El cambio climático es un fenómeno que cada vez genera mayor preocupación y son muchos los organismos internacionales que vienen advirtiendo a los países que desarrollen una política activa para frenar sus efectos nocivos. Entre ellos se encuentra el Banco Mundial, que en un informe reciente cuestionó la forma en que los estados alinean los incentivos económicos.
Según el Banco Mundial, los subsidios para los combustibles fósiles, la agricultura y la pesca superan los 7 billones de dólares en subsidios explícitos e implícitos, lo que equivale aproximadamente al 8% del Producto Interno Bruto mundial.
“Los subsidios explícitos, que son gastos directos del Gobierno, en agricultura, pesca y combustibles fósiles suman alrededor de 1,25 billones de dólares, equivalente al tamaño de una economía grande como México. Los subsidios implícitos, que miden el impacto de los subsidios en las personas y el planeta, ascienden a más de 6 billones de dólares al año y recaen principalmente sobre los más pobres”, resume el documento.
El principal cuestionamiento al respecto es que, según la entidad, ese dinero podría utilizarse con fines ecológicos. “La gente dice que no hay dinero para enfrentar el cambio climático, pero eso no es cierto. El dinero está, solo que en los lugares equivocados”, afirmó Axel van Trotsenburg, director gerente sénior del Banco Mundial. “Si logramos reorientar los billones de dólares que se gastan en subsidios ineficientes, y destinarlos a propósitos más provechosos y ecológicos, podremos abordar juntos muchos de los desafíos más apremiantes del planeta”.
El informe subraya que para subsidiar el consumo de combustibles fósiles, los países gastaron alrededor de seis veces el monto que prometieron movilizar al año en favor de las energías renovables y el desarrollo con bajas emisiones de carbono, en virtud del Acuerdo de París.
Subsidios a la energía
Según el Banco Mundial, los subsidios gubernamentales destinados a disminuir de manera artificial el precio de los combustibles “contaminantes”, como el petróleo, el gas y el carbón, alcanzaron los US$577.000 millones en 2021. Estos incentivos, menciona el informe, “exacerban el cambio climático y provocan contaminación atmosférica, inequidad, ineficiencia y aumento de las cargas de la deuda”.
La conclusión del organismo es que reorientar estos subsidios podría liberar, como mínimo, medio billón de dólares para utilizar con propósitos más productivos y sostenibles.
“El problema abarca más que solo los gastos públicos directos, ya que los subsidios implícitos ascienden a US$6 billones al año. Estos representan el costo supone para las personas y el planeta la contaminación, las emisiones de gases de efecto invernadero, los embotellamientos en las carreteras y la destrucción de la naturaleza, efectos que, en última instancia, son provocados por los subsidios”, menciona el estudio.
Subsidios a la agricultura y a la pesca
En el ámbito de la agricultura, los subsidios directos superan los US$635.000 millones al año, según las estimaciones de quienes llevaron adelante el trabajo, y “conducen al uso excesivo de fertilizantes que deterioran el suelo y el agua, y perjudican la salud de los seres humanos”.
El Banco Mundial afirmó que los subsidios destinados a productos como la soja, el aceite de palma y la carne de res provocan que los agricultores avancen sobre los límites de los bosques y justifican el 14% de la pérdida de bosques cada año.
Asimismo, los subsidios a la pesca superan los US$35.000 millones al año, según el Banco Mundial. “Son factores claves que fomentan la disminución de las poblaciones de peces, las flotas pesqueras sobredimensionadas y la rentabilidad decreciente”, destaca el trabajo.
Dado que la proteína de origen animal que consumen más de 1.000 millones de personas pobres en el mundo proviene de los peces, es fundamental que las poblaciones de peces se restauren a niveles saludables.
Subsidios que ayudan a los ricos
El Banco Mundial puntualiza en el carácter regresivo de los subsidios al señalar que, en el caso de aquellos destinados a la energía, benefician fundamentalmente a los ricos, que son se benefician de su uso.
El documento explica que los hogares más ricos consumen significativamente más energía que los más pobres y, por lo tanto, pierden más cuando se eliminan los subsidios. Al poseer más automóviles y calentar y iluminar casas más grandes, las personas más ricas consumen más energía y, por lo tanto, se benefician más de los programas de subsidios energéticos. La evidencia sugiere que el grupo de ingresos más alto siempre pierde más con la eliminación de los subsidios que el más pobre, en promedio, 13 veces más en simulaciones de reformas de subsidios para 19 países.
No obstante, los autores del informe consignaron: “Para proteger a los grupos vulnerables durante las reformas de los subsidios, el informe recomienda compensar a aquellos que puedan sufrir más, utilizando medidas como transferencias directas de efectivo. Ejemplos de Oriente Medio y África del Norte muestran que las transferencias de efectivo y la asistencia en especie tuvieron éxito en mitigar los impactos en los pobres durante las reformas de los subsidios energéticos”.
Quema de carbón
Por su parte, la quema de petróleo, gas y carbón provoca 7 millones de muertes prematuras al año en todo el mundo, a causa de la mala calidad del aire que la gente se ve obligada a respirar. Las cargas recaen, en gran parte, sobre la población pobre, según el Banco Mundial.