Bloomberg — María Corina Machado, una exlegisladora venezolana de 55 años, cuya empresa de su padre fue confiscada durante la gestión del fallecido presidente Hugo Chávez, se ha convertido en una de las candidatas más populares de cara a las elecciones primarias de la oposición el 22 de octubre.
Machado, que ha logrado una gran popularidad previa a las elecciones en las que se dedicirá por un candidato único para enfrentar al presidente Nicolás Maduro en las presidenciales del próximo año, tiene que convencer a los seguidores de una coalición fracturada y dominada por partidos de izquierda, que un derechista que quiere privatizar la industria petrolera es la mejor persona para poner fin al movimiento autocrático conocido como chavismo y reactivar una economía golpeada por una de las peores recesiones de la historia.
Es un reto difícil, como mínimo, pero las fuerzas contrarias a Maduro, que se aferran a la esperanza de que los observadores internacionales puedan supervisar unas elecciones libres y justas el año que viene, ven la votación como la mejor oportunidad para recuperar el control del país.
Se trata de un esfuerzo que lleva varios años y en el que el anterior jefe de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, fracasó estrepitosamente a pesar del apoyo de Estados Unidos, Reino Unido y gran parte de la comunidad mundial.
“Hay una oportunidad para transformar el país, para atraer enormes inversiones que se traduzcan en empleo, educación, innovación y en calidad de vida para los venezolanos”, dijo Machado. “Para eso necesitamos un giro de 180 grados con respecto a lo que hay hoy, porque hemos entendido que socialismo es igual a ruina”.
Es todo un giro para una coalición que llamó a un boicot total de las últimas elecciones presidenciales en 2018, diciendo que no tenía sentido participar en el sistema amañado que estimuló a Estados Unidos y otros países a imponer sanciones económicas.
Los esfuerzos de Machado parecen estar dando sus frutos a medida que se intensifican las luchas internas entre otros líderes de la oposición. En una encuesta realizada en febrero por Datincorp, Machado ocupó el primer lugar entre los posibles candidatos a las primarias, con un 25% de apoyo, y su popularidad se duplicó en el último año. Otras encuestas la sitúan en una posición similar de cara a las primarias, y los analistas afirman que tiene muchas posibilidades de convertirse en la primera mujer presidenta de Venezuela si el país consigue organizar unas elecciones generales libres y justas.
La oposición está madura para un nuevo liderazgo tras el desastroso intento de Guaidó de hacerse con el poder, según Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos, con sede en Caracas.
“La oposición tal y como existía ya no existe, y eso le abre la puerta a captar apoyos más allá de su base radical”, dijo Seijas. “El oficialismo es ahora el adversario dominante”.
En algunos aspectos, Machado se está presentando de nuevo al público venezolano tras media década fuera de los focos. Anteriormente había sido una de las figuras más destacadas de la oposición cuando lideró protestas callejeras antigubernamentales. A menudo se la recuerda por interrumpir un discurso de Chávez ante el Congreso en 2012 para criticar el daño que había hecho a la economía venezolana.
“Águila no caza mosca”, respondió Chávez en un vídeo ampliamente compartido en las redes sociales, declinando participar. Esa frase que se convirtió en un grito de guerra para los partidarios de Machado en los últimos años, especialmente para aquellos que veían el intercambio como un poderoso político masculino despreciando a su homóloga femenina como indigna de debatir. El régimen le retiró el pasaporte en 2014 en medio de acusaciones de que había intentado fomentar un golpe de Estado contra Maduro, una acusación frecuentemente utilizada contra sus críticos.
Machado dice que está a favor de privatizar todas las industrias en Venezuela, incluido el petróleo, que muchos venezolanos consideran parte de su patrimonio y consideran que pertenece legítimamente al Estado. Pero afirma que la reordenación de la economía es la mejor apuesta para revertir años de declive: el producto interior bruto se contrajo un 75% en los últimos 10 años, mientras la moneda nacional perdía más del 90% de su valor. A pesar de contar con las mayores reservas de crudo del mundo, la producción de petróleo cayó a unos 660.000 barriles diarios a finales del año pasado, lejos de los 2,9 millones de barriles de hace una década, según datos recopilados por la OPEP.
Machado, que dirigía un grupo sin ánimo de lucro dedicado a la transparencia electoral antes de entrar en el Congreso, procede de una familia adinerada, un punto frecuentemente aprovechado por sus detractores. La empresa de su padre, Sivensa, era la segunda mayor siderúrgica del país cuando Chávez ordenó la expropiación de sus filiales en 2010, una experiencia que ayudó a afianzar su creencia de que el Estado debe mantenerse en gran medida fuera de la economía.
“Confirmó lo destructivos que pueden ser el socialismo y un gobierno que busca el control total”, dijo Machado. “También experimenté en carne propia, como miles de venezolanos, lo que es ser robado y saqueado por este régimen”.
Los rivales de Machado entre la oposición -incluido Manuel Rosales, gobernador del estado de Zulia, que registró casi el doble de su nivel de apoyo en una encuesta de Datanálisis de noviembre- tienden a ser de ideología más izquierdista. También ha sido duramente criticada por declaraciones que parecían apoyar una intervención militar estadounidense en Venezuela en 2019 y 2020, cuando el presidente Donald Trump lanzaba vagas amenazas sobre que “todas las opciones” estaban sobre la mesa a la hora de deponer a Maduro.
Ahora, el mensaje de Machado “resuena porque está en oposición al modelo económico, no al modelo político”, dijo Daniel Varnagy, profesor de ciencias políticas en la Universidad Simón Bolívar de Caracas. “Es la única que aboga por la plena restitución de la propiedad privada y de las empresas, así como por la eliminación de los controles en la economía”.
Por su parte, Maduro ha tomado nota del impulso de Machado, calificándola en septiembre de “amenaza contra la estabilidad”.
“¿Queremos un país privatizado de las oligarquías o un país en paz que avance hacia la garantía de los derechos colectivos?”, preguntó en una alocución televisada a todo el país desde el palacio presidencial.
Machado invoca la experiencia de su propia familia para intentar convencer a los votantes de que Venezuela necesita un cambio radical. Más de 7 millones de venezolanos han abandonado el país en los últimos años en busca de una vida mejor, y Machado señala que sus propios hijos también han huido del país, aunque en condiciones mucho más privilegiadas que la mayoría de sus compatriotas atrapados en el extranjero.
“La gente está cansada del socialismo. No quieren regalos, quieren poder ser productivos y vivir con dignidad, ser dueños de su destino”, afirma Machado. “Hoy, una cosa nos une a todos, y es reunirnos como familias”.
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