Bloomberg — Transcurridos los primeros 100 días desde su investidura, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva sigue con dificultades para lograr una sólida base de apoyo en el Congreso con la que impulsar sus principales propuestas legislativas.
Unos cuantos dirigentes opositores, y hasta algunos que ya se han alineado con el presidente, ven que el mandatario dispone de unos doscientos votos sobre los 513 que componen la Cámara Baja. Ello le sitúa muy por debajo de la mayoría requerida para la aprobación de cuestiones sencillas y bastante distante de los 308 votos que precisaría para llevar a cabo reformas fundamentales que modifiquen la Constitución.
La ausencia de una estructura sólida en el Congreso hace peligrar todo, desde la organización del gobierno, pasando por la aprobación de nuevos ministerios, hasta su misma gobernabilidad y el cumplimiento de las promesas electorales, indicaron los dirigentes, que prefirieron mantener el anonimato para poder hablar de la cuestión.
Navegar en el fragmentado Congreso brasileño, formado por congresistas de cerca de veinticuatro partidos, constituye un reto considerable para casi todos los presidentes. Sin embargo, la situación de Lula da Silva se ha visto comprometida debido a que el partido de su antecesor, Jair Bolsonaro, consiguió la mayor cantidad de diputados en la Cámara baja y ha prometido transformar al Congreso en un baluarte contra la nueva administración.
José Guimarães, el líder de la coalición de gobierno en la cámara baja, restó importancia a las preocupaciones sobre la falta de apoyo. Pero también se negó a dar una estimación de cuántos aliados confiables tiene actualmente el presidente en la cámara.
“Te lo diré solo cuando haya una votación”, dijo.
Las complicaciones de Lula han sorprendido tanto a analistas como a legisladores, quienes dicen que un líder que demostró ser hábil para navegar en el Congreso durante sus dos primeros mandatos, de 2003 a 2010, esta vez ha tardado en repartir los fondos federales y los cargos ministeriales influyentes que a menudo ayudan a los presidentes brasileños a construir coaliciones de gobierno exitosas.
“El gobierno ha retrasado las nominaciones en el segundo y tercer nivel de la administración, lo que ya empieza a generar ruido en su relación con el Congreso”, dijo Júnia Gama, analista política senior de XP Inc. “Las quejas de los legisladores han ido creciendo y el mensaje es que, si no mejora, el gobierno podría enfrentar derrotas”.
Esfuerzos en curso
El presidente de la Cámara Baja, Arthur Lira, hizo sonar alarmas similares a principios de marzo, advirtiendo que Lula “todavía no tiene una base consistente”.
Hasta ahora Lula ha designado a legisladores de solo ocho de los 23 partidos de la cámara baja para dirigir ministerios, aunque ya ha nominado a casi 20 miembros para cargos en el gobierno. Alexandre Padilha, quien como ministro de Relaciones Institucionales supervisa los tratos de la administración con el Congreso, se comprometió desde entonces a redoblar los esfuerzos para generar apoyo en la legislatura.
“Seguiremos hablando con los 17 partidos que ya han buscado nombres para el gobierno, y con los que no han postulado, pero están abiertos al diálogo”, dijo Padilha en un mensaje de audio.
A finales de marzo, Padilha dijo en Twitter que el gobierno entregaría pronto 3.000 millones de reales (US$573 millones) para que los legisladores los envíen a los alcaldes aliados, una medida que podría ayudar a consolidar el respaldo del Congreso.
Vamos a liberar R$ 3 millones en recursos de enmiendas parlamentarias para ayudar en la reconstrucción de cerca de 3 mil municipios brasileños. Esses recursos vão ajudar na retomada de obras e na implantação de diversos projetos por todo o país.(+) Alexandre Padilha (@padilhando) 24 de marzo de 2023
Sin embargo, algunos partidos ya han indicado que los esfuerzos de Lula por atraerlos no necesariamente se traducirán en votos. União Brasil, un partido de centroderecha que tiene 59 escaños en la cámara baja, sigue dividido incluso después de que Lula entregara tres cargos ministeriales a sus miembros.
“El nombramiento de los ministros no fue respaldado por los legisladores electos del partido”, dijo en una entrevista el diputado Mendonça Filho, miembro de União Brasil. “Así que no hay mucho compromiso”.
Medidas clave, en el limbo
Lula también se ha visto obligado a manejar una creciente crisis entre Lira y el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, en las últimas semanas, mientras los dos líderes discuten sobre medidas provisionales a la espera de votos en el Congreso. Según la ley brasileña, las órdenes provisionales del poder ejecutivo deben recibir la aprobación del Congreso dentro de los 120 días para permanecer en vigor.
Entre esas medidas hay una que creó nuevos órganos a nivel del gabinete, como el primer Ministerio de Asuntos Indígenas de Brasil, y restableció otros que Bolsonaro había eliminado. La ley expira a principios de mayo, una situación que podría sumir al Gobierno en la confusión.
El Congreso sopesará pronto un nuevo paquete fiscal que es crucial para equilibrar los planes de gasto social con las preocupaciones sobre el aumento de los niveles de deuda. Un intento de reformar el sistema tributario de Brasil también requerirá negociaciones delicadas en la legislatura.
Incluso si esas medidas terminan siendo aprobadas sin una coalición de gobierno tradicional, dado que los elementos de ambas propuestas tienen respaldo en todo el espectro político, los planes más ambiciosos pueden enfrentar un problema. Esos incluyen cambios a la ley de saneamiento, así como los votos necesarios para proteger al gobierno de los legisladores alineados con Bolsonaro, que pueden estar ansiosos por aprovechar cualquier falla.
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