El riesgo país de Bolivia se ha triplicado en lo que va de 2023 (se ubica en 1.907 puntos básicos) y el mercado la pregunta de si el país puede llegar a devaluar para recomponer alicaídas reservas. Según un informe del bróker argentino Balanz Capital, las tenencias en dólares del Banco Central de Bolivia (BCB) pasaron de representar el 45,5% del PIB a fines de 2014 a ser apenas un 8,7% del PBI al terminar 2022.
Por otro lado, las condiciones financieras más desfavorables a nivel internacional, junto con una economía que viene acumulando desajustes, llevaron a dos de las tres agencias de crédito a reducirle la calificación soberana a Bolivia.
Primero, fue Fitch el 14 de marzo quien le redujo el rating para la deuda de largo plazo en moneda extranjera de Bolivia en un escalón a B- y un día siguiente S&P Global Ratings le mantuvo el rating en B pero le puso perspectiva negativa, mientras que el 24 de marzo, Moody’s fue más allá y le redujo el rating soberano en dos escalones a Caa1, también con perspectiva negativa.
Atraso cambiario y riesgo de devaluación
Desde 2014-2015 el atraso del tipo de cambio real en Bolivia se mantuvo en una franja cercana al 30%. Dicho atraso, más una política fiscal expansiva, han horadado las reservas del país.
Ahora bien, ¿cómo se puede resolver dicho atraso? El presidente Luis Arce y las autoridades del Banco Central (BCB) insisten en que no van a devaluar. La cuestión es cuánto pueden aguantar esta situación sin dólares en el BCB.
Según Balanz Capital, un ajuste cambiario podría solucionar, de manera relativamente sencilla desde el punto de vista macroeconómico, buena parte del problema con las divisas. La complicación es lo que pueda desencadenar desde el punto de vista político.
El slogan actual del Gobierno boliviano es “somos un país estable” y las autoridades se suelen jactar de tener una de las inflaciones más bajas del mundo. Pero esto se debe, principalmente, a que el dólar en Bolivia prácticamente no se ha movido en dos décadas.
En respuesta a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) en su visita de septiembre de 2022, el Gobierno señaló que no considera apropiada la transición a un régimen de tipo de cambio flexible y que no tenía intenciones de abandonarlo. Parte de los argumentos residieron en el hecho de que el tipo de cambio fijo ayudó a generar certidumbre económica, a contener la inflación importada y a desdolarizar la economía. Después del pico de 23.447% en la inflación interanual en septiembre de 1985 durante el episodio hiperinflacionario de Bolivia, la inflación promedio fue de 9.02% entre 1987 y 2005, mientras que desde 2006 al presente la inflación promedio se redujo a 4.5% (si se analiza desde 2014 en adelante, la inflación promedio fue de 2.65%).
En este contexto, Balanz Capital concluyó: “El mercado parecería estar incorporando un escenario donde el esquema actual es insostenible y se tendría que abandonar el tipo de cambio fijo de manera muy desordenada. Sin duda alguna que dejar flotar la moneda no sería barato en el corto plazo, ya que llevaría a un salto en el tipo de cambio, en la inflación (aunque de mucho menor magnitud debido a la baja y estable inflación) y una marcada caída en la economía”.
Sin embargo, aclara el informe, la normalización cambiaria junto con la caída en la actividad contribuiría de manera relativamente rápida a solucionar los desajustes en la balanza comercial. No obstante, las consecuencias políticas de abandonar el tipo de cambio fijo son difíciles de prever debido al tiempo que lleva el régimen actual y a las diferencias dentro de la coalición gobernante y con la oposición.
La situación de las reservas
Según el informe de Balanz Capital, el atraso cambiario y una política fiscal expansiva explican la sostenida caída en las reservas internacionales desde 2015. Las mismas pasaron de US$15.500 millones a US$3.500 millones en apenas 8 años.
“Una inspección a la balanza cambiaria muestra que el flujo neto de divisas (acumulado en 12 meses) se volvió casi permanentemente negativo desde julio de 2015 hasta septiembre 2022 (últimos datos disponibles)”, sentencia el análisis
Entre enero de 2015 y septiembre de 2022, la salida neta de divisas fue de US$12.200 millones, mientras que la variación de reservas internacionales fue de US$11.200 millones. De hecho, la variación bruta de reservas internacionales en 12 meses guarda un nivel de correlación de 97.2% con el flujo neto de divisas de la balanza cambiaria en el mismo período.
La descomposición de la balanza cambiara muestra que el cambio en el ritmo de (des)acumulación de divisas desde 2015 provino mayoritariamente de la balanza comercial. Entre enero de 2015 y septiembre de 2022 la balanza comercial, desde la óptica cambiaria, produjo un déficit acumulado de US$17.800 millones, a lo que se le sumó USD 3.300 millones de salida de divisas por Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos.
No obstante, el presidente Arce destacó recientemente que en 2021 Bolivia logró revertir la balanza comercial negativa. “Toda esa política la hemos empezando a aplicar desde el año 2021 y la proyección que tenemos hacia fines del 2025 es que vamos a estar ahorrando al país, en divisas, cerca de US$3.000 millones, con todos esto que estamos haciendo”, afirmó el mandatario
¿Puede caer en default Bolivia?
El mencionado documento de Balanz Capital se denomina Bolivia: ¿Reestructuración en camino? y, si bien detalla la problemática del país, afirma que con unos vencimientos bajos en 2023, por lo menos para los bonos soberanos, el escenario implícito en los precios de los bonos “luce más bien a un desarrollo desordenado de los eventos en el corto plazo”.
Y añade: “Dado que la mayoría de la deuda es con multilaterales y con países bilateralmente, cualquier renegociación de deuda con estos para posponer pagos, tanto en 2023 como en 2024, no luciría algo difícil de llevar a cabo. Esto dejaría a los vencimientos relacionados con los bonos en un monto más bien bajo como para pensar en una alta probabilidad de default, a menos que, nuevamente el escenario implícito sea uno de abandono desordenado del tipo de cambio fijo y marcada crisis económica”.
La dinámica en Bolivia no se asemeja a una típica crisis de balanza de pagos, aunque el mercado está incorporando un escenario de restructuración, a pesar de que los vencimientos de los bonos soberanos en dólares en 2023 son relativamente bajos. El país pareciera estar más ante un problema de liquidez que de solvencia.
Según datos aportados por Balanz Capital:
- La deuda externa totalizaba US$13.100 millones en octubre 2022 (30.1% del PIB, de los cuales US$9.136,6 millones correspondían a deuda con organismos multilaterales y US$1.867,4 millones a deuda bilateral con países (China representaba el 72% del total), de acuerdo con información del Banco Central del país. Esto dejaba a la posición de bonos en un total de US$2.033 millones, un equivalente a 4,7% del PBI.
- Al 28 de febrero pasado, de acuerdo con el ministerio de economía y finanzas, la deuda externa totalizaba US$12.100 millones. En cuanto a la estructura por plazo, el 8,6% de la deuda externa vence en los próximos 10 años, mientras que el 77,8% lo hace entre 11 y 30 años, con lo que el restante 13,6% vence en más de 30 años.
La parte buena: el crecimiento económico
El crecimiento promedio del Producto Interno Bruto de Bolivia entre enero y septiembre de 2022 fue de 4,3%, y datos parciales de actividad sugieren una recuperación extendida hacia el cuarto trimestre y principios de 2023.