Bloomberg — El gobierno de Uruguay está subvencionando el agua embotellada en la capital, Montevideo, y en las ciudades vecinas, debido a que una sequía de tres años ha desencadenado la peor crisis de agua potable del país sudamericano en al menos medio siglo.
“Esta es una sequía en la que ha llovido un 60% menos de lo que debería haber llovido en un año”, dijo el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, en declaraciones grabadas el jueves, señalando que la calidad del agua podría disminuir aún más si la sequía se prolonga.
Las autoridades están advirtiendo a las mujeres embarazadas y a las personas que padecen algunas enfermedades crónicas que eviten tomar agua de la canilla, según la ministra de Salud Pública, Karina Rando. El gobierno anunció el miércoles que aumentaría las ayudas sociales a las mujeres embarazadas, los niños pequeños y los enfermos durante 30 días para que puedan comprar dos litros de agua embotellada al día. El gobierno de la ciudad está tomando medidas similares.
Los medios de comunicación estatales informaron de que las ventas de agua embotellada se han triplicado en los últimos días. La empresa pública de aguas OSE asegura que cuenta con reservas de agua potable suficientes para abastecer a la capital hasta mayo, siendo las lluvias la única solución a corto plazo.
“Queremos ganar tiempo para que llueva”, dijo el presidente de OSE, Raúl Montero, a una emisora de radio local. “Cuando llueve mucho, he visto fluir en cuatro o cinco días agua suficiente para abastecer a Montevideo durante un año”.
El agua no potable se está convirtiendo rápidamente en una crisis de salud pública y un quebradero de cabeza político para la administración de Lacalle Pou. En el área metropolitana de Montevideo vive más de la mitad de los 3,5 millones de habitantes del país. Pequeños grupos de manifestantes se reunieron frente a las oficinas del gobierno en el centro de Montevideo esta semana para expresar su descontento.
Montero dijo a finales de abril que la empresa está mezclando agua salobre del Río de la Plata con sus menguantes suministros de agua dulce de la cuenca del Río Santa Lucía, lo que da al agua del canilla de Montevideo un sabor desagradable y salado.
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