Bloomberg — Los encargados de formular las políticas monetarias en América Latina, que tomaron la iniciativa a nivel global a la hora de subir las tasas de interés tras la pandemia, advirtieron a los inversores que la batalla con la inflación tomará más tiempo que lo esperado.
En concreto, funcionarios de los bancos centrales de Brasil y Chile dijeron durante las reuniones de primavera del FMI que necesitan más evidencia de que las presiones sobre los precios se están aplacando antes de relajar sus políticas.
El presidente del banco central de Perú, Julio Velarde, dijo directamente que “el peor de los casos para un banquero central es bajar la tasa de interés solo para volver a subirla dos o tres meses después”.
Cuando las principales autoridades económicas de la región se reunieron, tanto en eventos públicos como a puertas cerradas, durante una semana de reuniones de alto perfil en Washington, arrojaron agua fría sobre las esperanzas de un fin inminente de la política monetaria restrictiva. Por el contrario, su mensaje a las economías desarrolladas fue claro: llevar la inflación de regreso a sus objetivos será una batalla larga y complicada.
“Los banqueros centrales ahora le están diciendo al mercado que debe ser paciente, ya que tienen que mantener las tasas elevadas”, dijo durante las reuniones Ernesto Revilla, jefe de economía latinoamericana de Citigroup Inc (C). “Están en un modo de esperar y ver”.
El mensaje marca un cambio brusco con respecto a la ronda anterior de reuniones del FMI realizada en octubre, cuando las delegaciones regionales celebraron la disminución de las expectativas de aumento de los precios al consumidor. A diferencia del mundo desarrollado, esperaban que la desinflación estuviera a la vuelta de la esquina.
Chile ahora está manteniendo estables los costos de endeudamiento en un máximo de más de dos décadas, mientras que Brasil tiene una de las tasas reales más elevadas del mundo. México y Colombia se niegan a poner fin a sus campañas de ajuste monetario. Mientras que Argentina, un caso atípico, vio que su inflación anual se disparó al 104,3%, el nivel más alto desde 1991.
En toda la región, los indicadores de inflación subyacente, que eliminan elementos volátiles como los alimentos y la energía, siguen acelerándose, lo que dificulta la reducción de las tasas sin el riesgo de tener que revertir el rumbo y volver a subirlas.
Las presiones inflacionarias de América Latina enfrentan la dificultad adicional de un contexto de costos de endeudamiento cada vez más altos en las principales economías del mundo.
“El proceso de desinflación será aún más gradual que en los países desarrollados”, dijo Martín Castellano, jefe de investigación para América Latina en el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés).
Restricciones
Los banqueros centrales regionales están redoblando su lucha contra la inflación incluso cuando algunos jefes de Estado critican las posiciones de los formuladores de políticas. En Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha llamado a la política monetaria “irresponsable”, “incoherente” e incluso “absurda”. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha dicho que las acciones del banco central no logran reducir la inflación.
Más allá de ello, los banqueros centrales latinoamericanos destacaron la semana pasada que los flujos de crédito se están desacelerando como esperaban. Los hogares están enfrentando dificultades de endeudamiento y los nuevos préstamos a las empresas se están estancando.
Muchos países también se enfrentan a intensos fenómenos meteorológicos que dificultan la actividad, lo que empuja a las autoridades a buscar fuentes alternativas de financiación.
La sequía de Argentina está resultando más severa de lo esperado, según funcionarios del FMI, y el Gobierno está buscando renegociar sus deudas con el fondo. Ecuador busca un préstamo de US$1.000 millones de la organización multilateral para enfrentar las consecuencias de las inundaciones. Países como Uruguay están presionando para obtener préstamos enfocados en el clima de instituciones multilaterales como el Banco Mundial.
“Actualmente estamos en un momento de restricciones”, dijo William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina. Hay brechas de larga data que “deben corregirse” en infraestructura, educación y salud, dijo.
“La región tiene algunos problemas estructurales con los que lidiar y no puede tener impacto en la pobreza con tasas de crecimiento de alrededor del 2%”, como las que proyectan la mayoría de las organizaciones multilaterales, sostuvo.
Lea más en Bloomberg.com