Por “agotamiento de reservas” Fitch rebajó la calificación crediticia de Bolivia

La firma estadounidense mostró su preocupación por el déficit fiscal y la incertidumbre en relación a la capacidad del Gobierno para afrontar la situación

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Fitch Ratings le rebajó este martes, 14 de marzo la calificación crediticia a Bolivia como emisor de deuda a largo plazo desde B a B-. Tras degradar la calificación crediticia, la perspectiva de deuda boliviana pasó de ser negativa a estable, según los parámetros de la calificadora de riesgo estadounidense.

La rebaja refleja el agotamiento de las reservas de liquidez externa, lo que, a la luz de una paridad monetaria de facto, ha aumentado considerablemente la incertidumbre a corto plazo y los riesgos para la estabilidad macroeconómica”, consigna Fitch Ratings en su comunicado.

Según Fitch, “la continua caída de las reservas internacionales a niveles bajos las ha hecho vulnerables al riesgo de un shock de confianza” y este shock “se ha materializado en las últimas semanas”. Además, el documento indica que se ha perdido el acceso al mercado exterior de bonos y no hay perspectivas concretas de apoyo a gran escala por parte de los acreedores oficiales.

Creciente presión externa

El comunicado de Fitch menciona que “la posición externa de Bolivia se ha deteriorado drásticamente” en la última década, como resultado de políticas expansivas y la caída de la producción nacional de hidrocarburos, lo que ha convertido al país en un importador neto de energía al reducir las exportaciones y aumentar las necesidades de importación.

Fitch estima que la balanza por cuenta corriente retrocedió a un déficit del 0,6% del PIB en 2022 desde un superávit del 2,1% en 2021 y prevé un mayor deterioro en 2023.

Por otro lado, la firma estadounidense supone que los grandes “errores y omisiones” (más del 3% del PIB) probablemente reflejan la actividad de contrabando, lo que indica una posición exterior aún más débil.

Las entradas bajas y a veces negativas de inversión extranjera directa (señal de desinversión neta), otras salidas de capital y la dependencia soberana de la financiación del Banco Central BCB) frente al endeudamiento exterior han agravado las presiones exteriores”, afirma Fitch Ratings. “Estas presiones se han intensificado en 2023, ya que los disturbios sociales han complicado algunas exportaciones y la demanda de divisas se ha disparado en medio de una creciente preocupación en torno a su disponibilidad”, concluye al respecto.

Reservas agotadas

El comunicado de Fitch Ratings resalta que las presiones externas erosionaron las reservas del Banco Central de Bolivia (de los US$15,1 mil millones en 2014 a solo US$3,5 mil millones este año, que equivalen a 2,7 meses de pagos externos corrientes de febrero 2023).

Este nivel es muy bajo en comparación con otros países con tipos de cambio estabilizados. El hecho de que no se hayan publicado datos sobre las reservas desde el 8 de febrero y los interrogantes en torno a su utilidad plantean una mayor incertidumbre sobre las municiones del Banco Central para gestionar el choque actual”, alerta Fitch Ratings.

Por otro lado, el oro representa la mayor parte de las reservas (US$2.600 millones), pero no es de libre uso según la legislación vigente y aún no se ha aprobado una reforma para cambiar esta situación.

Sólo US$911 millones eran divisas fuertes o Derechos Especiales de Giro, que pueden venderse por divisas fuertes.

No obstante, el informe de Fitch Rating indica que es posible que el Banco Central pueda acceder a más divisas pertenecientes a bancos nacionales, pero ya lo ha hecho por US$3 mil millones desde 2018 a través del programa de swaps CPVIS, lo que reduce el alcance de la financiación adicional a través de este canal.

Desequilibrio fiscal

El déficit fiscal del sector público no financiero (SPNF) de Bolivia cayó al 7,1% del PIB en 2022, recuperando su nivel anterior a la pandemia, pero las autoridades no se proponen una mayor reducción, señala con preocupación Fitch Ratings.

Y añade: “La caída de la producción de gas sigue lastrando los ingresos y el gasto corriente sigue aumentando, sobre todo a causa de las costosas subvenciones a los combustibles. La inversión pública ya ha servido como principal variable de ajuste, habiendo caído al 6,9% del PIB en 2022 desde un máximo del 19,4% en 2014, pero las autoridades están deseosas de reactivarla”.

Según Fitch Ratings, “la falta de planes proactivos de consolidación fiscal y el endurecimiento de las restricciones de financiación plantean riesgos de ajustes desordenados”, mientras que evitarlo mediante un mayor recurso a los préstamos del Banco Central (que ya representan el 37% del PIB) “podría suponer un peligro aún mayor para la economía”.

Inestabilidad política

La inestabilidad política ha resurgido el año pasado, perjudicando la actividad económica y aumentando la incertidumbre sobre la capacidad de las autoridades para gestionar una situación económica frágil”, resume la comunicación de Fitch.

Según la empresa norteamericana, las tensiones entre el gobierno de Arce y el departamento de Santa Cruz, bastión de la oposición y motor económico de Bolivia, provocaron “perturbaciones económicas”.

Además, “las tensiones en el seno del partido gobernante, el Movimiento al Socialismo (MAS), y con los grupos sociales también se suman a la incertidumbre política, habiendo obstaculizado ya la aprobación de la ley del oro”.