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Una manera en que el rey Carlos podría honrar a su padre griego

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Por Rachel Sanderson
06 de mayo, 2023 | 06:39 PM
Tiempo de lectura: 4 minutos

Bloomberg Opinión — Hace un mes, el Papa Francisco devolvió a Grecia los mármoles del Partenón, en posesión de los Museos Vaticanos desde hace unos 100 años. Ya es hora de que Gran Bretaña siga el ejemplo del pontífice argentino. El año que viene, cuando Grecia celebre el 50 aniversario del retorno del régimen democrático, se presenta una oportunidad ideal.

Según el Vaticano, la devolución a Grecia de los mármoles antiguos (un relieve de un caballo y las cabezas de un niño y un hombre barbudo) estuvo motivada por un “sincero deseo de seguir el camino ecuménico de la verdad”. En otras palabras, el Papa Francisco se sumó a la opinión de la Iglesia Ortodoxa Griega, también muy extendida entre los griegos, de que los mármoles del Partenón, que datan del siglo V a.C., deben volver a Grecia.

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El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, dijo inmediatamente que el acto del Papa debería ser seguido por Gran Bretaña, que posee el mayor tesoro de mármoles del Partenón. El botín, conservado en su propia sala del Museo Británico, incluye grandes secciones del friso del Partenón, una extraordinaria serie de esculturas en relieve que representan una procesión de carros, animales y personas.

Por supuesto, ayudó que Francisco tuviera autoridad para tomar una decisión unilateral, me dice Andrea Rurale, director del máster en gestión y administración de las artes de la Universidad Bocconi de Milán. Eso le dio poder para anular la disidencia manifestada por algunos miembros de los Museos Vaticanos.

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En comparación, la propiedad británica de los mármoles del Partenón, conocidos como mármoles de Elgin por Lord Elgin, que supervisó su traslado a partir de 1801, está envuelta en una angustia interminable y en opiniones divergentes de innumerables partes interesadas.

El primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, ha descartado modificar una ley británica de 1963 que prohíbe en gran medida al Museo Británico deshacerse de sus bienes. Así pues, prestar los mármoles como parte de un acuerdo de rotación basado en el intercambio cultural sería la única forma de superar ese obstáculo legal.

El Proyecto Partenón, un organismo presidido por el exministro de Cultura del Reino Unido Ed Vaizey que trabaja con los museos Británico y de la Acrópolis para encontrar una solución, admite que ambas partes deben “acordar estar en desacuerdo” sobre la propiedad. En su lugar, propone una asociación cultural que devolvería las reliquias a Atenas, mientras que las obras maestras griegas podrían a cambio alojarse en el Museo Británico para exposiciones itinerantes.

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Pero el Museo Británico (cuya colección de obras de arte disputadas incluye la Piedra Rosetta, cabezas maoríes conservadas de Nueva Zelanda y unos 200 bronces de Benín) ha indicado que tal “intercambio cultural” no funcionaría para Grecia, ya que reconocería la propiedad británica. Atenas argumenta que la sustracción de los mármoles fue un acto de pillaje de Lord Elgin antes de la creación del Estado griego moderno.

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El gobierno británico rechazó en 2021 una recomendación de la UNESCO para que reabriera las conversaciones con Grecia. “Nuestra postura es clara: las esculturas del Partenón se adquirieron legalmente de acuerdo con la ley de la época”. El Reino Unido afirma que los mármoles fueron comprados por el Parlamento británico a Lord Elgin en 1816 por unas 350.000 libras (US$437.000) en dinero de hoy, habiendo recibido Elgin la aprobación del Imperio Otomano para retirar los mármoles en primer lugar.

Pero aquí hay una oportunidad, en la que el Papa Francisco muestra el camino. Grecia celebrará el 50 aniversario de la restauración del régimen democrático el 24 de julio de 2024. Para conmemorar esta fecha, Gran Bretaña debería considerar la posibilidad de hacer una donación sin cargas de los mármoles al pueblo griego. Sería necesaria una ley del parlamento, pero la persona del rey Carlos III, que ha hablado a menudo de su proximidad a Grecia por ser el lugar de nacimiento de su padre, podría ser un emisario adecuado.

Estos debates ponen de manifiesto un cambio radical, ya que durante gran parte de la época moderna, tal restitución era impensable. La mayoría de los conservadores y propietarios estatales sostenían que el arte era un patrimonio global y que era mejor verlo en los grandes museos mundiales. Pero la devolución de las obras robadas por los nazis inició un replanteamiento global, junto con batallas de gran repercusión para devolver las antigüedades saqueadas a algunos museos italianos. Laurence des Cars, directora del Louvre, ha señalado que se encuentra entre las primeras generaciones de conservadores abiertos a “devolver algo cuando está mal”.

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De hecho, el Museo Británico no se quedaría necesariamente con las manos vacías. Tiene más de un año para fabricar copias perfectas para su exhibición, como Dippy, una de las atracciones estrella del Museo de Historia Natural. El diplodocus que vemos allí es una réplica en yeso de los huesos fosilizados de un esqueleto de Diplodocus carnegii, cuyo original se expone en el Museo Carnegie de Historia Natural de Pittsburgh.

Además, las singulares circunstancias de la donación también reducirían el riesgo de que sentara el precedente de un vaciado de los museos británicos, un temor muy arraigado en el Reino Unido, donde se está produciendo una creciente reconsideración del papel de su imperio tras generaciones de considerarlo puramente benévolo.

En los Museos Vaticanos, la devolución de los mármoles del Partenón se considera un hecho aislado que no influye en su tesoro de obras de arte.

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Y para Gran Bretaña supondría una oportunidad de fomentar la amistad con Grecia y, por consiguiente, de empezar a reparar una fractura con Europa. En caso de que Grecia decida por sus propios méritos enviar obras de arte al Museo Británico para su intercambio, todo irá bien.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

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