Una productora de lubricantes venezolana sobrevive tras 45 años, entre paros y sanciones

Industrias Cagua, conocida en el mercado como Inca, no ha paralizado su producción durante toda su trayectoria, pese a suspensión de suministros por parte de Pdvsa o restricciones estadounidenses

Gustavo Ferrer, gerente de ventas de Inca, productora venezolana de lubricantes / Foto Raylí Luján
09 de marzo, 2023 | 10:27 AM

Cagua — A 39 grados de temperatura, parte de un personal reducido pone en marcha por tercera vez en el día una línea de producción, que completa el 30% de su capacidad mensual y cubre el 10% del mercado venezolano. Rodeada de otras pequeñas y grandes plantas, algunas paralizadas y otras recién activadas en el país, desde Industrias Cagua (Inca), ubicada en la zona industrial que lleva su mismo nombre en el estado Aragua, al centro-norte del país, se reconoce el empeño puesto para haber logrado sobrevivir 45 años después de paros y sanciones económicas.

Inca, una productora de lubricantes con capital venezolano y dirigida por una reservada familia originaria del Táchira, en los Andes venezolanos, ha estado al frente de la industria privada, seguida por otras 20 operativas en el país, que intentan impedir que se regrese a los niveles críticos de 2017, cuando se desató el desabastecimiento en el sector como consecuencia de la suspensión de suministro de materia prima por parte de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que en ese entonces lo atribuyó oficialmente a un ajuste de precios al recién instalado sistema Dicom para la compra-venta de divisas, y el que luego no fue retomado.

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La búsqueda de refinerías y proveedores extranjeros complementarios, basados en Estados Unidos o Europa, no resultó tan complejo, y en 2018 la producción en la planta de unos 28.000 metros cuadrados, estaba de nuevo estabilizada aunque no en sus promedios históricos.

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Sin embargo, ya corría un año de las primeras sanciones económicas impuestas por el gobierno de Donald Trump a la administración de Maduro, y ello implicó nuevas trabas para la compañía.

Producción de aceites Inca en su planta de Cagua, Venezuela / Foto Raylí Luján

Se cerraron puertas sin mediación y otras exigieron requisitos adicionales para evaluar la cooperación. La materia prima que proveía el centro de refinación de Paraguaná, en el estado Falcón, ya no volvería a manos del sector privado, además de que su producción se había recortado significativamente, y esto funcionaba como aval para los proveedores internacionales.

Una vez más, Inca logró recuperarse y actualmente son cerca de 38 trabajadores los que mantienen un ritmo de 100 tipos de productos, que incluye aceites para vehículos, motocicletas, lanchas, camiones, trenes, con lo que se cubre parte de la demanda en Venezuela, que representa hasta 6.000.000 de litros mensuales, de acuerdo a cifras extraoficiales.

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Producción en la planta de Inca, en Cagua, Venezuela / Foto Raylí Luján

Hace casi una década, el consumo en el país registraba hasta 28.000.000 de litros. El estancamiento de las industrias y la paralización de actividades redujo este dato, que también evidencia una desactualización en cuánto a la tecnología de los productos, principalmente por un envejecimiento en el parque automotriz.

“En el mundo avanzan. Ves una autopista o una carretera y se ven otro tipo de motocicletas, vehículos y camiones que no están aquí, eso tiene otras exigencias tecnológicas y debemos estar preparados para cuando se corrijan las situaciones, tengamos todo dispuesto y seguir manteniendo el respaldo al parque automotor con el tipo de lubricante que requiere. Entonces, hay que mantener un equilibrio, tratamos de concientizar al consumidor, usted no necesita un lubricante con tecnología de 2022, es un costo adicional”, comenta Gustavo Ferrer, gerente de ventas de Inca.

De 12 montacargas en la planta ubicada en Cagua, Inca mantiene operativa dos / Foto Raylí Luján

El proceso de calidad que es vital para la empresa, estableciendo verificaciones constantes de materia prima y aditivos previo a la mezcla para los aceites o grasas, sin residuos de metales o algún otro líquido que le afecte, a su juicio no es cumplido totalmente en la competencia que representan importadoras en el mercado, las que además mantienen una ventaja en relación a la cancelación de impuestos o controles específicos.

“Aquí se creó una matriz de que el lubricante es negocio y no es verdad. El lubricante en calidad, en tecnología, asesoría y respaldo, es un negocio que da ganancia para seguir adelante y hacer inversiones pero no es fastuosa. Se generó esta matriz porque hay una gran cantidad de lubricantes que no cumplen calidad, con tecnología y son baratos. Entonces es un buen negocio porque compiten con un margen gigante, entonces hay importadores que traen productos baratos, de mala calidad y no adaptados a Venezuela”, agrega Ferrer en conversación con Bloomberg Línea.

Trabajadoras en Inca, productora de lubricantes en Venezuela / Foto Raylí Luján

El crecimiento del negocio no es una meta a cumplir en el país actualmente, según sus consideraciones. Se requiere más bien una renovación del parque automotor que permita expandir la oferta de los grupos de aceites.

Aún así, poder ampliar sus líneas de producción para flotas de barcos nacionales, podría estar manejándose como una posibilidad a largo plazo, adherida también al avance de la situación nacional.

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“Nuestros colegas, los otros productores nacionales, al igual que nosotros también han buscado formas de cubrir su necesidad de materia prima, y hoy, toda la industria trabajando a estos niveles que trabajamos nosotros, bajos en cuánto a la capacidad instalada, estamos en capacidad de surtir la demanda nacional y mucho más”, plantea el gerente de ventas, quien lo califica como uno de los objetivos más relevantes mientras se genera un repunte sostenible en el país.