Bloomberg — En un esfuerzo por mejorar las relaciones regionales, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva recibe este martes a sus homólogos sudamericanos. Sin embargo, el ambicioso plan corre el riesgo de quedar sin efecto debido a las turbulencias políticas generalizadas y a la atonía de las economías de toda la región.
Según el gobierno brasileño, los líderes de 11 países y el consejo de ministros de la presidenta de Perú se reunirán en Brasilia para encontrar puntos en común sobre diversos temas, entre ellos la sanidad, las infraestructuras y el medio ambiente. Los debates tendrán lugar a puerta cerrada, con el objetivo de fomentar la intimidad y la comunicación abierta.
Esta reunión de jefes de Estado sudamericanos, la primera desde 2014, se produce en un momento en el que muchos líderes están lidiando con desafíos internos que han desviado su atención del objetivo de Lula de fortalecer las alianzas regionales.
Las economías de la región siguen enfrentándose a importantes retos, especialmente en Bolivia y Argentina. Líderes que inicialmente fueron recibidos con entusiasmo en países como Chile y Colombia se enfrentan ahora a una popularidad en declive. Además, países como Perú y Ecuador están inmersos en crisis políticas en toda regla.
“Habría que remontarse casi a las dictaduras militares para pensar en un conjunto de circunstancias más preocupantes en Sudamérica”, afirmó Michael Shifter, investigador y ex presidente de Inter-American Dialogue, un think tank con sede en Estados Unidos. “Hay una tendencia natural a mirar hacia dentro y ocuparse de los problemas propios en lugar de buscar una mayor cooperación regional”.
Las dificultades de la nueva ola de líderes izquierdistas de la región han atraído la mayor atención, al tiempo que el chileno Gabriel Boric y su homólogo colombiano Gustavo Petro luchan por impulsar agendas progresistas centradas en el fortalecimiento de los servicios públicos. Pero la medida del Presidente ecuatoriano Guillermo Lasso de disolver el Congreso y evitar un inminente intento de destitución a principios de mes demostró que los pocos líderes del continente favorables al mercado también están contra las cuerdas.
La Presidenta de Perú, Dina Boluarte, la única líder sudamericana que no asistirá, se enfrenta al riesgo de ser procesada penalmente por acusaciones de no haber impedido la matanza de manifestantes durante las protestas que comenzaron el pasado diciembre. En Venezuela, Nicolás Maduro ha presidido un dramático colapso económico que ha provocado la huida de más de 7 millones de personas desde 2015.
El gobierno de Brasil ha reconocido los desafíos a los que se enfrenta el grupo de líderes, incluidas las diferencias ideológicas en todo el continente, la perspectiva de un cambio político provocado por las elecciones presidenciales de este año en Paraguay y Argentina y la reciente agitación en Perú y Ecuador.
Pero incluso con este telón de fondo, los funcionarios presionarán para crear un marco más permanente para el diálogo tras el fracaso de los esfuerzos anteriores hace casi una década.
“El diálogo es entre Estados”, declaró el viernes a la prensa Gisela Maria Figueiredo Padovan, Secretaria para América Latina y el Caribe del Gobierno brasileño. “Queremos tener una visión de la integración de los estados, y diferentes países pasan por diferentes circunstancias domésticas que tenemos que entender”.
Se espera que los presidentes que viajen a Brasilia busquen reuniones bilaterales al margen de la cumbre. Varios de ellos irán acompañados de sus respectivos ministros de Asuntos Exteriores, lo que probablemente abrirá nuevos canales de conversación.
“Tenemos que trabajar en bloque”
La primera oportunidad de Lula para poner en práctica las intenciones de la cumbre llegó el lunes, cuando recibió a Maduro en la primera visita de Estado del líder venezolano a Brasil desde 2015. Los lazos entre las dos naciones se resquebrajaron durante el gobierno de derecha dura del ex presidente Jair Bolsonaro, pero Lula declaró que la relación estaba totalmente restablecida.
Ambos jefes de Estado dijeron que discutieron la posible incorporación de Venezuela al grupo de los llamados países BRICS, que incluye a los mercados emergentes más prominentes del mundo, así como los deseos de usar monedas locales en lugar del dólar estadounidense para hacer negocios. Lula también criticó las sanciones económicas impuestas a Venezuela.
“Queremos recuperar la relación energética y los acuerdos con Venezuela”, dijo Lula a la prensa.
El lunes, junto a Maduro, Lula insistió en que las naciones de la región sólo podrán resolver juntas las diversas crisis a las que se enfrentan.
“América del Sur necesita convencerse de que tenemos que trabajar como un bloque”, dijo. “Es imposible imaginar que los países por sí solos van a arreglar sus graves problemas”.
--Con la colaboración de María Eloísa Capurro, Fabiola Zerpa y Martha Beck.
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