Por qué en Uruguay sobran dólares, mientras en Argentina hay “restricción externa”

La ministra de Economía uruguaya, Azucena Arbeleche, afirmó que es necesario hacer crecer la demanda de dólares, debido a que hay una gran oferta.

Por

Buenos Aires — Días atrás, la ministra de Economía y Finanzas de Uruguay, Azucena Arbeleche, señaló en una entrevista radial que su país cuenta con una enorme oferta de dólares y, por ello, pidió a los agentes económicos que demanden más divisas para que no baje el tipo de cambio. El problema planteado por la funcionaria contrasta diametralmente con lo que sucede en la otra orilla del Río de la Plata, donde el Gobierno argentino ya no sabe qué más trabas ponerle a los participantes del mercado para que no puedan acceder al dólar oficial.

Teóricos cercanos al Gobierno argentino suelen afirmar que el país suele chocar con algo que ellos llaman “restricción externa”, un supuesto fenómeno económico que hace que el crecimiento de las economías latinoamericanas se detengan por la falta de dólares. Sin embargo, esta teoría cuenta con numerosas críticas dentro del país. La principal es que “no faltan dólares, sino que sobran pesos”.

El “problema” de Uruguay

“Tenemos un mercado cambiario con mucha oferta de dólares, producto de las exportaciones y producto del turismo. Es necesario que esa enorme oferta de dólares sea acompañada por una demanda de dólares para que no baje el tipo de cambio”, señaló Arbeleche en diálogo con radio Espectador. Y agregó: “Hemos solicitado a las empresas que vayan al mercado cambiario para demandar esos dólares allí”.

En los últimos doce meses el peso uruguayo se ha apreciado cerca de un 8% frente al dólar y el Gobierno quiere detener un poco esta dinámica.

Respecto a esta situación, Patrizio Drago, sales trader de Adcap Securities Uruguay, indicó que, más allá de las dinámicas de corto plazo, la overperformance del peso uruguayo frente a los peers de América Latina durante el año 2022 y primeros meses de 2023 se explica por cuatro factores fundamentales:

  • Disciplina fiscal: el déficit se redujo más de un punto porcentual en los últimos doce meses. Este hecho ha sido destacado por todas las calificadoras de riesgo internacionales.
  • Crecimiento económico: de acuerdo con datos preliminares, la economía habría crecido más de 5% en 2022. Además, ha habido una mejora sustancial en los términos de intercambio.
  • Estabilidad social, económica y financiera, que favorece el ingreso de capitales extranjeros para invertir en activos reales y financieros en el país.
  • Mayor compromiso por parte del Banco Central para reubicar la inflación dentro del rango meta, que se ha traducido en una caída de las expectativas para los próximos 12 y 24 meses.

Por otro lado, Drago consignó: “En Uruguay no hay controles de capitales. Es decir, el Gobierno y el Banco Central no imponen ningún tipo de restricción al ingreso y la salida de dólares. Por otra parte, las reglas son claras y no se modifican cada vez que hay un cambio de Gobierno”.

Según el ejecutivo de Adcap el inversor internacional valora mucho estas dos características del sistema económico y financiero uruguayo, “porque tiene casi plena certeza de que -en caso de necesidad- podrá vender los activos a un precio justo, cambiar los pesos a dólares al tipo de cambio de mercado y retirar esos dólares sin ningún tipo de inconveniente”.

Ante la consulta de si la apreciación del peso uruguayo frente al dólar puede representar un problema para la economía, Patrizio Drago contestó: “En la medida en que continúen creciendo las exportaciones de bienes y servicios, la inflación siga retrocediendo y la economía se expanda a un ritmo saludable no debería haber ningún problema. En caso que haya un gap entre el tipo de cambio real de fundamentos y el tipo de cambio real observado -como ha dicho el propio Banco Central en su último informe de política monetaria- el mismo no superaría el 10%, con lo cual no habría muchos motivos para preocuparse.

El drama argentino

En Argentina el problema es el inverso: los dólares que quiere el Banco Central no aparecen, a pesar (o debido a, depende de la interpretación) de las restricciones de la autoridad monetaria.

El director de la consultora Ledesma, Gabriel Caamaño Gómez, remarcó que en Argentina “no faltan dólares”, sino que el precio del mercado oficial está “mal” y que es por eso es que en el país hay un un cepo cambiario. “Es un precio al que todos quieren comprar y nadie quiere vender. Solo venden los que están obligados”.

De hecho, en Argentina hay una brecha cambiaria que suele rondar el 100% entre el oficial y los dólares paralelos. El primero está fuertemente intervenido por el Banco Central, que sube su cotización, en dosis homeopáticas, día a día.

Caamaño agregó que, además de haber un problema de “precio”, el problema al que Gobierno señala como “falta de dólares” se debe a que hay muchas cosas “que se han hecho mal”. Y subrayó: “Por ejemplo, la política energética, ya que al haber disociado los precios locales de los externos se incentivó la demanda de energía”.

Por último, el ejecutivo de la consultora Ledesma afirmó que si Argentina corrige sus desequilibrios es posible que el precio al que tenga moverse el dólar oficial esté por debajo del que se ve en las cotizaciones de los mercados paralelos. Hay que tener cuenta que al cierre del 27 de febrero, el dólar mayorista costaba $197 y el contado con liqui, $365.

Por su parte, Andrés Reschini, de F2 Soluciones Financieras, reflexionó al comparar lo que sucede en ambas orillas del Río de La Plata: “Los mercados financieros se han desarrollado permitiendo que cada vez fluya más fácilmente el capital a través de los países, de hecho pueden moverse flujos de capital entre diferentes puntos del mundo con solo un click. Los países serios compiten entre sí para atraer esos capitales y generar prosperidad para sus habitantes”.

Ante dicho escenario, Reschini continuó: “En el caso de Argentina, hace décadas que no se generan condiciones propicias para atraer capitales y perdemos la competencia contra otros países que sí las generan, aunque comparativamente sean inferiores en recursos naturales e infraestructura. Tal es así que hasta los propios argentinos somos los primeros en desconfiar del país y esa es una pésima señal hacia afuera”.