Casino Guichard-Perrachon SA está en el centro de una feroz batalla por su control, al tiempo que el multimillonario de las telecomunicaciones Xavier Niel y el empresario checo Daniel Kretinsky compiten por rescatar al atribulado supermercado francés.
La competencia se alimenta de la extensa red de tiendas de Casino en zonas acomodadas de la región parisina y el sureste de Francia, con marcas populares como Monoprix y Franprix. Estas ofertas rivales marcan los últimos acontecimientos en la saga en curso de Casino, que ya ha visto a la compañía advertir de la dilución de los accionistas y la posible pérdida del control del CEO Jean-Charles Naouri.
Mientras las acciones continúan su espiral bajista, Casino tiene previsto celebrar una reunión con sus acreedores el miércoles para debatir las propuestas presentadas. A continuación, analizamos la situación actual del minorista y las ofertas de sus posibles salvadores.
¿Qué es Casino?
Casino explota tiendas de comestibles en Francia y América Latina y generó 33.600 millones de euros (US$36.600 millones) en ventas el año pasado. Tiene más de 50.000 empleados en su país y unos 200.000 en todo el mundo. La empresa ha tenido que lidiar con unos resultados mediocres en Francia, donde se enfrenta a la competencia de rivales como Leclerc SA y tiendas de descuento como Lidl, que han alejado a los compradores preocupados por los costos y presionados por una inflación más rápida.
¿Cómo se metió Casino en este lío?
A finales de 2015, cuando Casino todavía tenía una calificación crediticia de grado de inversión, su pila de deuda ya había puesto a la compañía en el punto de mira de los vendedores en corto, que apuntaron a sus acciones. Desde 2018, el minorista se ha desprendido de activos para pagar la deuda y reducir el apalancamiento. Esos esfuerzos no han sido suficientes, dejando al supermercado bajo más de 7.000 millones de euros en préstamos.
Mientras tanto, la cascada de empresas a través de las cuales Naouri controla Casino -incluida Rallye SA- entró en procedimientos de protección de acreedores conocidos como sauvegarde en Francia en 2019 para reestructurar la deuda. La capacidad de Rallye para hacer frente a sus pagos en virtud del plan cuando empiecen a vencer en 2025 dependerá de que obtenga dividendos de Casino. Rallye está actualmente en conversaciones con sus acreedores para revisar ese plan mientras Casino negocia su propia reestructuración.
¿Qué son las conversaciones de conciliación y por qué son importantes?
A finales de mayo, Casino inició un proceso francés conocido como conciliación, que incluye conversaciones con los acreedores bajo supervisión judicial. El objetivo de las conversaciones es acordar un plan para reducir sustancialmente la deuda de Casino, de modo que la empresa pueda seguir operando con una estructura de capital sostenible.
Casino busca al menos 900 millones de euros de nuevos fondos propios y pretende convertir en acciones sus 3.500 millones de euros de deuda no garantizada y hasta 1.500 millones de deuda garantizada para sanear su balance. Las conversaciones podrían durar hasta finales de octubre, pero el objetivo es llegar a un acuerdo a finales de julio.
Aún así, la cuantía de la deuda que se reducirá, cómo se verán afectados los accionistas y los distintos acreedores, qué plan industrial para la empresa surge y quién pondrá el dinero para aplicarlo son asuntos cruciales que se debatirán durante la conciliación.
¿Quién ronda alrededor de Casino?
Kretinsky, que hizo su fortuna invirtiendo en carbón y gas, posee una participación en Casino, así como en empresas como Metro AG, Fnac Darty SA y Royal Mail Group Ltd. Se ha asociado con Fimalac, de Marc Ladreit de Lacharrière, otro inversor de Casino, para ofrecer 1.350 millones de euros en efectivo. Junto con la deuda convertida en capital, eso equivaldría a una ampliación de capital de 1.800 millones de euros en total, según una persona familiarizada con el asunto, por encima de su oferta anterior de 1.100 millones de euros de capital.
Por su parte, el trío formado por Niel, el banquero Matthieu Pigasse y el empresario minorista Moez-Alexandre Zouari ofreció invertir 900 millones de euros con el apoyo de un grupo de acreedores garantizados, aunque la parte de capital es de sólo 450 millones de euros. Zouari, que explota tiendas franquiciadas bajo las marcas de Casino, dirigiría la empresa si se elige su propuesta.
Mientras Kretinsky pone más dinero sobre la mesa, el trío francés permite a los acreedores asumir una mayor proporción de la inyección de capital, lo que podría darles una mayor participación en la empresa reestructurada.
Los minoristas franceses rivales también han estado estudiando Casino. La familia Mulliez, propietaria de la cadena de supermercados Auchan, se puso en contacto con Kretinsky para unir sus operaciones francesas con Casino si su oferta prevalece, según dijeron el mes pasado personas familiarizadas con la situación. Carrefour SA también está analizando el valor de las tiendas Monoprix, según informó Le Monde en junio.
Por otra parte, Groupement Les Mousquetaires, propietario de la cadena de supermercados Intermarche, acordó en mayo la compra de los establecimientos Casino, con unas ventas anuales de unos 1.600 millones de euros.
Por último, pero no por ello menos importante, están los acreedores. La mezcla incluye bancos franceses que también son prestamistas de las empresas matrices de Casino en sauvegarde, gestores de activos y fondos de crédito oportunistas. Estos últimos en particular -que pueden encontrarse en toda la estructura de capital, desde la línea de crédito renovable al préstamo a plazo y los bonos no garantizados- pueden estar más interesados en convertir la deuda en capital e inyectar dinero para controlar la empresa que en ceder la propiedad a otros inversores.
¿Qué pasará después?
La reestructuración supondrá el fin del control de Casino por parte de Naouri, una empresa que él mismo construyó tras años de expansión impulsada por el endeudamiento. La compañía advirtió la semana pasada de que los actuales inversores se verán “diluidos masivamente” como parte del proceso.
Más allá de eso, sigue sin resolverse quién se convertirá en el accionista mayoritario y qué plan se adoptará para solucionar los problemas operativos de la empresa.
Una vez que se llegue a un acuerdo, es probable que la empresa intente aplicarlo mediante un procedimiento de sauvegarde. Esto permitiría a la empresa organizar a los acreedores en diferentes categorías y “avasallar” a los inversores disidentes, si fuera necesario, para aprobar el plan.
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