Opinión - Bloomberg

Un nuevo test de Parkinson permitirá un diagnóstico más precoz

Michael J. Fox habla en la Conferencia SXSW 2023 el 14 de marzo de 2023 en Austin, Texas.
Por Lisa Jarvis
16 de abril, 2023 | 02:22 PM
Tiempo de lectura: 4 minutos

Los investigadores del Parkinson han estado desesperados por encontrar una prueba sencilla para la enfermedad neurodegenerativa, en particular una que pudiera diagnosticarla precozmente, cuando las terapias podrían tener el mayor impacto. Un nuevo estudio sugiere que los científicos podrían haber dado con el diagnóstico correcto. Aunque es necesario seguir trabajando, se trata de un paso fundamental para mejorar el tratamiento y la prevención.

También es un importante recordatorio del valor de invertir en ciencia ambiciosa y a largo plazo que pueda transformar realmente un campo. La Fundación Michael J. Fox invirtió más de US$500 millones durante una década en sus esfuerzos por encontrar una buena forma de detectar la enfermedad de Parkinson. A veces, responder a grandes preguntas simplemente requiere ese tipo de salto de fe.

Hasta ahora, los médicos han tenido que confiar en los síntomas -lentitud, rigidez, temblores y problemas de equilibrio- para diagnosticar la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, esos síntomas pueden ser similares a los de otros trastornos cerebrales, lo que hace que entre el 10% y el 20% de las personas sean diagnosticadas erróneamente de Parkinson.

Y durante años, antes de que aparezcan esos síntomas, el daño cerebral se va acumulando silenciosamente. Las células nerviosas que producen dopamina, un mensajero químico esencial para la coordinación y el movimiento, van muriendo. Cuando un paciente llega a la consulta quejándose de los síntomas, se calcula que ya ha perdido hasta el 80% de esas células productoras de dopamina.

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Encontrar un fármaco que revierta ese daño es una tarea difícil. Un objetivo más realista sería interrumpir la progresión de la enfermedad en sus fases más tempranas, antes de que esas células mueran, una ambición que un diagnóstico fiable haría mucho más factible.

La nueva prueba busca formas mal plegadas de una proteína llamada alfa sinucleína, que forma grumos en el cerebro de las personas con Parkinson. Durante más de una década, la Iniciativa de Marcadores de Progresión del Parkinson de la Fundación Fox inscribió y siguió a más de 1.100 voluntarios con y sin la enfermedad. Los investigadores demostraron que la prueba podía detectar el Parkinson el 87,7% de las veces y era capaz de descartar a personas sin la enfermedad el 96,3% de las veces. Aún mejor, la prueba podía detectar la enfermedad en el 98,6% de las personas que habían perdido el sentido del olfato durante un periodo prolongado, lo que indica una forma de identificar el Parkinson en fase temprana.

Los neurólogos están encantados. “La necesidad de un biomarcador en la enfermedad de Parkinson es crítica”, dijo David Charles, neurólogo especialista en trastornos del movimiento del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt. Señaló que todas las terapias disponibles sólo tratan los síntomas de la enfermedad implacablemente progresiva, pero esta prueba abre la posibilidad de probar los medicamentos temprano, cuando todavía hay tiempo para ralentizar o detener la enfermedad.

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Pero para que sea realmente útil, los investigadores tendrán que idear una versión menos invasiva de la prueba. Actualmente, la proteína se mide en el líquido cefalorraquídeo central, lo que requiere una punción lumbar. El equipo de la PPMI ya está trabajando en alternativas más apetecibles, explorando si la proteína puede medirse en la piel, la mucosa nasal o incluso la sangre.

Y aunque el estudio responde a la pregunta de si la proteína es una buena prueba para detectar enfermedades neurodegenerativas, lo ideal sería que los investigadores quisieran averiguar si los niveles de proteína cambian a medida que avanza la enfermedad. Establecer esa conexión permitiría a los médicos comprender mejor en qué fase se encuentra un paciente.

Esto sería vital para acelerar los ensayos clínicos. El estudio ya sugiere que la prueba puede utilizarse para garantizar que las personas inscritas en los estudios padecen realmente la enfermedad y no otro trastorno neurodegenerativo. Pero conectar los niveles de proteína con la progresión permitiría a los investigadores demostrar que un medicamento está afectando a la biología subyacente del Parkinson, así como a los síntomas del paciente. Un ensayo podría medir, por ejemplo, si esos niveles descienden o desaparecen en las personas que toman un fármaco en comparación con las que toman un placebo.

El estudio tuvo un resultado curioso. Mientras que la prueba era muy buena en la detección de personas con Parkinson esporádico, o casos que surgen sin razón conocida, no funcionó tan bien en un grupo de personas con una forma de la enfermedad impulsada genéticamente. En las personas con una mutación en un gen llamado LRRK2, sólo el 67,5% dio positivo para la proteína. Esa cifra se redujo a sólo el 34,7% en las personas con la variante LRRK2 que nunca habían perdido el sentido del olfato.

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Esa falta de alfa-sinucleína sugiere que podría haber algo diferente en cómo se manifiesta la enfermedad en las personas con Parkinson LRRK2. En una llamada con reporteros, Kenneth Marek, presidente y científico principal del Instituto de Trastornos Neurodegenerativos, co-líder del estudio de biomarcadores, llamó al resultado “desconcertante y emocionante”. Ahora se necesitan más estudios para entender por qué la proteína no siempre está presente en ese grupo. También apunta a la posibilidad de que se necesiten fármacos distintos para subconjuntos específicos de pacientes.

Este estudio es sólo el principio. Pero abre muchas vías de exploración, tanto para comprender la biología fundamental de la enfermedad como para diseñar nuevos fármacos e impulsar estudios clínicos mejor diseñados y potencialmente más rápidos.

Las enfermedades neurodegenerativas son notoriamente difíciles de comprender y diagnosticar con precisión, retos que con demasiada frecuencia conducen a fármacos que fracasan en la clínica. Este tipo de proyecto aspiracional para profundizar en los fundamentos del Parkinson traza un camino que otros campos deberían seguir. Estos ambiciosos estudios son caros, pero al final reportan dividendos a los pacientes.

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Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

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