Maracaibo — Las mejores cosechas de las palmas de corozo en el Sur del Lago de Maracaibo, al noroeste venezolano, se han quedado sin acción. El proceso de distribución de las cinco plantas productoras del fruto que provee las grasas y aceites para el 20% del consumo alimentario en Venezuela se encuentra estancado, y la responsabilidad recae en las importaciones.
Desde hace más de dos semanas, las plantas receptoras del corozo, a cargo de recibir la fruta para su proceso inicial antes de ser enviadas a Carabobo y ser posteriormente distribuidas al país, no encuentran a quien despachar. Más del 80% del producto ha sido importado, según productores primarios, de Colombia y Brasil, lo que ha generado que tanto las empresas procesadoras y receptoras tengan sus inventarios llenos.
Las palmas, sin embargo, no dejan de producir. Líbido Urdaneta, un ganadero y palmero que tiene 90 hectáreas sembradas, se ha dedicado a ver cómo se pierde su cosecha en los últimos días. “No contábamos con esto. Mantener una hectárea supera los US$1.000 entre zafra, mano de obra, mantenimiento, ingeniería y más. Teniendo en cuenta que si le metemos fertilizantes el número podría subir. Los costos, tardíos por parte de las empresas, ya no están acordes a las realidades”.
Mientras los almacenes de empresas primarias como Grasas El Puerto, Aceites C.A., Palmeras Diana, Pacasa C.A., Grupo San Simón, se encuentran al máximo, los productores se mantienen en cero. La exigencia en las jurisdicciones de Jesús María Semprúm y Catatumbo son dos: que el gobierno venezolano garantice la producción local y eleve el precio del fruto por tonelada.
“Los productores primarios estamos conscientes de la necesidad de importar, ya que no cubrimos la demanda nacional, pero el Estado debe entender que la prioridad somos nosotros, representamos el 20% que se genera en las 80 mil hectáreas productoras en Venezuela. El Sur del Lago es el mayor productor de empleo y fruto en la actualidad”, fue parte del comunicado emitido a la opinión pública por el Consejo Comunal Palmeras Diana, presidido por el ingeniero Luis Urbina.
Urbina, quien conversó en nombre de los 154 palmeros integrantes, quienes cuentan con más de tres mil hectáreas dentro del municipio Jesús María Semprúm, se enfocó en lo perecedero que podría llegar a ser el corozo si no es recibido de inmediato, llevando a la paralización total de las plantas.
Más de mil empleados, directos e indirectos, se verían afectados por la decisión que ha tomado la industria primaria de no recibir el fruto producido localmente, en una entidad reconocida también por su producción petrolera en el país, aunque también disminuida.
Sin más qué hacer
La palma es, de acuerdo a los productores, la principal fuente de trabajo en la subregión Sur del Lago y ejes que colindan en la zona entre Trujillo, Mérida, Zulia y Táchira. Los palmicultores habían encontrado en ella la oportunidad de generar recursos adicionales en medio de la crisis socio-económica en el país, aunque actualmente esa posibilidad se ha disipado.
María Alejandra Chacín, abogada de profesión y recién palmera en Catatumbo, incluso migró hacia esta carrera para buscar una mejor economía. “Sabemos que hasta las mismas receptoras tienen problemas porque no saben cuándo su aceite estará en el mercado nacional, pero es importante atacar esto porque el producto de ellos no es perecedero, el de nosotros sí (…) Hoy solo asesoro a los palmeros como abogada, pero ya no la ejerzo. Me vine de La Villa (municipio Rosario de Perijá del Zulia) con mi esposo y ahora estamos muy preocupados”.
La experiencia de los empleados tanto de fincas como en viveros es única. En los últimos años, pese a la migración y la baja de trabajo a nivel nacional, muchos decidieron apostar por la palma. La mayoría de ellos se dedica al campo, aunque siempre con la meta de adquirir como propia al menos una hectárea de palma, confiando en las ganancias que aporta.
Neisa Morán, una joven de 23 años de edad del municipio Catatumbo que se desempeña recolectando las semillas que se desgranan del corozo, dice que no conoce otra actividad u oficio. Es Técnico Superior Universitario (TSU) en Contaduría Pública, pero asegura que en caso de perder su trabajo entre las palmas de corozo, la única alternativa sería migrar hacia Colombia.
Los trabajadores de las zonas prefieren continuar labrando cada corte antes que perder el trabajo. “Es fuerte por algún animal que no podamos ver; porque al caer en el agua pesa mucho más el corozo; porque tuvimos que hasta aprender a nadar porque llegó a estar por encima del metro y medio de agua y aquí no se veía nada, en lancha era que sacábamos la fruta”, comentaron.
A la poca o nula recepción del fruto por parte de las empresas, se le atañe el pago tardío. “A veces te pagan el corozo hasta en semanas y retrasamos todo el proceso. Hay quienes no pueden esperar y por eso hemos visto una irregularidad, que hay personas frente a las plantas ofreciendo pagar de una vez el camión pero por muy debajo. Hasta en US$150 por tonelada, cuando en realidad el precio debería ser de US$170 como está anclado al precio internacional”.
Los derivados de la materia prima del aceite y las grasas, como el nepe, que sirve para consumo animal, está por encima de los US$170, de acuerdo a Jorge Prado, presidente de la Confederación de Agricultores y Ganaderos (Cofagan) en el Zulia.
“No es posible que un subproducto valga más que el propio aceite o el fruto de donde sale (…) Además de esto, otro problema es que se necesita que en Caracas se cree una mesa técnica permanente para reevaluar las condiciones periódicamente y frenar que más productores de la palma se vayan a Colombia por los precios y, aunque está en US$170 por tonelada, al menos la reciben y aquí no”, sentenció Prado.
Entre lo dicho por el gremialista, destacó que el Ejecutivo venezolano no está invirtiendo en la tierra ni ayudándolos a mantener en el mercado “y mucho menos en la colaboración para el fertilizante que realmente es costoso”.
Los municipios de Colón, en el estado Zulia, y Caracciolo Parra Olmedo, en Mérida, tienen otra realidad. En Santa Bárbara del Zulia, capital de Colón, la exigencia se enmarca más bien en la permisología por parte del Estado por mantener el 20% de la producción nacional activa, aportando además al aumento de las hectáreas del rubro para subir la productividad máxima.
En comparación al resto del grupo, en esta zona se considera que el precio internacional está acorde a pesar de sus gastos, pero sí requieren que sean atendidos como la cadena primaria.
En el caso de la empresa Viver-Plant C.A., ubicada en Tucaní, capital del municipio Caracciolo Parra Olmedo del estado Mérida, la producción inicial correspondiente al previvero y vivero, con costos a los productores que oscilan entre US$1,5 y US$6,5 cada semilla, se sigue elevando.
“Lo que sabemos es que sí hay producción en quienes importamos la semilla para garantizar un mejor rendimiento de la palma africana. Hay muchos invirtiendo para comenzar a cosechar dentro de dos o tres años, pero tenemos que apostar a que, de la mejor manera, se garantice la producción nacional porque sino también nos veríamos afectados en un período relativamente corto”, dijo Vivian Ribas, gerente del vivero.
Esta historia fue editada por Raylí Luján, en Caracas, Venezuela.