Opinión - Bloomberg

Giro de último momento en España hace que catalanes decidan futuro del gobierno

Banderas del PSOE español
Por Rachel Sanderson
24 de julio, 2023 | 07:55 AM
Tiempo de lectura: 4 minutos

Bloomberg Opinión — La votación del domingo, que dejó a España sin un ganador claro, confundió a los expertos que esperaban que surgiera una coalición de derechas. Pero el sorprendente giro de la trama es que el líder separatista exiliado de Cataluña ha surgido como el posible hacedor de reyes que podría determinar si el Primer Ministro socialista Pedro Sánchez se mantiene en el poder.

Como se esperaba, la votación del domingo dio al Partido Popular de centro-derecha el mayor número de escaños en el Parlamento, pero sólo por un estrecho margen. Tras la caída del apoyo a su socio de coalición, el partido de extrema derecha Vox, es poco probable que pueda reunir una mayoría. Esto da a Sánchez una oportunidad, pero necesitará el apoyo de los partidos regionales, en Cataluña y el País Vasco, que exigen una mayor autonomía de Madrid.

El resultado de las elecciones muestra la larga sombra del abortado movimiento separatista de Cataluña en 2017. Entonces, el gobierno regional de Barcelona celebró un referéndum de independencia que había sido prohibido por el Tribunal Supremo de España. Los separatistas reclamaron la victoria y declararon la independencia, lo que llevó al gobierno de Madrid a revocar la autonomía catalana y gobernarla directamente. Carles Puigdemont, líder del movimiento, fue procesado y ahora vive en un exilio autoimpuesto en Bélgica.

Sin embargo, el sorprendente resultado de la votación le otorga una gran influencia a la hora de determinar la composición del nuevo gobierno español. Ignacio Torreblanca, director de la oficina de Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, llega a afirmar que Sánchez está “a merced de Puigdemont”.

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Esa división parece que se ahondará si el partido de Puigdemont, Junts, se sale con la suya. Miriam Nogueras, diputada de Junts, dijo al cierre de las urnas que los separatistas catalanes “no harán a Sánchez primer ministro a cambio de nada”. Exigió el regreso de Puigdemont del exilio, y otro referéndum sobre la independencia.

No es la única ironía. Otra es que las concesiones que Sánchez hizo para pacificar a los catalanes después de 2017 -como indultar a nueve líderes separatistas y reformar dos leyes por las que fueron condenados- enfurecieron a muchos españoles y sentaron las bases de la España marcadamente dividida que las elecciones nacionales del domingo han puesto al descubierto.

El Partido Popular (PP), de centro-derecha, y el ultranacionalista Vox obtuvieron 169 escaños en el Parlamento, mientras que los socialistas de Sánchez (PSOE), en el poder, y Sumar, de extrema izquierda, obtuvieron 153 escaños. Ambos se quedaron muy lejos de los 176 escaños necesarios para la mayoría.

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Ana Sofía Cardenal Izquierdo, profesora de Derecho y Ciencias Políticas en la Universitat Oberta de Catalunya, me ha dicho que ha quedado claro que “vuelve a haber dos Españas”. Cardenal ve un país dividido en dos bloques: los conservadores tradicionales que se han enfrentado a lo que perciben como “una anti-España de socialistas, comunistas y anarquistas”.

Sánchez podría verse obligado a buscar también el apoyo de los partidos regionales del País Vasco, incluido EH Bildu, sucesor del brazo político de ETA, grupo terrorista vasco que asesinó a más de 800 personas. Sólo el líder de Bildu es una figura muy divisiva: Arnaldo Otegi, miembro convicto de la disuelta ETA, cumplió 14 años de cárcel tras ser condenado por delitos como secuestro y pertenencia a banda armada. ETA puso fin a su lucha armada en 2011, pero los críticos de Otegi sostienen que nunca ha pedido perdón de forma convincente por sus atrocidades.

El domingo, hablé con jóvenes de San Sebastián-Donostia que esperaban fuera de una cabina electoral situada justo detrás de la pintoresca playa de la Conca de la ciudad. Una de ellas, Elene, de 28 años, profesora que me pidió que no utilizara su apellido, me dijo que consideraba las elecciones como las más importantes de su vida. “Hemos conseguido muchos derechos para los vascos en los últimos años y no queremos que ahora nos los vuelvan a quitar”, dijo. Las encuestas regionales de mayo mostraban que los jóvenes, especialmente en San Sebastián, apoyaban a Bildu. El domingo, Bildu obtuvo seis escaños, su mayor número desde su fundación en 2013. En cuanto a la polémica sobre las raíces de Bildu en ETA, cuando le pregunté su opinión Elene señaló a un monumento cercano que conmemora a unos 400 hombres y mujeres de San Sebastián ejecutados por el régimen franquista en 1936. La reacción de Elene es otra señal de que las fisuras de aquella época siguen sin resolverse en España; como afirma Cardenal, de la Universidad Abierta de Cataluña, “los legados históricos persisten” y esas divisiones están siendo asumidas por generaciones nacidas mucho después del franquismo.

La prima de rentabilidad de la deuda española a 10 años frente a los bunds alemanes, un indicador clave del riesgo político, apenas varió en las primeras operaciones del lunes. Pero los economistas con los que he hablado en Madrid temen que un estancamiento empañe la reputación del país como destino para la inversión. Si no se logra formar un gobierno de coalición, inevitablemente se repetirán las elecciones en otoño y se agravará el discurso político, más divisivo, que hemos visto en otros lugares. Los cinco años en los que España se ha mostrado relativamente tranquila y poco emocionante en comparación con sus vecinos del sur de Europa parecen haber llegado a su fin.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg lp y sus propietarios.