Ciudad de Panamá — El sector bancario y de finanzas panameño recibe semanalmente unos 1,313 ataques cibernéticos, por lo que los clientes deben extremar las medidas de seguridad con los datos y la información que les llega.
La cifra fue revelada ayer durante el Congreso Internacional de Ciberseguridad con énfasis en fraudes, que se realiza en ciudad de Panamá, una plaza financiera en donde convergen 66 bancos de licencia general e internacional y cuyo centro bancario internacional alcanzó en 2022 alrededor de USD $140,000 millones.
De ese total, USD $83,341 millones corresponden a créditos y la cartera de crédito tuvo un crecimiento de USD $8,886 millones, o sea un 12%.
La información dada a conocer durante el Congreso Internacional de Ciberseguridad refleja que, a parte de la banca y de las finanzas, las entidades gubernamentales reciben 803 ataques semanales, que proceden principalmente de Estados Unidos, Ecuador, Rusia y de delincuentes cibernéticos nacionales.
La responsabilidad de los bancos para con sus clientes es educarlos sobre las distintas modalidades de fraude, señaló el presidente de la Asociación Bancaria de Panamá, Otto Wolfschoon.
Las estafas por donaciones, estafas por volantes de depósitos alteradas, compromisos en correos empresariales, phishing y ciberfraudes con tarjeta de crédito y débito, son las modalidades de fraude más comunes, según la Comisión de Prevención de Fraudes de la Asociación Bancaria de Panamá.
Esta entidad sostiene que la seguridad bancaria mantiene un intercambio permanente con las autoridades para fortalecer los sistemas de vigilancia, detección y protección y prevención de delitos contra entidades y clientes.
Además, se orienta a los clientes sobre los pasos a seguir en caso de ser víctimas de este tipo de delitos.
La delincuencia financiera, de acuerdo con la Interpol, abarca desde el simple robo o fraude cometido por personas malintencionadas hasta operaciones a gran escala orquestadas por grupos delictivos organizados con tentáculos en todos los continentes.
Se trata de actividades delictivas graves cuya importancia no debería minimizarse pues, más allá del impacto social y económico, por lo general están estrechamente vinculadas con la delincuencia violenta e incluso el terrorismo.