Opinión - Bloomberg

Putin, Prigozhin y el futuro de la OPEP+

Un trabajador petrolero inspecciona un gato de bombeo. Fotógrafo: Andrey Rudakov/Bloomberg
Por Javier Blas
30 de junio, 2023 | 07:08 AM
Tiempo de lectura: 3 minutos

Bloomberg Opinión — No sorprendió que el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, fuera uno de los primeros líderes extranjeros en telefonear a Vladimir Putin esta semana para saber cómo estaba tras el motín que fracasó. El miembro de la realeza saudí expresó su “alivio por el éxito de la desescalada” y sus “deseos de mayor seguridad y estabilidad”.

No sabemos cómo se desarrollará el drama que debilitó a Putin en los próximos días, semanas y meses, pero de una cosa estoy seguro: el líder ruso hizo a la OPEP más fuerte que nunca. Si lo eliminaran, Arabia Saudita y el resto del cártel tendrían un problema. Y lo que el caos mostró a los rusos, y al mercado del petróleo, es que deberían empezar a contemplar una Rusia sin Putin.

En 2016, la OPEP era un animal herido. La revolución del esquisto, que convirtió a Estados Unidos en el mayor productor de petróleo del mundo, había mermado el poder de mercado de Arabia Saudita y sus aliados. Otros países no pertenecientes a la OPEP, desde Brasil a Rusia, se aprovechaban de los esfuerzos del cártel por mantener los precios del petróleo más altos de lo que habría dictado un mercado libre. Los expertos se apresuraron a escribir las necrológicas de la OPEP.

Pero en una reunión al margen de la cumbre del G-20 en Hangzhou, China, Putin y el príncipe Mohammed alcanzaron un acuerdo que transformó el mercado del petróleo. De la noche a la mañana, Rusia abandonó décadas de oposición al cártel y se unió a una nueva alianza vagamente definida llamada OPEP+. El acuerdo tardaría un par de meses en hacerse público, pero cuando lo hizo, lo que surgió fue un grupo que rivalizaba con su máxima influencia de la década de 1970. La nueva combinación controlaba directamente el 50% del mercado mundial del petróleo, frente a aproximadamente un tercio antes del acuerdo.

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Arabia Saudita y Rusia, junto con el resto de la alianza OPEP+, controlan más de la mitad de la producción mundial de petróleo

Era un pacto en el que todos ganaban, cimentado en el dinero: El príncipe Mohammed necesitaba mayores ingresos del petróleo para sus planes de modernización, y Putin necesitaba petrodólares para financiar su visión imperialista y superar las sanciones occidentales impuestas tras su invasión de Crimea dos años antes.

Pero el ingreso en la OPEP apenas se celebró en Moscú. Igor Sechin, jefe del gigante petrolero Rosneft PJSC, controlado por el Estado, quería tener vía libre para seguir aprovechándose de la OPEP, en lugar de ayudar al cártel. Otros miembros de la industria petrolera también se mostraron escépticos, al igual que muchos en el ministerio de finanzas y el banco central.

En cualquier caso, Rusia no se adhirió a la OPEP, como hubiera preferido Arabia Saudita, sino que firmó la llamada “Declaración de Cooperación”, en diciembre de 2016 en Viena. La declaración demostró que la adhesión era más un apretón de manos que un proyecto de Estado.

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Pero nada es para siempre, ni siquiera este bromance.

Históricamente, los cambios de régimen han provocado las mayores sacudidas en la OPEP. La caída del Sha de Irán en 1979 y la llegada de Hugo Chávez a Venezuela en 1999 la fortalecieron. La marcha de Putin probablemente la empujaría en la dirección opuesta.

Si Putin se fuera, podría significar el fin de la coalición OPEP+, no sólo provocando la salida de Rusia, sino también de los otros nueve países que la acompañaban. En conjunto, los 10 miembros de la alianza OPEP+ que no pertenecen a la OPEP bombearon casi el 15% del crudo mundial el mes pasado, una cantidad nada desdeñable.

Lo que vendría después no está claro, pero Arabia Saudita demostró al mundo a principios de 2020 que está dispuesta a iniciar una guerra de precios, inundando el mercado y hundiendo los precios, para obligar a Moscú a seguir de su lado. En ese escenario, la caída de Putin sería extremadamente bajista, y el caos del mercado del petróleo se extendería a los valores energéticos, las petrodivisas como el dólar canadiense y los bonos soberanos emergentes como los de, por ejemplo, Nigeria.

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Pero hay otro escenario (alcista) a considerar. Si la caída de Putin desemboca en violencia, en el peor de los casos podría paralizar (o interferir gravemente) la producción de hasta el 10% del suministro mundial de petróleo. Peor aún, el resultado podría ser que diferentes señores de la guerra (o, digamos, oligarcas) controlaran diversas partes de la industria petrolera del país. Ni que decir tiene que esto sería muy alcista para los precios del petróleo.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.