Bloomberg Opinión — Las conclusiones de un pequeño estudio sobre una vacuna pancreática son lo bastante prometedoras como para merecer un cauto optimismo. Diversos investigadores están descubriendo cómo entrenar a las células inmunitarias para que detecten y destruyan los cánceres, incluso los más devastadores, como el de páncreas.
Todo avance contra el cáncer de páncreas es digno de elogio. Pero la vacuna aún tiene mucho que demostrar antes de llegar al mercado. E incluso si llega, sólo podrá ayudar (por ahora) a una pequeña parte de los pacientes de cáncer de páncreas.
Independientemente de su éxito a largo plazo, el estudio es importante por sus lecciones sobre cómo combatir el cáncer de páncreas y por lo que dice sobre el potencial de utilizar el sistema inmunitario para combatir más tipos de tumores.
En el estudio, dirigido por oncólogos del Memorial Sloan Kettering que colaboraron con BioNTech en Alemania, se administró la vacuna a 16 personas con cáncer de páncreas junto con la quimioterapia. La vacuna provocó una respuesta inmunitaria en la mitad de los pacientes. Al cabo de 18 meses, ninguno de ellos presentaba signos de recidiva de la enfermedad.
Que un estudio tan pequeño haya generado tanta expectación refleja la notoriedad de este cáncer. Aunque la detección precoz, las intervenciones en el estilo de vida y los mejores tratamientos han ayudado a las personas con otros tipos de cáncer a vivir más tiempo, la tasa de supervivencia a cinco años de una persona diagnosticada de cáncer de páncreas es sólo del 12%. Para 2030, se prevé que el cáncer de páncreas sea la segunda causa de muerte por cáncer en EE.UU., sólo superado por el cáncer de pulmón.
Dado que el cáncer de páncreas tiende a ser tan rápido, una gran lección de este estudio es simplemente que es posible crear una vacuna con la rapidez suficiente para marcar la diferencia. De forma muy parecida a la vacuna contra el cáncer de Moderna y Merck, que recientemente generó expectación por su potencial para evitar la reaparición del melanoma, estas vacunas se adaptan al propio tumor del paciente. Los investigadores del Memorial Sloan Kettering enviaron muestras a BioNTech, en Alemania, donde se analizó el tumor para determinar qué mutaciones podrían provocar una respuesta inmunitaria útil. La receta de hasta 20 de esas proteínas se codificó en una vacuna personalizada de ARNm que se devolvió por correo a los oncólogos.
La tecnología -secuenciación del genoma, IA y ARNm baratos y rápidos- hizo posible que los pacientes recibieran sus primeras dosis en unas nueve semanas tras la intervención quirúrgica.
La otra gran lección del ensayo es que una vacuna de ARNm puede provocar una respuesta inmunitaria incluso en personas con un cáncer con pocas mutaciones. Hasta ahora, la opinión generalizada sobre las vacunas contra el cáncer es que funcionan mejor, y quizá sólo funcionen, en tumores con muchas mutaciones (como el melanoma). Esto se debe a que la vacuna entrena a las células inmunitarias para detectar lo que es diferente en las células cancerosas (las proteínas mutadas), de modo que se movilizarán para destruirlas.
Sin embargo, esta vacuna creó una respuesta inmunitaria robusta a pesar de que los cánceres de páncreas tienen pocas mutaciones, afirma Vinod P. Balachandran, cirujano de cáncer de páncreas del Memorial Sloan Kettering Cancer Center que dirigió el estudio. Este hallazgo podría indicar una aplicabilidad más amplia de las vacunas personalizadas contra el cáncer.
Sin embargo, existe una advertencia importante: dado que una biopsia no proporciona a los investigadores suficiente material para analizar, esta vacuna personalizada sólo puede crearse para pacientes que puedan someterse a una intervención quirúrgica para extirpar sus tumores. Eso supone como mucho un 20% de la población con cáncer de páncreas. También es la población que tiene más posibilidades de responder a una vacuna.
Hace décadas, los investigadores intentaban utilizar vacunas terapéuticas contra el cáncer en personas con la enfermedad avanzada. En esa fase, no sólo el cáncer es un problema, sino que los pacientes, en particular los de cáncer de páncreas, tienen una serie de otros problemas de salud que merman la respuesta inmunitaria. Intentar reactivar esas células T en ese escenario sólo con una vacuna es como intentar hacer rodar una roca cuesta arriba, dice Anirban Maitra, especialista en cáncer de páncreas del MD Anderson de Houston. Tras la cirugía, el sistema inmunitario se enfrenta a un enemigo mucho más manejable.
Los investigadores del Memorial Sloan Kettering demostraron lo bien que podía funcionar. Tras la vacunación, un paciente desarrolló una lesión sospechosa en el hígado que albergaba una mutación encontrada en el tumor pancreático, lo que sugería que la enfermedad se había extendido. Las pruebas y las imágenes mostraron que las células inmunitarias entrenadas con la vacuna se agolpaban en el lugar. Más tarde, la lesión desapareció. “Eso es exactamente lo que se supone que debe hacer la vacuna”, afirma Maitra.
Mientras esta vacuna (y otras en desarrollo) pasan por los ensayos clínicos, el campo debe volcarse en averiguar cómo garantizar que más pacientes puedan beneficiarse de ella. Eso significará diagnosticar antes el cáncer de páncreas. Alrededor del 80% de los cánceres de páncreas se descubren cuando los tumores ya se han extendido a otros órganos, un punto en el que la mayoría de los pacientes no pueden someterse a cirugía y sus posibilidades de sobrevivir a la enfermedad son desvanecidamente pequeñas.
Pero aquí también hay buenas noticias. En otro prometedor estudio realizado la semana pasada, unos investigadores utilizaron inteligencia artificial para analizar los historiales médicos de millones de pacientes de Dinamarca y EE.UU., entre ellos casi 28.000 que desarrollaron cáncer de páncreas. Analizando décadas de datos, el grupo identificó un grupo de síntomas que podrían ser signos precoces de cáncer casi un año antes de que se diagnosticara en la vida real. Idealmente, esta información podría ser utilizada por los médicos para identificar y controlar a los pacientes con riesgo de desarrollar la enfermedad, permitiendo a muchos someterse a cirugía y tratamiento antes de que los tumores se hayan extendido.
Las advertencias de estos estudios son muchas. Pero por fin existe una esperanza real de que las sombrías estadísticas de supervivencia del cáncer de páncreas puedan cambiar significativamente.
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