Un estudio sobre los apagones muestra que la brecha entre las zonas rurales y urbanas de Venezuela se ha acentuado, ya que amplias zonas del país siguen sufriendo cortes diarios de electricidad que merman el potencial de la actividad económica en medio de una incipiente recuperación en el país.
Utilizando imágenes satelitales nocturnas y bases de datos poblacionales, Leonardo Maldonado, economista de la Universidad de Minnesota, descubrió que mientras la pobreza rural aumentó en la mayor parte de Venezuela en los últimos años, esta disminuyó en zonas agrupadas en torno a las ciudades. Afirma que este fenómeno es consecuencia de una política gubernamental de recortar la energía en zonas rurales para garantizar que las zonas urbanas tengan un suministro constante.
“Los centros urbanos fueron prioritarios en la selección discrecional del Gobierno para evitar y protestas en centros urbanos”, dijo Maldonado sobre su estudio, publicado en el en enero, que rastreó las tasas de pobreza rural en todo el país entre 2014 y 2020.
Las condiciones han mejorado en Venezuela tras una de las peores contracciones económicas del mundo, pero los efectos de la decisión del presidente Nicolás Maduro de liberalizar el uso del dólar estadounidense no han llegado a las regiones más remotas del país, que sufren cerca de la mitad de los apagones registrados en la nación, según la exconcejala de Caracas Aixa López.
Los cortes empeoraron a partir de 2019, cuando un apagón masivo oscureció Venezuela durante casi una semana tras años de mala gestión estatal y falta de financiamiento de sus enormes presas hidroeléctricas. El racionamiento de energía forzado por el Estado ha sido común desde entonces, especialmente en regiones fuera de Caracas, con un aumento de 22% en el número de apagones experimentados en Venezuela entre 2021 y 2022, dijo López, quien dirige una asociación que rastrea los cortes.
Es probable que éstos estén subestimados ya que los apagones en zonas rurales tienden a dejar varados a millones de venezolanos que viven en ciudades más pequeñas y generalmente no se reportan, dijo.
Aunque en 2022 la pobreza disminuyó en Venezuela por primera vez en siete años, el país se mantiene entre las naciones más desiguales del mundo, según una encuesta reciente de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. La encuesta reveló que cerca del 38% de los hogares más ricos de Venezuela viven en la capital, pese a que representan solo el 16% de todos los hogares del país. De hecho, Caracas —que no cuenta con grandes industrias— representa alrededor del 35% del PIB nacional, según la consultora Ecoanalítica.
“La condición de los servicios públicos en el interior, la pérdida de compra y la baja capacidad de ingresos en un país con industrias destruidas ha generado bastante desplazamiento interno hacia Caracas”, dijo Jesús Palacios Chacín, economista sénior de Ecoanalítica.
Las personas que salen de la pobreza extrema tienden a cambiar el queroseno por la electricidad, por lo que Maldonado estudió los cambios en las zonas sin luz de la Venezuela rural. Al ver las emisiones de luz vía satélite, concluyó que la pobreza en esos lugares había aumentado en cada estado desde 2014. Reconoce que la electricidad es solo una medida de la riqueza: muchos venezolanos que viven en zonas urbanas también experimentan pobreza extrema, a pesar de tener un suministro eléctrico más constante.
En un ejemplo basado en la metodología de Maldonado, la pobreza rural en Amazonas —el estado de Venezuela con la mayor proporción de indígenas del país— aumentó al 90% de la población desde un 76% seis años antes. En uno de los municipios de Amazonas, Manapiare, pasó del 30% al 100%.
Maldonado dice que su estudio podría ayudar a llenar el vacío en los datos oficiales proporcionados por el gobierno de Venezuela y ayudar en los esfuerzos de política pública para conectar de nuevo a los venezolanos rurales con el sistema eléctrico.
“Hay que focalizar recursos en determinados estados y en determinados municipios dentro de los estados”, dijo.
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