Así, en los cuatro países analizados, el índice de feminidad de la pobreza extrema a nivel nacional muestra valores superiores a 100, por lo que la pobreza extrema incide más en las mujeres que en los hombres. El número de mujeres que viven en hogares en pobreza extrema (por cada 100 hombres en similar situación) es 124 en Colombia, 115 en Ecuador, 112 en Bolivia y 108 en Perú”, detalló.
Y es que de acuerdo con el Índice publicado a finales de junio por el PNUD, en la actualidad, las mujeres tienen más formación y habilidades que nunca. Sin embargo, en los 59 países en que las mujeres cuentan con un mayor nivel educativo que los hombres, la brecha media en los ingresos sigue siendo de un asombroso 39% en favor de los hombres.
Propuestas a ejecutar para la autonomía económica de las mujeres
Para la autora, se hace necesario que en los países de la región Andina se promuevan iniciativas orientadas a desarrollar una autonomía económica de calidad para las mujeres.
“Ello requiere de un abordaje integral de determinantes que operan en distintos planos y obstaculizan el pleno desarrollo de las mujeres”, dijo, focalizando las acciones en cuatro ejes temáticos:
- Se requiere un análisis detallado del contexto, identificando los factores estructurales que limitan la autonomía económica de las mujeres desde la perspectiva de la División Sexual del Trabajo.
- Se enfatiza la importancia del acompañamiento durante el proceso, superando discriminaciones y exclusiones históricas.
- Se destaca la necesidad de identificar y gestionar los impactos diferenciados de género.
- Se propone la incorporación de elementos explícitos para contrarrestar estereotipos y prejuicios.