Bloomberg — El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, apuesta por aprovechar las peculiaridades del fracturado panorama político español para aferrarse al poder después de que su partido socialista sufriera una aplastante derrota en las elecciones regionales del domingo.
Sánchez, de 51 años, sorprendió a sus adversarios el lunes disolviendo el Parlamento y convocando unas elecciones generales anticipadas pocas horas después de conocer el alcance total de sus derrotas en los comicios del día anterior. Los partidos españoles dispondrán de menos de dos meses para preparar y hacer campaña para las elecciones del 23 de julio, que se habían previsto para diciembre.
Puede parecer contraintuitivo convocar elecciones cuando la suerte del partido gobernante está en horas bajas, y los socialistas llevan meses obteniendo resultados constantes en las encuestas, por detrás del Partido Popular, de centro-derecha. Pero Sánchez ha demostrado ser un maestro de la compleja política de coaliciones iniciada por el colapso del antiguo sistema bipartidista en la última década.
Para que el líder del PP, Alberto Núñez Feijoo, desbanque a Sánchez en la próxima votación, necesita obtener una mayoría absoluta de 176 escaños en el parlamento o algo menos si consigue que otros partidos se abstengan. Algunas encuestas recientes sugieren que Feijoo y su posible aliado, el partido de extrema derecha Vox, podrían obtener suficientes escaños, pero probablemente será una carrera muy reñida. Si no consigue una mayoría con Vox, es probable que el PP tenga dificultades para atraer más apoyos del mosaico de partidos regionales que desprecian el nacionalismo español de Vox.
Riesgos políticos
Un enfrentamiento prolongado podría ser negativo para España, ya que podría dejar al país sin un gobierno adecuado durante meses, pero Sánchez ha demostrado en el pasado que está dispuesto a soportar la presión que ello conlleva si conviene a sus intereses políticos.
Sánchez ha construido una improbable carrera política aceptando precisamente apuestas de este tipo.
“No recuerdo a ningún otro presidente del Gobierno que haya asumido tantos riesgos, pero Sánchez tiene cierto control sobre esos riesgos”, afirmó Irene Delgado, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad UNED de Madrid. “Hay una estrategia clara para capitalizar esta urgencia que ha creado”.
Conocido como un político astuto, Sánchez ha demostrado en repetidas ocasiones su disposición a incumplir compromisos públicos o a tomar decisiones inesperadas para dejar mal parados a sus oponentes.
Cuando su partido fue derrotado en las elecciones autonómicas andaluzas del año pasado, el presidente pasó a la ofensiva con un impuesto extraordinario a los bancos que sorprendió a los inversores.
Luchas internas en el partido
En 2019, dijo a los votantes que la idea de una coalición con el grupo de extrema izquierda Podemos le impediría dormir por las noches. Un par de meses después juró por segunda vez el cargo al frente de una coalición con ese grupo.
En su autobiografía “Manual de resistencia”, Sánchez describió cómo sus padres volvieron a la universidad a los 40 años para licenciarse. “He crecido rodeado de ejemplos de no resignación”, afirmó.
Sánchez mostró por primera vez su temple tras el resultado electoral no concluyente de 2016, en una escena que podría reflejar potencialmente la situación tras los comicios de este julio.
Con el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sin mayoría e incapaz de formar una coalición, los líderes del Partido Socialista y la clase dirigente española presionaron a Sánchez para que se abstuviera y permitiera a Rajoy asumir un segundo mandato. Sánchez se negó.
El enfrentamiento se resolvió finalmente con un golpe de estado del partido que destituyó al líder socialista, que renunció a su escaño en el Parlamento, y permitió a Rajoy iniciar un segundo mandato. Contra todo pronóstico, Sánchez recorrió el país en una campaña popular que le hizo ganar las primarias para recuperar el liderazgo del partido, y desbancó a Rajoy liderando una moción de censura contra él en el parlamento en 2018.
Ahora Sánchez, que ha sobrevivido a dos elecciones anticipadas en 2019, vuelve a apostar su futuro político a las elecciones anticipadas de julio.
“Sánchez está acostumbrado a vivir al límite”, dijo Manuel Mostaza, responsable de asuntos públicos de la consultora Atrevia, con sede en Madrid. “Pero esta vez es difícil saber si saldrá vencedor. No se puede ganar a todos”.
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