Todo apunta a que queda Recep Tayyip Erdogan para rato. Los resultados de los comicios de este domingo, que han enfrentado a Erdogan con su adversario de la oposición, Kemal Kilicdaroglu, apuntan a que el presidente acudirá a la 2ª vuelta del 28 de mayo con optimismo.
Además, habrá sacado muchas expectativas en los comicios legislativos concurrentes, que han permitido a la coalición oficialista, liderada por su Partido AK, preservar la mayoría. Su adversario no ha conseguido asestar realmente ningún golpe significativo.
Cerca de un 5% le faltó a Kemal Kilicdaroglu para obtener la mayoría requerida para evitar que Erdogan ampliara su mandato a un tercer decenio. Sin embargo, el presidente no logró la mayoría necesaria por tan solo una décima de punto porcentual. En una repetición de los comicios entre los dos líderes en la segunda vuelta, el presidente Erdogan prevé lograr gran parte de los votos conseguidos por el candidato que figura en tercera posición, Sinan Ogan, cuya propuesta ultranacionalista se aproxima considerablemente más a la coalición de gobierno que al bloque opositor, principalmente liberal.
Lo más que puede esperar Kilicdaroglu, aunque sea mínimamente, es que sus simpatizantes se abstengan en la 2ª vuelta y que algunos de los seguidores de Erdogan se dejen ganar por la comodidad. Sin embargo, los seguidores del candidato opositor, desalentados por el desenlace de la primera vuelta, se mantendrán en sus casas el próximo 28 de mayo.
Los mercados ya están acusando la perspectiva de cinco años más de Erdogan y sus políticas monetarias poco ortodoxas. También es un mal augurio para EE.UU. y Europa, que han soportado años de ataques retóricos por parte del líder turco, así como su propensión a arruinar el consenso de la OTAN contra el presidente ruso, Vladimir Putin. Un Erdogan victorioso se sentirá reivindicado en sus posiciones económicas y de política exterior, lo que lo hará aún menos dispuesto a comprometerse.
Si lo logra, esta victoria será la más notable de la larga carrera de Erdogan, y enfrentará los desafíos más serios que jamás haya enfrentado. Antes de la votación del domingo, muchas encuestas lo mostraban a la zaga de Kilicdaroglu. Se pensaba que los turcos se habían cansado de su líder después de 20 años, sobre todo por las terribles consecuencias de su mala gestión económica. La oposición se había unido en su mayor parte detrás de un solo candidato, consolidando el voto anti-oficialismo. Y hubo una ira generalizada por la pobre respuesta del gobierno a los dos terremotos que devastaron el sureste de Turquía en febrero.
En el período previo a las elecciones, Erdogan mostró signos de pánico inesperados. Anunció una gran cantidad de transferencias de efectivo para apaciguar a los votantes, atacó a la oposición por considerarla blanda con el terrorismo y acusó a Occidente de conspirar contra él. También habló de su estatura como líder mundial, alguien que ha elevado el prestigio internacional de Turquía.
Kilicdaroglu, que entró en la contienda con un déficit de carisma, esperaba compensarlo organizando una rara muestra de unidad de la oposición y prometiendo un retorno a la democracia parlamentaria. (Erdogan diseñó un cambio a una forma de gobierno presidencial a través de un referéndum de 2017). También contaba con que el malestar económico socavara el atractivo de Erdogan.
Pero estos factores fueron insuficientes: proporcionalmente, Kilicdaroglu estuvo muy por debajo del recuento combinado de candidatos presidenciales de la oposición en 2018. Las filas de la oposición enfrentarán un examen de conciencia por este fracaso en los próximos días. Cuando analicen los votos parlamentarios, habrá angustia por los avances que lograron los partidos nacionalistas, lo que sugiere un giro hacia la derecha para la política turca en general.
Erdogan, que no es conocido por su introspección, probablemente intensificará sus políticas. Esto significa tasas de interés bajas a pesar de la alta inflación. También significa que Turquía seguirá alejándose de Occidente. (Suecia no debería contener la respiración sobre una rápida adhesión a la OTAN).
Los turcos, como gran parte del mundo, deberían asumir la posición y prepararse para el impacto.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.
Más en Bloomberg.com