Bloomberg — El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, llevó a cabo este mes un simulacro de reunión de guerra de su gabinete de seguridad en un búnker. Las comunidades del norte del país están preparando refugios para un conflicto a largo plazo y el ejército trabaja contrarreloj para desarrollar un láser que intercepte cohetes. La razón de ello es Irán y sus ambiciones nucleares.
Durante años, Israel ha considerado que un Irán con capacidad nuclear sería una amenaza existencial y enfocó sus energías en confrontar con el país y sus satélites regionales en Siria, Líbano y las regiones palestinas.
Pero han habido desarrollos nuevos estos meses: Irán ha salido de su aislamiento diplomático a nivel internacional, forjando una alianza con Rusia, restaurando relaciones con Arabia Saudita e impulsando a sus aliados a que lancen misiles contra Israel.
También está enriqueciendo cada vez más uranio, incluida una pequeña cantidad casi apta para la fabricación de armas, al tiempo que niega cualquier plan para fabricar una bomba.
Todos estos acontecimientos, junto con una crisis política en Israel desencadenada por el intento de Netanyahu de reformar el poder judicial, han empujado al gobierno a una posición desde la que está lanzando advertencias diarias y haciendo saber a todo el mundo que no dudaría en actuar, incluso en solitario, si sintiera una amenaza suficiente por parte de Irán.
No esperar
Quienes conocen el país dicen que, si bien hay un elemento de pose pública, también hay intenciones serias.
“Irán está endureciendo sus defensas, lo que significa que Israel podría perder la opción de atacar”, dijo Dennis Ross, ex enviado de la Casa Blanca para Oriente Medio. “Como alguien que ha trabajado en este asunto y ha hablado con los israelíes durante mucho tiempo, de lo que estoy personalmente convencido es de que nunca se permitirán perder la opción. No esperan a que falte un minuto para medianoche”.
Los funcionarios israelíes citan el tema allá donde van. Nir Barkat, ministro de Economía de Israel, declaró recientemente a Bloomberg TV en Nueva York: “Irán amenaza al mundo. Quieren crear una bomba para utilizarla. Quizá seamos los primeros, pero no los únicos”.
Pero la capacidad de Israel para asestar un golpe decisivo es cuestionable, sobre todo si actuara solo y no junto a Estados Unidos, que dice querer una solución diplomática al programa nuclear iraní. Washington y Teherán negaron informes recientes de que han estado explorando discretamente un nuevo acuerdo nuclear, aunque Irán dijo esta semana que ambos están cerca de un acuerdo sobre el intercambio de prisioneros.
Netanyahu rechaza la postura de Estados Unidos hacia Irán y declaró a Sky News que “la diplomacia sólo puede funcionar si va acompañada de una amenaza militar creíble.”
Problemas internos
Entre los observadores experimentados de Israel, existe escepticismo sobre la posibilidad de que Netanyahu ataque a Irán. Dina Esfandiary, asesora principal para Oriente Medio del International Crisis Group, cree que está desviando la atención de sus dificultades internas, especialmente de la indignación generalizada por los planes para debilitar el poder judicial.
“Cuando todo es un desastre internamente, lo mejor es reiterar que tienes un enemigo fuera”, afirma.
Pero incluso los detractores de Netanyahu dicen que, en lo que respecta a Irán, le respaldan. “En esto, no hay coalición ni oposición en Israel”, dijo Yair Lapid, líder de la oposición, cuando estuvo recientemente en Nueva York. “Todo el mundo está de acuerdo”.
En privado, a los funcionarios israelíes les preocupa si podrán hacer el trabajo sin su principal aliado. Y les preocupa que las profundas divisiones dentro de la sociedad israelí -ejemplificadas por las protestas masivas de este año por el plan judicial- puedan dificultar los preparativos y dar a sus enemigos la impresión de que son más vulnerables.
“El acuerdo saudí-iraní está ayudando a los iraníes a sentirse más fuertes”, dijo Jacob Nagel, ex asesor de seguridad nacional israelí. “Los iraníes están dando el dinero, el entrenamiento, las instrucciones y las armas para empujar a Israel a una confrontación en varios frentes”.
Aviones de guerra israelíes derribaron un reactor nuclear iraquí en 1981 y uno sirio en 2007, y se habla de hacer lo mismo con Irán. Israel ya estuvo a punto de hacerlo dos veces bajo el mandato de Netanyahu. En 2010, su gabinete de seguridad interno, respaldado por el estamento de defensa, le echó para atrás, y en 2012 Estados Unidos le convenció de que no lo hiciera. El gabinete de seguridad actual es más duro.
La intensa preparación, antes y ahora, sirve como herramienta de mensajería, para persuadir a Estados Unidos e Irán de que Israel va en serio y para ralentizar o detener el enriquecimiento de uranio iraní y la producción de misiles.
Repercusión regional
Un ataque contra Irán podría agitar los mercados del petróleo y convertirse en una conflagración regional, afectando a Estados como Arabia Saud y Emiratos Árabes Unidos, así como a las rutas marítimas que atraviesan el Golfo.
También podría desencadenar una reacción masiva contra Israel, incluso por parte de Hezbolá y Hamás, apoyados por Irán.
Según Bradley Bowman, ex oficial del ejército estadounidense que trabaja para la Fundación para la Defensa de las Democracias, que respalda una acción más firme contra Irán, Hezbolá, grupo libanés del que se cree que dispone de más de 100.000 misiles, puede tomar represalias y desencadenar un conflicto brutal.
“Si sólo una parte de ese arsenal se empleara contra Israel, existe el peligro de que sus defensas se vieran desbordadas”, afirmó Bowman.
El fortalecimiento de los lazos militares de Irán con Rusia también es motivo de alarma en Israel.
Irán ha proporcionado aviones no tripulados y, a cambio, ha buscado ayuda rusa en defensa aérea y desarrollo de misiles. Israel envió funcionarios de alto nivel a Moscú en mayo para pedir a Rusia que se abstuviera.
La creciente posibilidad de un ataque israelí ha inquietado a otros países de la región. Hasta el año pasado, Arabia Saudita sufrió una serie de ataques con drones y misiles contra instalaciones petrolíferas y de otro tipo que fueron reivindicados por las milicias Houthi respaldadas por Irán en Yemen.
Premio saudí-israelí
Los saudíes vieron un acuerdo con Irán mediado por China como una forma de “reducir las tensiones con sus vecinos y centrarse en el desarrollo”, dijo Riad Kahwagi fundador de INEGMA, un grupo de investigación de seguridad con sede en Dubai.
Un efecto positivo del acercamiento iraní-saudí, según varios funcionarios israelíes, es que Estados Unidos se sintió amenazado por el papel de China e intensificó sus propios esfuerzos para reconciliarse con Riad. Eso podría ayudar a Israel en su gran objetivo: mantener relaciones diplomáticas con Arabia Saudita.
Tanto Israel como Washington consideran que un acuerdo saudí-israelí es un premio clave, que podría reforzar la seguridad israelí y disuadir a Irán de cualquier ataque directo.
Aún así, las autoridades saudíes han dicho públicamente que un Estado palestino independiente -que Netanyahu ha dicho que es muy poco probable que ocurra pronto- es una condición previa. En privado, también han dicho a Estados Unidos que quieren garantías de defensa y seguridad, acceso a armamento de primera clase y ayuda para desarrollar sus propias reservas de uranio.
Por ahora, Israel está cada vez más centrado en una posible confrontación militar.
Desde que el expresidente estadounidense Donald Trump se retiró del acuerdo nuclear entre Irán y las potencias mundiales en 2018, Teherán ha acelerado su procesamiento de uranio. El organismo de control de la energía atómica de la ONU, el Organismo Internacional de Energía Atómica, detectó recientemente una pequeña cantidad enriquecida a niveles de pureza del 84%, ligeramente por debajo del grado del 90% que suele utilizarse para armas.
A finales de mayo, el organismo dijo que la explicación de Irán de que se trataba de un subproducto accidental era suficiente. Netanyahu acusó al OIEA de “capitulación” y dijo que Irán mentía. Fue un ejemplo más de cómo Israel se siente aislado internacionalmente en un asunto que dice conocer mejor -y temer más-.
--Con la colaboración de Caroline Alexander.
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