Ciudad sin rascacielos, ¿por qué en Managua escasean los edificios?

Managua no tiene muchos edificios de altura, en mucho de ello influyó el terremoto de 1972 que destruyó la ciudad, le siguió una era errática de reconstrucción y ahora la crisis social

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Bloomberg Línea — Nicaragua es el país más grande de Centroamérica, pero también el más pobre, según el Banco Mundial. Contrario al resto de la región, en su capital Managua escasean los edificios modernos y, de hecho, no hay ningún rascacielos de más de 100 metros.

Las razones por las que en la capital hay poca innovación inmobiliaria van desde su largo historial de actividad volcánica y sísmica a la crisis sociopolítica actual que ha estancado el desarrollo.

En la segunda mitad del siglo XX, Nicaragua vivía “la Edad de Oro” con el impulso de obras de gran magnitud como el edifico del Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS), en 1960, el del Banco Central (BCN), en 1962, el del Banco Nicaragüense, en 1965, el Teatro Nacional Rubén Darío, en 1967.

Esa época terminó con el edificio más alto del país: el Banco de América, en 1968, ahora conocido como Edificio Benjamín Zeledón, de 17 pisos y 61 metros, y el edifico ENALUF, en 1970, que ahora funciona el Ministerio de Gobernación.

La década subsiguiente, de 1970 a1979, fue impactada no solo por la crisis económica derivada de la súbita caída de los precios internacionales de los principales productos agrícolas, algodón, café y azúcar, sino por el impacto del terremoto del 23 de diciembre de 1972, que destruyó el 75% del centro de Managua, según registros.

El historiador e investigador cultural Wilmor López recordó que en esa época las calles, edificios y tiendas de la ciudad estaban adornadas con objetos navideños, “pero todo se vino a pique”.

El terremoto causó víctimas generalizadas entre los residentes de Managua: entre 4.000 y 11.000 murieron, 20.000 resultaron heridas y más de 300.000 quedaron sin hogar y, además, cambió la faz de Managua.

En el prólogo del libro ‘Quienes construyeron Nicaragua’, de Eddy Kühl, el arquitecto José Francisco Terán, fallecido en febrero de este año, recordó que superada la fase inicial de muerte y destrucción, “lo que sobrevino fue una era errática de intentos por re-construir, construir, ordenar la infraestructura urbana, sostener la gran avalancha de intereses de extranjeros en lo que se suponía ser “el gran negocio de la reconstrucción”.

Luego, vino la Revolución de 1979 y la casi paralización de las actividades de reconstrucción hasta 1991 cuando inició las obras de construcción de la Catedral Metropolitana de Managua, financiada por el donante estadounidense Tom Monaghan —fundador de Domino’s Pizza—.

Managua en la actualidad

Para López, “hasta la segunda etapa de la Revolución, nuevamente con el triunfo del comandante Daniel (Ortega), Managua renace y tiene su verdadero desarrollo”.

Según el historiador, a la ciudad “se le ha dado calidad a la creatividad, tiene espacios de recreación, espacios deportivos de alto nivel, las construcciones aguantan incendios y terremotos”.

La panorámica de la capital nicaragüense se ha adornado en las últimas dos décadas de edificios de condominios, hoteles, comerciales con alturas de entre 16 y 56 metros.

Sin embargo, el país atraviesa una crisis sociopolítica de grandes proporciones desde 2018, que ha llevado a un “éxodo inédito”, como alertó el Instituto sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos (Raza e Igualdad), al informar que al menos 328.443 personas salieron de Nicaragua en 2022, cifra que supera los 161.269 de 2021.

A ello se suma la pandemia y los huracanes Eta e Iota en 2020, que provocaron una pérdida acumulada del Producto Interno Bruto (PIB) del 8,7%, mientras que la pobreza aumentó hasta el 16%, dijo el Banco Mundial.

A nivel de infraestructura, la problemática también ha influido en la paralización de importantes proyectos. Sobre ello, el guía turístico Hillsong Espinoza Vásquez dijo en una publicación en redes que “Managua tendría más edificios altos y verticales en su nuevo centro, pero la situación sociopolítica del país nos tiene estancados”.

Espinoza Vásquez estima que en la ciudad hay actualmente entre 90 y 100 edificios.